sábado, 30 de noviembre de 2013

UN FINAL PARA ANA


Me gustaría que entendieras que este correo electrónico que lees en una pantalla no es en realidad un cibernético mensaje, preferiría que lo consideraras una manuscrita carta, en un cuidado papel de calidad, un verjurado color crema doblado perfectamente en tres partes iguales, lo necesario para entrar en un sobre donde mi deformada letra hilvanara tu dirección y rematara en la solapa con mis iniciales.

Tal y como te escribo me imagino pensando mis frases con cuidado, escribir a mano impide errar, los tachones solo ensuciarían mi mensaje, y en vez de teclear con derecho a borrar sin dificultad como lo hago ahora, estaría concentrada en cómo quedarían eternas mis palabras para ti.

Quizás recuerdes que te conté que las cosas importantes las escribía con pluma, que el rasgar de su plumín y el secado de la sangre de su tinta azul cobalto me provocaban reverencial asombro y me parecía que le daban categoría suficiente, empaque y elegancia y es por eso que me sentía representada en su forma de interpretar la letra que subyace al final de mi mano.

No necesito cubrir muchas hojas ni tampoco aburrirte con mis divagaciones, quizás en otro momento la decisión de escribirte me hubiera llevado a mandarte casi una novela y disfrutaría haciéndolo, pero hace tiempo que comprendí que para conseguir tu atención es mejor que me dirija a ti con mensajes cortos y concisos, puede que pierda la magia del lenguaje incluso me prive de jugar a la literatura, hasta soy consciente de que me arriesgo a que algo no te quede lo suficientemente claro, pero en el fondo, no tiene importancia.

La verdad es que no tengo que remontarme a un pasado lejano, ni a tiempos remotos, sería bonito traer a este momento los años que compartimos, todos esos recuerdos que tenemos juntos y lo felices que fueron algunos de ellos. Pero también me conozco y sé que sería demasiado emotivo para mi y a ti sólo te supondría más líneas que leer, y como mucho me dirías "no necesito que me lo recuerdes, yo ya me acuerdo solo".

A estas alturas ya sabes lo que voy a decirte porque aunque te hayas revestido de frialdad y algo de desdén, aunque te sienta más lejos que nunca incluso tumbado a mi lado, me sigues conociendo y sabes como soy. Quizás te extrañe esta manera de dirigirme a ti, pero me acobardo pensando en mirarte a los ojos y se que no sería capaz de articular serenamente ni una palabra, acabaría en silencio o en una desquiciada conversación que sólo nos haría más daño.

Así que adiós, te deseo todo lo mejor, que seas feliz y te cuides mucho. Ten por seguro que eres parte de mi historia y herida en mi corazón. Ojalá algún día seamos capaces de volver a ser esos buenos amigos que fuimos, sin rencores ni reproches.

Un beso.

Ana

viernes, 29 de noviembre de 2013

COLABORA CON TU BANCO...DE ALIMENTOS


Queda un mes para Navidad, para que Chencho se pierda en la Plaza Mayor de Madrid, lloremos pensando que ¡Bello es vivir!, echemos de menos a los que ya no están y miremos con envidia a los agraciados por el sorteo de la Lotería Nacional, aunque este año el señor Montoro, de profesión sus ministerios, nos regala -con su particular sentido del humor- que gastemos menos en envidia, y así cuando las televisiones acudan a las administraciones premiadas, y veamos saltar a esos ciudadanos llenos de suerte y cava en vaso de plástico pensemos..."Ya vendrá Hacienda con las rebajas".

La familia, en esos días, se une a veces con alegría y otras con cierto compromiso, pero al final suele quedar un buen sabor de boca o resaca, en ambos casos el resultado es entre analgésico emocional y prometedor: sólo puede ir a mejor. En estos años de ajustes, nos entra un moderado ataque de consumismo para obsequios pero no perdemos la ilusión de conseguir que la tensión arterial y los niveles de colesterol se nos disparen y no de cualquier manera, lo hacemos sólo a costa de horas de cocina con esos olores que se mezclan e inundan la escalera de la comunidad.

En esas fechas de paz, amor, mensajes de whatsapp, uvas y turrón solemos ser un poco más solidarios, quizás sea por el frío, por que hacemos esfuerzos monetarios en casa o porque en el fondo no somos tan malos como nos pintan, pero lo cierto es que la mayoría se rasca el bolsillo, manda algún sms de los que nos proponen en los medios de comunicación, dejamos en la colecta una aportación más generosa o entregamos alimentos y juguetes para que las organizaciones encargadas, -que son las que mejor lo hacen-, las repartan.

Banco de Alimentos hace este viernes y sábado, 29 y 30 de noviembre, una gran recogida nacional de alimentos con su lema: "Contra el hambre y el despilfarro", buscan nuestra solidaridad para ayudar a los que menos tienen, es por eso que esos dos días los voluntarios estarán en los supermercados de barrio y grandes superficies desinteresadamente que es esa otra manera ayudar a los demás. Estas organizaciones no sólo reparten comida a los que más lo necesitan, también trabajan sin descanso sin recibir nada a cambio.

Este próximo fin de semana me reconcilio con mi especie que sale de la selva y del egoísmo social para ocupar su tiempo, entregar su dinero y emplear su fuerza en ayudar a los que más lo necesitan. Personas en exclusión social y familias que hasta hace algo más de un par de años disponían de su vivienda y su vida, y hasta sus de caprichos, que se ven en la cola de Cáritas y en los comedores sociales. A veces esa bolsa de comida es para añadirlo a la pensión de uno de sus mayores que de repente vuelve a ser la cabeza de familia. Por eso este fin de semana, toque o no ir al super, acérquense y sean generosos, los hay que solo cuentan con nosotros, no les fallen.


jueves, 28 de noviembre de 2013

EL ALEMÁN

Mantienen por tradición y belleza, que no le quito ni un ápice de ella, que el fin del mundo cae por Galicia, que ahí acababa la Europa dominante y orgullosa, la tierra de los conquistadores y los distintos pueblos, sangrientos todos, que iban pasando por el calendario por etapas que es la historia. Falso. Pero no es falso porque la Tierra sea redonda, porque siga existiendo Península, porque le tenga yo especial rencor, que es más bien todo lo contrario, es falso porque donde paran los que un día comenzaron a caminar es Algeciras.
Es el final, a partir de ahí hay que coger un barco, hay que tener una documentación, un dinero, o arriesgarse a ser polizón porque si bien es cierto que la ruta de las pateras es hacia Europa, hay muchas personas que también quieren descubrir el sentido contrario, o simplemente continuar hacia abajo. Así que durante años y años personas desequilibradas, perdidas, desorientadas o incapaces de recordar ni como se llaman han formado parte del censo no escrito de la ciudad.
Recuerdo una señora valenciana con seis perros, había sido profesora del conservatorio y un día tuvo un aborto y con el dolor en el alma, empezó a caminar y hasta allí llegó. A esa señora que vivía en la calle la cuidaban muchas personas y finalmente volvió a casa limpia y en un autobús.
También un chileno, o argentino, loco que lleno de papeles por todas partes solo gritaba "Pinochet asesino", un chico de ojos inmensos y preciosos que estaba enganchado y siempre sonreía, y tantos otros... Eran, son, los "sin techo" de la familia.
Llegó a Algeciras antes que yo, o eso dicen, creen que sobre 1975 pero nadie tiene clara la fecha, hay quien comenta que apareció entrados los ochenta pero el caso es que ha formado parte de la historia de la ciudad, quieran o no quieran aceptarlo algunos. El Alemán, nadie sabe su nombre, hoy vive en una residencia, se le partió una cadera y estuvo una semana sin poderse mover, tirado en un banco, le atizó el calor y le cubrió la lluvia y finalmente la policía acudió -mucha gente llamaba por sus gritos o por su mal olor-. Cuando lo recogieron no había perdido ni un ápice de agresividad ni mal humor. Seguía blasfemando en alemán, porque jamás aprendió a hablar castellano y creo que ya recuperado, aun lo hace. Sus gritos forman parte de mi infancia y adolescencia.
Dicen que perteneció a las SS, otros que tuvo un hijo, murió y se volvió loco, otros que vino tras una mujer, pero el caso es que  ese fue su punto muerto. Al principio limpiaba una calita de la bahía, "La playa de los ladrillos", y cuando desapareció limpiaba las otras dos playas de la ciudad, hasta que un día fue demasiado mayor para tanto camino y se sentó en un banco del paseo marítimo. Sólo cambiaba de acera según la hora o la temporada, nosotros decíamos que tenía residencia de verano y de invierno. Nunca se dejó llevar a alguna institución. Los vecinos y restaurantes de la zona le han dado de comer durante muchísimos años, le han procurado mantas y han hecho la vista gorda a su suciedad y sus desplantes.
Hoy es el Día de las Personas Sin Techo, y me acuerdo de ese ya anciano desabrido y  vociferante, a veces a estas personas no los vemos, pensamos que quieren estar así o simplemente nos estorban. Puede que les tengamos miedo, con suerte algo de piedad, pero lo cierto es que no tiene que ser fácil, sea por situación económica, por un mal momento que se alarga en el tiempo, por una enfermedad o una discapacidad, todo el mundo merece una segunda oportunidad y si gastamos dinero público en tantas tonterías...no hay duda que antes debería estar tenderle la mano a todos ellos.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

ESCALAFÓN CULTURAL

La globalización ha traído de la mano un cúmulo de novedades antes impensables. Cuando yo estaba convencida de que era capaz y de que sin ser una número uno era alguien con una cultura y unas posibilidades reales de futuro, llega Internet, las redes sociales y me enseñan lo abajo que estoy en el escalafón.
Hay un universo de gente preparadísima con una cultura casi obscena y una manera de escribir y de entender la vida que sólo puede darme envidia, de la buena...con trazas de la mala malísima, pero de la que también aprendo mucho y a diario y con la que incluso en ocasiones tengo el privilegio de debatir. O compartir, que no siempre hay que ser la nota discordante.
Es cierto que por debajo de mí, en ese presunto y abstracto escalafón hay mucha gente, cultural y laboralmente hablando, que no quiero decir que en esta vida haya personas de primera y de segunda división, está claro que por el hecho de ser humano, respirar y tener derechos y obligaciones civiles, todos somos iguales - y no, no pienso añadir ante la ley-.
Podría poner por ejemplo el caso de Belén Esteban y su libro, aunque ella no lo haya escrito, ¿estaría por debajo de mí culturalmente? Quizás, pero lo que es seguro es que laboralmente es una triunfadora y eso no puede negarlo nadie. Las colas de personas ateridas de frío buscando un ejemplar con su firma me confirman que es un éxito editorial seguro y que a lo mejor somos unos pocos los que estamos equivocados.
La manera de entender la cultura, los éxitos y los fracasos, la efímera popularidad, la simbiosis con un personaje, el número de ejemplares vendidos, la calidad de la conversación, la elección del tipo de ocio...¡hay tantas variables hoy en día que todos tenemos todo al alcance de la mano...!¿Es lo bueno rentable? ¿Cuándo algo se convierte en éxito ya se convierte en calidad? ¿Son las cifras de ventas o el contenido lo que hace a un libro imprescindible? ¿Quién determina qué es la calidad literaria? ¿Cuánto vende un personaje en comparación con un escritor?
La cuestión es que al final estamos entrando en las dos Españas, en esto también, pese a que haya hoy una educación universal y gratuita, se está dividiendo la sociedad en personas muy preparadas y una amplia mayoría, según audiencias y ventas, que disfrutan de una opción cultural absolutamente contrapuesta a lo anterior. Algunos habrá que pertenezcan a los dos y sean la intersección de esos dos grupos pero me parece que son pocos.
Sabiendo que soy del furgón de cola de los no televisivos prefiero leer una discusión arquitectónica, política, literaria o religiosa, disfrutar de quien le apasiona el románico o el cine negro, de quien conoce la historia norteamericana o la economía alemana, mucho antes de enfrascarme en los amoríos, hijos y pasiones guionizadas de unos pocos, y todo eso lo disfruto en la red, si, en la redes sociales, que es ese magnífico sitio donde puedes ser una pequeña aprendiz entre gente muy grande.

martes, 26 de noviembre de 2013

07.97

Era julio de 1997, yo estaba ya de vacaciones en casa y mis amigas habían vuelto también de las distintas universidades del país, a la mayoría nos quedaban "flecos" como en las negociaciones de los traspasos de los futbolistas y teníamos que estudiar pero la playa era esa distracción que nos llamaba a voces en el sopor de la tarde mediterránea.
Ese primer día del mes entró mi abuela llorando a mi cuarto y era la primera vez en mi vida que la veía llorar, nos decía que lo habían encontrado pero jamás pensamos, ni por un momento que fuera con vida, pero después de tantas tardes de concentraciones, Ortega Lara había sido liberado por la Guardia Civil. El aspecto de ese hombre lo tendré para siempre en mi memoria, sus ojos y esos brazos tan largos...
Recuerdo las conversaciones de ese día tumbada en la toalla, el olor a la crema solar y la sonrisa de algún chaval al pasar. A los veintiún años las ideas políticas suelen estar definidas y pese a estar algunas veces contrapuestas, ante el terror estábamos todos en el mismo bando.
Ese mes de julio aún hubo una tarde que no fuimos a la playa, la tarde del día once no hizo falta preguntar los planes, nadie dio un paso atrás, salimos a la calle pidiendo la libertad de Miguel Ángel Blanco, había lágrimas en los ojos de las personas mayores, y en los nuestros la esperanza de que nos tendrían en cuenta, sobre todo cuando vimos la manifestación de medio millón de personas en Bilbao. Recuerdo que todos entendimos que no se podía ceder al chantaje de unos asesinos que pedían el acercamiento de sus presos, -acercamiento me digo y me repito hoy-, esa exigencia de que las cárceles de esos crueles terroristas estuvieran cerca de Euskadi.
Miguel Ángel Blanco fue asesinado por unos cobardes y entonces entendimos que no había opciones a ceder, murió y todos le lloramos, recuerdo que ese día estábamos en la playa, convencidas de que no lo ejecutarían, y alguien radio en mano, susurró..."lo han matado", la playa quedó en silencio, abarrotada, solo las olas y algunos gritos de niños pequeños que no comprendían lo sucedido..."¡Esta vivo!", se gritó, y contuvimos la respiración, los murmullos se unieron a las oraciones y al final en la madrugada nació un héroe, un país que se mantuvo en pie y una familia destrozada.
Hoy, años más tarde veo perpleja y asqueada, como una nefasta ley, un reconocimiento europeo de nuestra inutilidad legislativa y una extraña prisa judicial, hace que esos vulgares asesinos, cobardes y canallas alimañas, estén en las calles y me pregunto cómo es posible que lo entienda en el trocito de cielo en el que está seguro, Miguel Ángel Blanco.




lunes, 25 de noviembre de 2013

MEDIA BOTELLA DE TEQUILA


Necesito media botella de tequila para echarle la culpa al alcohol y poder decirte lo que siento y mañana, con un terrible dolor de cabeza, negarlo todo. Podré entonces sentir el alivio de haberte confesado mis sentimientos sin poner en riesgo mi orgullo y sin dejar al aire mi dignidad. Sé que tú no tienes los mismos sentimientos que yo, te lo noté en la cara el día que hablábamos inocentemente de qué se siente al caer en las redes de otra persona, en el vértigo de oír su voz, en la necesidad de ahogarse en su mirada.

En ese instante me dí cuenta de que no me quieres. Puedo darle vueltas, utilizar todas las metáforas que sea capaz de inventar, pero lo cierto es que pese a que lo oí de tus labios, tú no me amas.

No me beberé esa botella, lo sé y jamás te diré lo que siento porque aunque no estaba en mis planes y aún menos pensé que volvería a sucederme, me enamorado de tí, como juré que no volvería a hacer, como me prometí que no me sucedería más, y ahora ya no sé como seguir adelante, como dormir, comer o hablarte.

Y la verdad es que siempre me dije que si había que llorar por un hombre no lo haría por menos de un presidente de los Estados Unidos, y para eso tenían que darse tantas condiciones, había tantas variables en juego, que era una forma de decir que no habría un hombre que me hiciera llorar. Pero las lágrimas han caído impunes y sin permiso y recordé aquella frase que me decían cuando era muy pequeña: "si lloras tanto se te pondrán los ojos chicos", ahora sé que es mentira, porque si así fuera, se habrían borrado de mi rostro en estos días.

Tengo claro que la única opción es desaparecer, irme y aprender a vivir sin ti y con este dolor hasta que éste desaparezca. Y cuando sea capaz de pensar en ti con serenidad, sin angustia, dolor, o al menos, sin temblar, entonces puede que te llame para tomar un café y preguntarte qué tal te va la vida. Porque te irá bien, los hombres hoy se van pareciendo cada vez más a esos mecánicos de fórmula uno que cambian en cinco segundos una rueda, solo que la mayoría, en vez de tener habilidades con la mecánica, la tienen con olvidar a una mujer. El cambio de una a otra la hacen con pasmosa facilidad. Y yo ya he intuido que has sustituido el tiempo que me dedicabas, espero que ella te haga feliz y te enamores pero de verdad, sin te quieros vacíos.

Así que si primero me vi llorando y sufriendo por sentir algo inesperado e imposible  y luego, mientras el tiempo avanzaba, mis lágrimas pasaron del dolor y la nostalgia a un auténtico enfado y una profunda desilusión, y hasta la rabia la que me nubló la vista, hoy estoy agotada de llorar, cansada de intentar saber qué pasó, qué querías y por qué sucedieron las cosas de esa manera y en la distancia me obligo a no mirar donde sé que puedo encontrarte.

Pasará el tiempo y volveré a ser quien fui.

Ojalá seas feliz y no puedas olvidarme.


domingo, 24 de noviembre de 2013

MUJERES, LEYES Y PATERNIDAD


Durante muchos siglos, la sociedad -entendida como el conjunto de humanos que vive en comunidad e interacciona entre sí- ha sido injusta y hasta cruel con las mujeres. Eran consideradas imprescindibles para muchas tareas y desempeños pero todas relacionadas con el hogar, la procreación y la educación que de ésta se derivaba, amén de procurar el bienestar masculino.

No se me podrá tachar a mi de feminista, pero de machista tampoco, anhelo una igualdad por méritos propios que no llega y se me ocurren mil causas pero tampoco sería lógico olvidar la parte de la historia que ninguneó a las mujeres. Y por supuesto recordar que hay zonas de este mundo redondo y achatado por los polos en el que sigue habiendo injusticias impensables como no poder conducir, no tender derecho a la educación o los matrimonios por conveniencia, por poner unos ejemplos.

En España el avance ha sido claro, realmente no creo que haya sido por las leyes de paridad, ni las cuotas, ni los ministerios, creo mas bien que el país se ha ido abriendo al mundo, entrando en la globalización y si bien es cierto que las cortapisas han desaparecido también es porque ellas no han cedido a seguir dando pasos adelante, más lejos y más mujeres.

El lastre que llevamos parejo es la llamada violencia machista que también existe desde el inicio de los tiempo y de la que, por desgracia, no nos hemos conseguido desprender. Mujeres muertas por su pareja, alguien a quien amó con pasión, el padre de sus hijos en ocasiones, la persona que les ilusionó y les hizo feliz. Un drama en toda la extensión del concepto.

La ley que las intenta defender de sus verdugos no da resultados porque ni se puede defender a cada una de ellas ni salvar a la humanidad. Lo cierto es que también hay que tener en cuenta que está mal concebida. Y en los colegios se educa como en una asignatura la igualdad mientras por otros cauces mucho más atractivos les llegan mensajes completamente contrarios. Se habla de no maltratar a la mujer cuando el concepto debe ser no maltratar a nadie, sin diferenciar entre mobbing, bullying, maltrato a la mujer... Es simple, nadie es superior a nadie.

Sin embargo, hoy por hoy, creo hay que defender a los hombres. Me explico: Por desgracia hay mujeres que usan esta ley para quedarse con los hijos o la vivienda, sin importarles el daño que le causan a ese hombre tachándolo de maltratador y destrozándole la vida. Las hay, aunque no merezcan ni medio privilegio de los que gozan. Por otra parte, la custodia de esos hijos, generalmente entregada a la madre, deja a los padres en un suplicio de fin de semana alterno, en alguien que intenta condensar en cuarenta y ocho horas el amor que les tiene. Hay casos y casos, pero me rompe el alma cada vez que veo a esos padres los domingos por la tarde llenos de dolor soñando que pase el tiempo para volver a ser lo nunca quisieron dejar de ser y sin embargo les privaron.

(A todos esos padres)

sábado, 23 de noviembre de 2013

SHE IN NOTTING HILL

"Notting Hill" es una película de las que me hacen hervir las emociones, -o las hormonas-, que me hace tener la sensibilidad a flor de piel. Una guapa e importante mujer, un hombre tímido y normal, libros y una historia de amor; todas las apuestas a favor de la hecatombe. La película, sin más logro que unos actores muy buenos, unos escenarios comunes y una banda sonora especialmente bien cuidada es una de tantas comedias románticas de las que me reconozco seguidora. Quizás estaría mejor decir que soy aficionada al cine rumano subtitulado en serbocroata, pero mi realidad es mucho más plana, me gusta el cine norteamericano, las superproducciones y las comedias de amor. Todo esto, soy absolutamente consciente, me expulsa del Olimpo de los artistas y la progresía. No se puede tener todo.
Durante el film reconozco que no soy muy consciente de esa música maravillosa, y es que cuando a mi me gusta una banda sonora es porque no la encuentro, porque está perfectamente aunada y es el complemento ideal, como el pequeño bolsito acolchado de Chanel para los trajes de chaqueta de tweed, que pese a no resaltar se queda en el recuerdo el impacto del conjunto, en este caso, un suave aroma musical. Entonces es cuando busco su banda sonora y compruebo que mi olfato auditivo no se ha equivocado y una y otra vez la escucho hasta que por fin vuelvo a ver la película disfrutando no sólo de la trama y la escena, si no también de reconocer el envoltorio hecho canción.
"She" es sin duda una de las canciones que más tarde he descubierto pero que más me han impresionado. La melodía me va meciendo las emociones, vuelo sin motor de la nostalgia a las lágrimas pasando por la sonrisa; siempre se cuela entre sus notas un recuerdo que se ajusta en mi memoria y durante los a penas tres minutos que dura la canción abandono la realidad y me instalo en ese otro momento paladeando lo que fue en mi vida. Y si escucho con detenimiento la letra, entro en un complejo adolescente de verme representada y pienso que ojalá haya quien también me vea tan especial y tan distinta, tan inolvidable y contradictoria y entonces....deja de sonar la música..
 
 
 
 
 
(La canción originaria, creo, de Charles Aznavour gana en la versión de Elvis Costello)

viernes, 22 de noviembre de 2013

DECISIONES Y SUEÑOS


Aunque suene a perogrullo, lo cierto es que lo que somos hoy es suma de lo que hemos ido siendo en nuestros ayer. Ya sea una mala decisión o alguien que nos hace daño, un día feliz o una mirada de cariño, una película, un accidente, una caricia, un suspenso, un regalo y una frase, una travesura...un beso y hasta esas cosas de las que no somos plenamente conscientes pero que se quedaron ahí unidos a nuestra idiosincrasia, forman parte de lo que somos.
Quizás la toma de decisiones sea la manera más clara de la encrucijada vital, la forma explícita en la que notamos que estamos modificando nuestro mañana y a veces, en la disyuntiva, nos equivocamos, en mayor o menor grado, pero lo cierto es que casi todo puede ser suceptible de rectificación y de una manera u otra, una equivocación tiene posibilidad de convertirse en experiencia o meta a batir.
No me gusta la idea de considerar la vida, como una lucha constante, es desprestigiar el regalo que es despertar todas las mañanas. Puede que se den días horribles, momentos dolorosos e incluso estemos tentados de desear la muerte en un arranque de desesperación, pero lo cierto es que el día a día debería entenderse como una oportunidad de disfrutar, de apasionarse con las pequeñas cosas y gozar sin pudor de las grandes. Y si tengo que considerarlo una batalla que sea siempre por conseguir lo que nos hace acercarnos paso a paso a nuestra idea de la felicidad. Esa idea tan subjetiva y a grandes rasgos, tan común.
En la película "Pretty Woman", -una de esas películas que si no guiaron mi vida o mis decisiones, seguro que marcaron mi adolescencia-, se ve al principio y se oye al final a un hombre diciendo... "Todo el mundo tiene un sueño, esto es Hollywood, la tierra de los sueños, ¿cuál es tu sueño?". Si alguien nos coge de las manos, nos mira a los ojos y nos pregunta "¿Cuál es tu sueño?" yo creo que no sería capaz de contestar, no tengo sólo un sueño, no podría soñar con un éxito profesional sin dejar de lado una recompensa como madre, no podría tener como única meta viajar allí donde tantas veces voy en el jet privado de mi imaginación, sin contar con que para eso los míos estuvieran bien. Soy consciente de que la maternidad y la vida en familia es todo y por eso he luchado y cambiado mis pasos en ocasiones, pero también hay un cajón de sueños laborales que siempre estará ahí, tres pasos por detrás, pendiente y esperando su momento. Seguramente lo ideal hubiera sido compaginarlo pero como no pudo ser no está mal la perspectiva de lograr que ese cajón se vacíe y se vuelva a llenar de proyectos nuevos.
No tengo un sueño, tengo muchos y en cada uno de ellos están basadas mis decisiones, mis ganas, mi alegría y a veces mis llantos, pero con lágrimas bien entendidas...
Mi hoy siempre baila a ritmo de mañana con la melodía de ayer.


miércoles, 20 de noviembre de 2013

PASOS EN EL ANDÉN


Siempre pasó por la vida pisando fuerte; se suponía que esa manera de caminar suya llevaba siendo la misma desde que era pequeña y dejó de trastabillar los primeros pasos, pero fueron los zapatos de tacón los que hicieron patente su sensual marcialidad. La manera de caminar de alguien puede llegar a ser el espejo del alma en ocasiones.

Por los andenes de sosegado bullicio podían adivinarse sus pasos rápidos y contundentes. Sin verla se asumía una imagen proyectada de ella, se presuponía el rostro y las maneras de una mujer racial y segura de si misma. Cuando el sonido de los pasos se iba acercando, se podía comprobar como la imaginación había sido astuta y la representación física de esa sonoridad era la de una mujer morena, alta, con curvas y una gran confianza a la hora de llevarlas.

No arrastraba pesadamente una maleta ni siquiera un pequeño maletín, su bolso de mano colgado del hombro derecho era su único complemento como viajera, esta circunstancia le daba también una especie de superioridad moral sobre los demás que parecían a su lado esclavos, sherpas nepalíes acarreadores.

Subió al tren con elegancia y sin enredarse en los bajos de su abrigo largo, acorde con el tiempo y la moda, su estética clásica no le privaba de estar en el presente de las tendencias. Nada de estridencias pero tampoco se podría considerar que estaba anticuada o que su estilo era plano o común. No era una invisible mujer gris.

Perdone, está usted ocupando mi asiento” - le susurró a quien equivocado de vagón se había apropiado de su pequeño territorio numerado que la Renfe nos otorga por un precio no tan módico.

El caballero se disculpó y se puso en pie no sin haber comprobado dos veces que el error era suyo. La estrechez de la maniobra le hizo estar lo suficientemente cerca de ella como para cerciorarse de su fantástica primera impresión y azorarse. Y mientras tanto ella, con lentitud, desabrochaba los botones de su abrigo. Por un momento se contuvieron muchas de las respiraciones en ese vagón, esa caída hacia atrás de la prenda, esa manera de desabrigarse, algunos empezaron a confundirla con un striptease.

Ajena a todo y a la vez consciente de la situación, doblaba su abrigo y sin necesidad de esfuerzo por la altura lo subió a ese pequeño espacio que se dedica para los efectos personales. Reflexionó como normalmente cuidamos las prendas de vestir y luego llegados a un punto como éste nos da igual poner, con mayor o menor delicadeza, nuestra preciada posesión en el mismo lugar donde han estado hasta hace no mucho tiempo, unas ruedas de maleta que han pasado apisonando la suciedad de las calles de la ciudad.

Sentada ya, con comodidad miró por la ventana. En la primera apreciación, se vio reflejada. En la segunda, mirando más allá, observaba que el anden ya estaba vacío, faltaban pocos minutos para salir y ni siquiera los fumadores estaban apurando el tiempo. Y entonces, justo cuando comenzaba a moverse el convoy, fue consciente de que ya no había despedidas como las de antes, llenas de besos, manos agitándose por las ventanillas abiertas, lágrimas y emociones; ahora abandonar la estación era un proceso íntimo. Aunque bien pensado, de todas maneras no le parecía mal que los tiempos hubieran cambiado, así ella se ahorraba la decepción al comprobar, una vez más, que no tenía a quien decir adiós...

lunes, 18 de noviembre de 2013

#SiALaVida


Cuando cursaba COU en el colegio ni uniendo las dos clases, letras y ciencias, éramos cincuenta en total. No éramos muchas alumnas. Mi colegio era femenino y religioso, y la verdad es que no tengo ningún trauma. La Biblioteca del centro a penas tenía por aquel entonces libros, y lo usábamos como salón de actos, de reuniones o de sala de exámenes cuando hacía falta. Tenía esas sillas con brazo para escribir, siempre me tocaba sentarme en la que era para los zurdos siendo yo diestra. No fallaba.
La verdad es que hace tanto que dejé el colegio, veinte años ya, que supongo que todo será distinto, pero entonces, en el curso 92-93, además de ver la Exposición Universal de Sevilla pocos días antes de cerrarla, hacer un viaje de fin de curso a Zaragoza, Pamplona y Huesca, e irnos días antes de Selectividad de gira por Sevilla, Huelva y El Rocío para ver al Papa Juan Pablo II, me gradué y abandoné el centro en el que había estado once años. Además de todo eso, decidieron las profesoras y el consejo directivo del centro, darnos dos charlas. Estábamos acostumbradas porque a veces nos llamaban pero esta vez nos decían que eran para prepararnos a la vida fuera, consideraban que habíamos estado muy protegidas allí...puede que fuera verdad, lo que ocurría es que cuando daban las cinco de la tarde, ya no nos protegían y sabíamos defendernos todas en "el mundo" bastante bien. Ahora, con la perspectiva que dan los años, creo que la idea era positiva, entrañable y hasta buena.
La primera de la charla la dio la directora fue algo lamentable, retrógrado y anticuado, jamás habíamos pasado por algo así, las profesoras más jóvenes estaban avergonzadas y no sabían como suavizar el sonrojo sin quitarle autoridad, recuerdo a mi profesora de filosofía, una gran persona, intentado hacernos ver que lo habíamos entendido todo al revés y que en realidad nos estaban diciendo lo contrario. Ni ella misma se lo creía.
La otra charla fue una pequeña introducción de un médico y luego una película. Yo no terminé de verla, salí llorando, otras vomitaban, y por supuesto nadie quedó impasible. El título no lo recuerdo, pero si la imagen de un bebé, de 15 semanas, de gestación en el cuerpo de su madre, huía de quien quería acabar con su vida, lloraba, y sin embargo no pudo sobrevivir. Lo habían matado, luego se veían unos pies pequeñitos en un cubo de basura. Hasta ahí vi.
Nadie protestó, ni alumnas ni padres, por que nos pusieran ese vídeo. Creo que entonces nadie estaba favor del aborto, pero después de ver o intentar ver el vídeo, lo fuimos menos, y también creo que a ninguna se nos ha olvidado.
Después he visto algún que otro reportaje por una extraña responsabilidad moral que creo que tengo y he llegado a llorar a gritos en mi salón, sudando y con las pulsaciones desequilibradas viendo como uno tras o otro iban matando a esos bebés, los que deberían dejarse la vida en salvarlos. Niños del mismo tiempo de gestación en el que otras veces, cuando esas mujeres  -que consideran que tienen el poder de la vida y la muerte-, no acaban con sus vidas, enseñan en ecografías a sus amigos y familiares, orgullosas de la imagen de su hijo.
No hay peor dolor para mí que el que sufre un niño, un bebé, un gestante. Da igual si es por maltrato, por una catástrofe natural, o un aborto. Me da lo mismo que sea Ruth, José, las niñas filipinas que lloran en silencio, o alguno de los cientos de abortos que hay en España, en el mundo.
Nunca deberían de sufrir, jamás. Menos aún  morir. Y si es dura la muerte de un niño, aún peor por una mano inducida por su madre, la de un médico que debería salvarlo, sanarlo y curarlo. Y espero que esas mujeres que juegan a ser dioses, lo piensen y no lo hagan, ellos no tienen la culpa. A lo mejor les hace falta que alguien les ponga ese vídeo....

domingo, 17 de noviembre de 2013

SUMIDA EN LA IMPACIENCIA

Hubo una época, no tan lejana, de hecho aún colea, que en la que nuestras televisiones los publicistas se dejaron llevar por la corriente creativa de producto ganador en escala inexistente, es decir, "la mejor cerveza del mundo" "el turrón más caro del mundo" y así en muchos otros servicios o género. Queríamos tener lo mejor de lo mejor y por aquel entonces podíamos permitírnoslo. La publicidad sin embargo se ha llenado ahora de ofertas, descuentos, promociones y "nuevos precios" en la lucha sin cuartel de grandes firmas o pequeños establecimientos por sobrevivir a esta crisis.
No sé si existe detrás de esas frases de "lo mejor de..." algún tipo de acta notarial que de fe, que también los hay un poquito especiales que son capaces de demandar por injuria, falsedad documental, perjurio, publicidad engañosa y hasta por delito de la circulación si se lo ponen a tiro. Aunque por otro lado creo que ya no estamos para fregados judiciales con la falta de confianza que tiene el pueblo español en nuestros jueces y nuestra Justicia. Tasas "afuera parte".
Bien, pues si existe una medición llevada a tabla por puntuación con ritmo descendente, una lista con los ganadores de la impaciencia, no insistan, gano yo. Nadie que conozcan y por mucho que intenten analizar su nivel de resistencia ante la exasperación será, ni por asomo, superior a mi. Mi paciencia es nula. De hecho para sobrevivir a mí misma intento cubrir el hueco con alguna que otra virtud, por mínima que sea, de las que tengo. Una ley no escrita de la compensación o de los vasos comunicantes, de equilibrio de fuerzas, chacras o lo que sea.
Si quiero que el tiempo vuele, me obligo a no mirar el reloj y a estructurar lo mejor posible mis horas para sorprenderme hipócritamente  de "lo rápido que pasan"...y así supliendo con algo de cordura mi irracional impaciencia intento sobrellevarme.
Cuando quiero algo, lo quiero ya. No tienen que ser cosas materiales, no es cuestión de atesorar como el avaro Tío Gilito, es la necesidad de tener la lista de tareas pendientes a cero, puede darse el caso, incluso, que incluso mi impaciencia sea por finalizar con un asunto médico o con Hacienda, citas como suponen, nada edificantes.
Puedo trabajar sin descanso las horas que hagan falta, quedarme sin comer y de un tiempo a esta parte, será la edad, hasta sin dormir, pero que avance el tiempo, que terminen la espera...y luego, si lo que me tiene en vilo llega y me gusta, que se pare, se detenga (en esto no tengo tampoco suerte, no lo consigo)
Así que ya lo saben, por favor, no me den tareas a largo plazo, no me busquen en proyectos eternos y por favor...no me exasperen que como les digo...voy cortita de paciencia.

(A todos los que me sufren, a mi y a mi impaciencia)

sábado, 16 de noviembre de 2013

A PIE DE PISCINA

El porche era fantástico, suspiró de felicidad, disfrutó de su copa con un pequeño sorbo, y posó delicadamente el vaso bajo y corto encima de la mesa de cristal y bambú.
No podía tener ni la más mínima queja, había conseguido su casa ideal. Pensaba disfrutarla eternamente y recordaría cada segundo de su vida lo que le gustaba. Las columnas blancas flanqueaban la entrada de la vivienda con su inmaculada puerta y sus ventanales inmensos. Las terrazas del piso superior eran maravillosa: las de la parte delantera sólo podían ser superadas por la de la parte trasera, y desde donde estaba sentada, podía observar la plácida piscina, diáfana y con color de mar, que iba a morir en ese jardín de césped alfombrado en el que los árboles eran el complemento justo y necesario.
Recostada en su chaise longe veraniega la imagen no podía ser más atractiva. Sus mocasines planos rojos a los pies abandonados sin pasos, odiaba descalzarse pero era preciso, y no había nadie más con ella, su pose era de portada del Vogue, se quitó una imaginaria pelusa de sus pantalones azules largos perfectamente planchados y se ajustó el cuello de su maravillosa camisa blanca. Tomó su copa y volvió a dar un largo trago. Reflexionó banalmente: en una camisa era donde se notaba la clase, el estilo y la elegancia de una mujer. Sobre todo si estaba bien confeccionada, aunque por buena que fuera una camisa o una blusa, si la persona que la llevaba no tenía estilo, le sentaba como un mantel de picnic. Le vino a la mente la imagen de su cuñada Bridget...y su último estilismo el día de Acción de Gracias. Sintió un escalofrío.
Sonrió para sus adentros desechando tan desagradable recuerdo. Lo cierto era que durante muchos años de su vida mantuvo que la mejor prenda para una mujer es la camisa del hombre que está en su cama. Y tenía pruebas de sobra para reafirmar su teoría.
La elegancia, seguía divagando, era saber vestir correctamente en el momento adecuado, sin estridencias pero tampoco apostando por ser una sombra beige, y sin dejar de lado una cierta predisposición natural, a la elegancia había que fomentarla, sin duda, y ella aunque estuviera en los Hamptons y fuera una casa de fin de semana, de veraneo, jamás dejaba de estar perfecta aunque supiera que ni iba a salir de casa.
Cerró los ojos y volvió a sentirse afortunada, por fin estaba en la casa de sus sueños, tenía cerca del trabajo un remanso de paz y tranquilidad. Al verla ahí tumbada nadie pensaría que era una agresiva mujer de negocios, pero lo era, supo gestionar bien el dinero que ganó su padre durante la ley seca, fue arriesgada cuando su juventud se lo pedía y multiplicaba rápida los activos, y ahora, que las cosas no iban tan rodadas como antes, para nadie, para ningún sector, le venía bien ser ahora tan conservadora como la habían apaciguado los años.
Terminó su copa y cogió su teléfono móvil, lo había puesto en silencio y ahora tenía casi cuarenta mensajes y doce llamadas: la cruel realidad. La oficina, su asistente, su cuñada...Y de repente lo vio claro, su lucha, su trabajo, sus horas en la oficina, esa maravilla de casa, su impresionante loft en Manhattan. Y ella tan sola. Siempre sola. Cuando ella no estuviera iría a parar todo a manos de su hermano y de sus sobrinos, los adoraba sin duda, claro que si pero...
¿Cómo no lo había pensado antes? Maduraría su idea, intentaría ser una mujer templada y sopesaría bien los pros y los contras pero su decisión era firme. Los tiempos habían cambiado, iría a una clínica y tendría un hijo ... o quizás lo adoptaría, o ambas cosas... Había llegado el momento, sería madre.



viernes, 15 de noviembre de 2013

CARIBEÑA REALIDAD

La piel morena, tersa, brillante. Joven, pero pasada la niñez y la adolescencia hacía tiempo, no demasiado. Desde lejos, sin tocarla, se veía que era una dermis suave y cálida. Para los hombres que se sentaban a la puerta de sus casa o que fumaban un cigarrillo en una pausa de trabajo, ella era una refrescante alegoría del deseo de sudar a su lado. Caminaba despacio, con cadencia, balanceando sus brazos, y arrastrando sus pies sin que pareciese una abuela, tampoco una derrotada, más bien era el paso de una dejada candidez sexual. Sus caderas estrechas envueltas en unos pantalones mínimos penduleaban de izquierda a derecha, con compás, como si en su cabeza sonara la música que tanto gozaba bailar.
Era bien temprano y aun así ya empezaban a perlarse las frentes de gotas de sudor. Calor húmedo, pegajoso, intenso. Mientras los hombres ni usaban camiseta  -los envidiaba pensando que sentían menos la abrasante tropicalidad- ella vestía una camisa anudada bajo el pecho, las mangas cortadas hacía tiempo y su cabello, largo, negro y rizado,  iba recogido con un improvisado lápiz de color que le salvaba algo del infierno y  hasta le consentía la mínima brisa en su nuca, si la había. 
Maravillosa, exquisita y generosa era su tierra con los foráneos pero para los autóctonos era una lucha entre el calor, la miseria y las ganas de vivir. Las aspas de un ventilador ajado, viejos coches y comida fresca a veces escasa, sin perder la necesidad de reír, cantar, vivir. Eso nadie se lo iba a quitar a su pueblo, las ganas de seguir adelante, mientras hubiera algo de música que bailar, una muchacha bonita, y un ron dulce y tostado para acompañar.
Muchas de sus amigas de la infancia estaban en una cuneta, se llenaron de drogas o sucumbieron al peligro del dinero fácil de la prostitución, otras simplemente eligieron mal la calle para volver de trabajar y nunca llegaron a casa...Ella consiguió con mucho esfuerzo y trabajo un titulito de enfermera que le daba para no trabajar los domingos ni descuidar a los suyos, también para procurar algo mejor para su hermana pequeña, su linda, su bonita, a la que crió como propia a falta de su madre que no resistió el parto. Le enseñaba lo que costaba el dinero y la verdad de la vida, dándole todo pero sin consentirla y así consiguió que se enderezara cuando parecía que los "malos" iban por ella.
Ahora todo iba bien, recordaba tranquila, fueron muchas noches sin dormir, asustada y a la vez alerta, por ella y por los suyos. Días difíciles, semanas eternas, pero ya pasó. Aún podía oír retumbando en su memoria, la voz de aquel traficante que murió poco después lleno de balas una sensual tarde de calor, cuando tras escuchar sus planteamientos le espetó su negativa a ser su pareja, su amante o su cómplice, y él se quitó las gafas de sol, la miró con cierta reverencia, casi con respeto y le dijo: "Anita linda, eres dura, no solo eres guapa, también eres peligrosa. Ten cuidado."

jueves, 14 de noviembre de 2013

SING DANCING SWING

Le dijo su madre que era un baile obsceno y prohibido, que en la Iglesia habían dicho que tenía influencias demoníacas...y si el Reverendo O´Malley lo decía no cabía discusión alguna por mucho que quisiera rebatirlo y lo quisiera hasta argumentar. Era inútil. Por si no fuera suficiente, hoy domingo desde bien temprano, el anglicano pastor no perdió la oportunidad de repetirlo ante un público más numeroso. Crecido en la audiencia.
Después del servicio religioso su madre tuvo que acercarse a preguntar por unos detalles para el pic nic para recaudar fondos de la semana que viene y tras saludar a vecinos y parroquianos caminaron hasta casa, papá en silencio, tocando el ala de su sombrero cuando procedía saludar. Mamá cogida de su brazo, ignorándolo.
Sabía que su madre iba escudriñando ventanas ajenas, mientras se ajustaba los guantes, no le pasaba desapercibido ningún movimiento por leve que fuera. Iba cuantificando los vecinos pecadores, malvados, hijos de Satanás que no habían acudido a la Iglesia, y entre calificativo e insulto iba santiguándose y murmurando salmos.
Al llegar a casa agotada de palabras y rezos no le quedó más remedio que colaborar con el puré de patatas y el asado de todos los domingos. No sabía si era falta de imaginación o absurda tradición pero ya odiaba ese filete de carne asada oscura y crujiente por fuera, rosácea por dentro y ese peguntoso puré servido a cucharadas inmensas junto con los corredores guisantes que recorrían el plato. También ella los había desgranado, desenvainar guisantes le permitía dejar llevar su imaginación lejos y su madre que le suponía enfrascada en la tarea, generalmente callaba.
Sentarse a la mesa podía llegar a ser un suplicio, un monólogo materno en el que su padre solo acertaba a decir en los momentos justos "si, cariño". Muchas veces se entretenía en observar lo bien que su padre dominaba la escena, se le notaba lejos del tema de conversación pero con cierta magia conseguía decir "si, no, o lamentable" en el momento adecuado. Suponía que eran largos años de entrenamiento.
Tras la comida dominical se le permitía salir a dar un paseo con las amigas. Antes de atravesar el umbral de la puerta su madre revisaba su vestuario, falda de largo adecuado, con medias bien subidas y el último botón de su camisa abrochado hasta dejarla sin respiración. Recomendaciones prohibitivas todas (Katherine Mary Ann no hagas...Katherine Mary Ann no mires...Katherine Mary Ann no digas...), y por fin...¡la libertad!
No sabía que podría ocurrir si su familia lo supiera, no lo pensaba, aunque creía que no tendría remordimiento alguno. Mientras avanzaba sus labios se tornaban rojo intenso por obra y gracia de un espejito y un carmín escondido en su bolso de mano. Se desabrochó dos botones y se ajustó la camisa para remarcar su figura y esperó paciente a su amiga y cómplice.
Sólo diez minutos después de haber abandonado su domicilio y haber cerrado la puerta, abría la del club...El swing -música del demonio- le recorrió el cuerpo. Lo vio de lejos esperándole en la clandestinidad, fumando y bebiendo a sorbos pequeños un bourbon con hielo. Intuyéndola se acercó a buscarla y casi antes de poder pedir una copa ya estaba en la pista de baile dejándose llevar en sus brazos. Llevaba una semana esperando. Ahora ya, era feliz.


miércoles, 13 de noviembre de 2013

EL DON

Mi hija pequeña que es niña y ejerce de serlo, -sin ningún interés feminista, machista, neutro o como sea la disculpa que tengo que tener, que luego ya se sabe...- ha seguido con pasión las historias de "Campanilla" .
Para los que no se hayan adentrado en ese fascinante mundo aclaro, el hada dicharachera de "Peter Pan" de cierto genio y celosa de la encantadora y almibarada Wendy, tomó protagonismo en un momento dado, y Disney decidió hacer un par de películas y editar unos libros donde se conocía a la pequeña hada y su vida en la "Ensenada de las Hadas", que es donde vive. Allí, se aprende que cada hada tiene un don, que es lo que sabe hacer bien, unas son recolectoras, otras son hadas del agua... Y a mi me gusta esa idea del don.
Hay personas con el don de saber escuchar y personas que tienen unas manos angelicales para la costura, la pintura, la cocina, la escultura o la música. También existen los que tienen un don para la palabra.
Los que tienen este don y lo utilizan son pocos, menos de los que creen tenerlo, que a veces algunos se llenan de ínfulas antes de tiempo...o tras muchos años. Ahora bien, cuando se tiene de verdad y se fomenta es una delicia para los que leemos. No se necesitan muchas páginas, tampoco tiene que ser un texto barroco, no hay que llenar líneas de sinónimos imposibles, ni hacernos sucumbir a la reflexión extrema.
La lectura es un placer. Hay autores que como el sabor de tu helado favorito, te gusta desde pequeña y le eres fiel por encima de cualquier cosa (bueno, casi), otros autores te van gustando con el transcurso de los años, a base de edad se van añadiendo a la lista de lectura temas y formas de escribir más complejas, en ocasiones te ligas a la obra de un autor en función del momento que vas viviendo, sucede igual que ocurre con la música, hay días que necesitas a Metallica subiéndote el ánimo, a Elvis para disfrutar de un día redondo o lo más melancólico de Barbara Streisand para regodearte en tu dolor, por poner unos ejemplos musicales cualquiera...
Personalmente hay algo que me produce mucho placer, es algo de lo que disfruto en la intimidad de mi soledad con un libro (o la pantalla) y es cuando descubro a alguien que creo que tiene el don, me emociona pero mantengo una prudencial reserva. Entonces le sigo y compruebo si es cierto y si mis pálpitos son realidad es cuando egoístamente me callo y durante un tiempo esos textos y yo tenemos una relación en la clandestinidad, conociéndolos bien, y después de haber gozado de su compañía, sólo entonces, me atrevo a hacerlo público y le cuento a los míos lo que se pierden y así tras el privilegio que me concedí comparto que he descubierto un gran autor...y quizás ese sea mi don.


martes, 12 de noviembre de 2013

PELDAÑOS CON WHISKEY

Venía caminando por la acera, eran pocos metros desde aquel magnífico coche. A penas veinte pero su paso lento y firme hacía que parecieran la quinta avenida.
Él era un tipo duro, un hombre que pese a no tener mucha altura poseía una gran sombra, se sentía su presencia antes de que llegara, atraía la atención. En realidad solo era un chico de la calle que consiguió encauzar su frustración a costa de peleas ilegales, matones de trajes baratos, y whiskey con regusto a matarratas.
Tuvo compañeros, súbditos, sicarios a sueldo, asustados hombres que temían por su vida bajo la mirada tuerta de su pistola, mujeres llorosas por continuar a su lado viviendo un poco mejor de lo que lo hacían antes en el arroyo en el que le conocieron, barman solícitos y muchos conocidos. Tuvo todo eso, pero nunca amigos, no tenía a nadie a quien acudir, ni le tentaba la idea. Él era la voz y el poder que los demás temían, de los pocos valientes intentaban plantarle cara nunca más se supo, otros más inteligentes se ofrecían a sus servicio, y también le pedían dinero a un adecuado interés...con penalizaciones muy justas, dijera lo que dijera el fiscal del distrito.
Ella era pequeña e inteligente, demasiado guapa para llorar y demasiado lista para conformarse con la triste vida de pobre chica que le había tocado en suerte. No confiaba en nadie y nunca se había enamorado, ambas debilidades podían apartarla de su plan de vivir en una gran casa sin tener que preocuparse ni de hacer un café.
Sabía perfectamente a quien se acercaba cuando hizo lo imposible por sentarse a su lado, se acomodó como sin ganas, ajena a las miradas que la atravesaban como puñales provenientes de una simple mujerzuela que se había ausentado minutos antes al baño. La ignoró, suspiró hipócritamente y siguió la conversación con él...con monosílabos con sabor a parrafada, y consiguió lo que casi nadie había hecho: hacerle hablar.
El corpulento varón no sabía bien como se perdió en esos ojos oscuros y por qué empezó a descargar en su fragilidad todo su pasado, pero lo hizo, y ella le escuchaba atenta hasta que rompió a llorar y él, desconcertado por primera vez en su vida, no supo reaccionar.
Sus lágrimas le aturdían y no sabía qué decir, qué hacer, se sitió desarmado mientras su pistola seguía en el mismo sitio que siempre, sólo sentía ganas de hacer lo que fuera, matar a quien hiciera falta, poner la ciudad a sus pies si era lo que necesitaba pero que el torrente que resbalaba por su rostro parara.
Entonces, con la suavidad torpe de unas manos que nunca habían acariciado con el corazón, le secó las lágrimas y le levantó suavemente el mentón buscando con su mirada los labios de ella. La besó despacio sin la acostumbrada prisa del beso vacío de la premura del sexo. Se dio inmediatamente cuenta de que algo no iba bien, ¡maldita sea! se había enamorado.
Y mientras ella sacaba su polvera para intentar hacer desaparecer los surcos en el maquillaje con coquetería, sonreía para sus adentros. El primer peldaño de esa gran casa, ya lo había subido.




lunes, 11 de noviembre de 2013

ABSTINENCIA

La Real Academia de la Lengua Española, la RAE para entendernos, es ese sitio donde hombres y mujeres hablan del idioma, le ponen normas que ellos se saltan y llegan tarde a la realidad coloquial y escrita del español (o castellano o como quieran decirle, que depende mucho del que se exprese respecto el idioma...) pero que por otro lado edita un diccionario que así en grandes rasgos, es ese libro gordo donde vienen todas las palabras y lo que significan. Y eso está muy bien.
Pues esta antiquísima Real Academia define la palabra Abstinencia, del latín abstinentia, en su segunda acepción, como: "Virtud que consiste en privarse total o parcialmente de satisfacer los apetitos". Demoledor.
Creo que no hay una palabra más poco agradable, menos simpática, y más coercitiva. Dar de lado a un placer además siendo consciente de que se está abandonando la posibilidad de disfrutar de éste, sea el que sea. Porque no todos tenemos los mismos apetitos, nos hacen disfrutar las mismas cosas o nos satisface de igual manera una realidad.
Abstenerse puede llegar a ser una manera de no dar una opinión, de no comprometerse con un momento determinado, no expresarse en favor o en contra de una disyuntiva. Eso puede estar bien, aunque personalmente no estoy muy por la pasividad de decisiones y las personas tibias que no se definen en la vida o frente a problemas o cuestiones de mayor o menor relevancia, es decir, me fastidia el que no toma decisiones en su comunidad de vecinos (y luego se queja) y el que no vota a nadie (y protesta por todo), por poner un ejemplo.
Pero la Abstinencia, ¡esto ya son palabras mayores!, es realmente condenarse en vida, no dejarse llevar, no satisfacer lo que deseamos...eso no puede ser bueno, estoy segura que habrá médicos que estarán en contra y movimientos ciudadanos establecidos en plataformas, con su correspondiente subvención, que están inmersos en actividades reivindicativas en contra de la abstinencia.
Creo que voy a desterrar a esta palabra de mi vida, y de mi diccionario, buscaré algo menos angustioso.
Además yo me voy a quedar con la sabiduría popular que cuando estás enfermo con una gastroenteritis y te entran ganas de comer algo presuntamente dañino, viene alguien y te dice: "si te se apetece, es que no te va a caer mal".

domingo, 10 de noviembre de 2013

SR. CARTERO POR FAVOR...

La generación de adolescentes actuales tienen un abanico de posibilidades que jamás pudimos soñar los anteriores. Y no me estoy retrotrayendo a los adolescentes de la postguerra, ni a los de los años sesenta corriendo delante de los grises que evidentemente la comparación es obvia; me refiero a mi generación, que sufrió los cambios hormonales entre los ochenta y la primera mitad de los noventa. Aquellos que incluso nos llamaron JASP, jóvenes aunque sobradamente preparados, y que visto lo visto lo que nos tenían que haber preparado es para ser capaces de aguantar mentalmente con fuerza una situación de desempleo por muchos títulos o experiencia que tengas...pero eso es otra historia.
El adolescente de hoy tiene los recursos infinitos que le presta la red de redes, que dicen los entendidos, tienen un teléfono en la mano, mensajes "gratis", fotos instantáneas...todo. Que esté mejor o peor utilizado no es culpa de las herramientas, sino del teenager en cuestión, que por desgracia el tema se presta a cierta hipocresía...lo que antes era "mi niño no ha sido, han sido las "junteras"" ha pasado a ser "la culpa es de internet".
Las relaciones sociales son mucho más abiertas y fáciles ahora, incluso con sus profesores del instituto o con alguno de sus ídolos, una vez tienen un correo electrónico, una cuenta en una red social o un número de móvil, ya no hay más de lo que preocuparse. Bueno, sólo de tener un wifi cerca.
Mi generación aún esperaba al cartero sobre todo después de algún amor de verano, la emoción al acercarnos al buzón y ver un sobre si que puede compararse con ver un mensaje de whatsapp o de la aplicación que sea, pero luego venía una segunda parte, leer a escondidas, conocer su letra (a veces descifrarla), lo que te decía y cómo te lo decía...y luego guardarlas para acabar memorizándolas, buscar una caja, un apartado privado fuera de miradas curiosas donde acudir a releer...eso ya no lo tienen. Y si encima el escritor epistolar era considerado un pérfido truhán entonces...había que aprenderse el horario del cartero, casi sobornarlo para que te diera la carta en mano y que nadie se enterara de que ese chico al que en casa le habían puesto mala cara, aún seguía siendo un loco enamorado, ahora remitente impertérrito en la parte de atrás del sobre.
Lo de hablar por teléfono ya podía ser considerado como algo de un nivel superior, sobre todo si estabas -como era mi caso- en un colegio femenino, porque no había, en principio razón, para que te llamara un chico por teléfono, así que primero te tenías que lanzar en plancha cada vez que sonaba para que no lo cogiera ningún adulto lleno de preguntas, y después esconderte convenientemente entre risas, nervios y rubores. Y eso si tenías la suerte de que los inalámbricos hubieran llegado a tu casa o hubiera más de un fijo. Otras veces era pura estrategia, una cabina de teléfono (¡qué cosa más antigua!) y una amiga solícita a conseguir que los dos enamorados pudieran decirse alguna palabra ...y eso dependiendo de lo que duraran los cinco duros o de que no llegara alguien a decirte que necesitaba el teléfono.
Esos nervios y esos recuerdos, la caja de cartas siempre queda, no la tienen ahora, personalmente les diría que aunque ya no fuera necesario comprueben la experiencia de lo que es tener un sentimiento que seguramente no durará toda la vida, aunque lo parezca, escrito de su puño y letra.



sábado, 9 de noviembre de 2013

EL QUE ODIA

Entre las frases que le he oído repetir a mi madre, que ya quisieran Jodoroswky, Cohelo y Benedetti juntos sentenciar como ella, está la de: "Quien odia es el que pierde porque el odiado ni lo sabe, y vive feliz y ajeno al odio que fomenta"
Es cierto que a veces el odiado es plenamente consciente de que no es santo de devoción de muchas personas, como Cristóbal Montoro, pero o le es indiferente o incluso le dá algo parecido al gustito. Las perversiones humanas creo que son tan infinitas como el tiempo, los números y el espacio. Todo junto.
Acabo de leer en la Tercera de ABC a Hermann Tertsch, que no siempre es santo de mi devoción, pero hoy es muy descriptivo de manera bastante notable. Cuenta como se destiló odio con frialdad absoluta en la Alemania nazi y como la noche de los cristales rotos fueron vidrios reventados en silencio, como si hubieran caído en la moqueta o en una carísima alfombra persa. Dolor mudo. El ser humano es capaz de las cosas más nobles y honestas pero también se vuelve una persona cruel y despiadada por unos ideales o un odio exacerbado.
Yo, que soy incapaz de dilucidar nada en psicología o en psiquiatría, no se donde está la diferencia entre el punto de locura o de maldad, no tengo nada claro si el asesino que pone una bomba en Hipercor es perverso o está enajenado con una utopía nacionalista legal, chupiguay y siempre en superávit. No comprendo como desde la mesa de un despacho, alguien ordena destrozar la vida de cientos de personas en pro de una nación y en base a un odio a determinada religión o siglas políticas, y si no entiendo eso, menos aún puedo comprender como hay un coro de seguidores que no solo comprenden y aplauden la moción, sino que también la secundan y ejecutan.
Un día fueron los nazis, otro los dictadores de izquierda comunistas, troskistas y lennistas, hoy es Cuba o es China, ETA o el terrorismo islámico, son países africanos con niños soldados, niñas sin derecho a la educación o mujeres a las que le prohíben conducir...se supone que el poder es cegador, absorbe, cambia, pero me temo que en estos casos no es cuestión de ceguera sino de ser muy hijo de puta.

viernes, 8 de noviembre de 2013

EL AMOR ESTÁ EN EL AIRE

El amor está en el aire, como si fuera primavera y los vulanicos de Graná hicieran su aparición. ¿Qué son los vulanicos? Para unos un diente de león, de esos que se cogen y se piden deseos, y para otros, esa especie de pelusa que forman unos árboles de los que yo no me se muy bien su pedigrí pero que mi amiga les decía plataneros, están en todo el Parque García Lorca de Granada, pero la verdad es que cualquier parecido con el árbol que nos da los plátanos es pura coincidencia. Mi nivel de botánica es dividir a los árboles entre palmeras y no palmeras y el de zoología entre bicho (asco) y animalito...ahora bien, si estoy inspirada igual doy para separar entre mamífero y ovíparo...pero solo si no es muy difícil. Soy urbanita, y distingo bastante bien entre un bolso de firma y uno falso...cada uno tenemos nuestro superpoder...
Decía yo que el amor está en el aire porque cuando presto atención a las conversaciones y temas de actualidad, al final todo se reduce a temas sentimentales, de amor y desamor, de infidelidad, de pasión, de abandono, de falta de deseo o de promiscuidad...así que debe ser que la emotividad es importante en nuestras vidas, o que de tanto ajustarnos el cinturón hemos dado a la tecla que nos fomenta la sensibilidad y el sentimentalismo...o la carnalidad, que esa también cuenta y por lo que veo, mucho.
Hay otra opción, lo que ocurre es que es más pragmática y luego me regañan por ser siempre tan práctica, pero la verdad es que creo que en tiempos de crisis, malos rollos, dramas y escasez, la única forma económica y dispersante de evadirnos de la realidad es enamorarnos, o como decían las abuelas andaluzas "enamoriscarse" que es lo mismo pero no es igual, es un nivel menos, no es amor eterno, no es un sentimiento profundo, es más o menos, lo que los adultos en un momento dado definen como "nos estamos conociendo" y la chavalería nombra como "rollo".
También puede ser que el frío que no llega, nos tenga el cuerpo de efervescente primavera, por lo menos por estos sures, aunque hay quien dice que el invierno se presta más a buscar la compañía ajena, aunque sea para quitarse el frío...y puede que sea así...sobre todo cuando este invierno el presupuesto para calefacción se vea disminuido. Yo, y esto es personal, creo que el otoño y la primavera, sin mucho calor y sin mucho frío, son las épocas más favorables al contacto humano, y creo que se entiende bien...que al final al post de hoy le voy a tener que poner rombos.
Sea lo que sea, no es mala salida, y si es verdad que al mundo lo mueve el amor (que no lo tengo tan claro yo) iremos tan rápido que vamos a pasar al 2015 directamente y sin pasar por la casilla de salida, como en el Monopoly. Igual así salimos de la crisis.

jueves, 7 de noviembre de 2013

SONRISA


Ni siquiera las personas que la conocían bien eran capaces de percibir el leve matiz, había que ser muy observador y con todo y con eso, en ocasiones, era imperceptible el cambio, la diferencia.
Ella sonreía como tantas veces, una sonrisa amplia que le llegaba hasta los ojos, que es donde se descubren las que son sinceras, las que no son compromiso ni hipocresía social. Las sonrisas se validan en la mirada, siempre y cuando no fuera ella porque la verdad es que estaba de pie, tranquila y con aplomo, deseando lo mejor como tantas otras veces, a tantas otras personas y sin embargo esta vez era distinto.
Sólo se podía reconocer en un pequeño y bien controlado escalofrío, la piel de gallina disimulada en una conveniente manga larga, y un pellizco en el estómago sin más traslación al exterior. Por dentro su alma resquebrajada y su corazón impertérrito bombeando sangre helada.
Le deseaba lo mejor y eso no era mentira, nunca podría desearle mal a nadie, y menos a él, pero en esa esperanza de bonanza iba implícita una renuncia, leve, pero importante. Sonreía si, aguantaba el tipo, pero no le quedaba ninguna duda que a partir de ese instante no habría hueco para ella en ese nuevo momento para él. Nada podía pedir y jamás exigiría lo que en el fondo no podía dar por falta de medios, de oportunidad, la vida es así...circunstancias pero dolía, escocía mucho.
Ser una mujer decidida, independiente y atrevida tenía una parte maravillosa a la que no estaba dispuesta a renunciar, además de que estaba segura de que no serviría para nada; pero también tenía una parte negativa que era, entre otras muchas, la de llevar con dignidad momentos como este.
Le acarició despacio el rostro, se despedían, no era para siempre, volverían hablar, no quedaba duda, se verían y compartirían incluso algo más que un café, pero ya se había roto, fuera lo que fuera se había roto, entrarían personas nuevas en su vida, si no estaban esperando ya, y casi con total seguridad también en la de ella aunque ahora mismo le pareciera imposible.
Le dijo adiós pero no obtuvo respuesta, se dio la vuelta y no miró atrás, calculaba los días en los que no tendría noticias...si serían muchos, pocos, nunca...caminaba erguida al compás del sonido de sus zapatos de tacón, y ya por fin, se dio el lujo de dejar de sonreír.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

WERTASMUS

Me gusta poco introducir la actualidad política en este blog porque es tan prosaica que en ocasiones me parece que ensucio un poco esta humilde casa virtual que son mis gotas.
La verdad es que además de los derechos de los niños, pocas cosas me preocupan más que la educación, más bien Educación, con mayúsculas y en general y claro, me altero, me enervo y acabo posteando un tema del candente día a día.
España, años ha, era un país culto, literariamente dio grandes y científicamente, para los habitantes que había y los medios, no se puede decir que nos fuera mal del todo. La cuestión es que eran pocos los formados y muchos los analfabetos. Eso, visto desde todos los ángulos posibles, era inaceptable. Había que cambiarlo y se cambió.
No sé porque motivo ni razón al ampliar la cantidad de estudiantes, el nivel fue bajando...y ha sido una progresión directa hacia abajo. A más recursos, más profesores, más planificación, más estudiantes....peores resultados. El que quiera decir que es cuestión de dinero, lo digo alto y claro, miente. Miente deliberadamente con un afán populista y rastrero. Lo primero porque la educación mueve masas y lo segundo porque es tan sagrada que nadie debería jugar con ella.
Sería un detalle impensable en nuestra egoísta clase política que hicieran con consenso y compromiso de larga duración un pacto por la Educación, un plan justo, equitativo, firme, consecuente, nacional, lleno de conceptos y responsabilidades. Desde los niños de tres años hasta los post grados, sin ambiciones políticas, amaestradoras o con afán de influir en el voto de sus padres o en el suyo propio. Imposible.
Y es necesaria una política de Becas real y justa. Becar a una alumno es ofrecerle los recursos suficientes para que consiga su título si no los tiene. Esta perogrullada tiene dos partes: un alumno con dificultades económicas, y un título por conseguir, lo que ocurre es que el Estado no puede becar eternamente a todos los que quieren estudiar porque yo, que seguramente necesitaré que bequen a mis hijas, tampoco entendería pagarle año tras año a un estudiante que no cumple. Es un contrato...yo te doy pero tú me das. Debe primar el esfuerzo, el compromiso de los que realmente se dejan la piel estudiando, no sólo la capacidad económica. Que también.
Sería maravilloso que la educación gratuita llegara hasta los post grados, pero no es así, con todo y con eso la Universidad es deficitaria, con la matrícula no se paga la totalidad del servicio...es mucho más caro de mantener. ¿Podría despilfarrar menos la Universidad? sin duda, igual que las televisiones y tantos observatorios y fundaciones que tienen las comunidades autónomas, pero aún así, el pago de la matrícula no cubre el cien por cien de los gastos de un alumno. No hay más que ver lo que cuesta una universidad privada, para cubrir gastos y ganar algo, los precios pueden llegar a ser diez veces más que en la pública.
Otro tema son los Erasmus, es cierto que muchos van a pasarlo bien, a recorrer Europa, a no darle un palo al agua, y a crecer emocionalmente, por decirlo de alguna manera, pero también los hay que se implican y estudian. Incluso algunos brillantes, se lo pasan en grande y vuelven con notazas. Pues olé. Pero que nadie se equivoque, en la mayoría de los países con la beca no llegas a cubrir gastos, aunque no vengas a ver a mamá...es una beca no un "todo incluído".
Este tipo de beca, desde mi punto de vista, también tiene que ayudar a los que menos tienen...a los más válidos que menos tienen, a los que van a aprovechar el dinero, que es de todos...pagado entre todos (o al menos entre los prigandos que tributamos con cierto desparpajo de pobre) ahora bien... a mitad del partido no se cambian las reglas, "la pelota es mía y me la llevo".
Puede que para usted, Sr. Wert, señores políticos todos, cuarenta euros no sean nada, "chocolate del loro" (odio la expresión), pero eso puede ser el pan de un mes, el bono de transporte, el gasto de luz, etc. Esos cuarenta euros estaban ya en el presupuesto de esos alumnos, en su "contrato" y aunque se que se les da bien el recorte y algunos se han quedado sin paga extra, pese a contar siempre con ella, estar en su presupuesto familiar y en su contrato, la verdad es que no es justo y alabo su valentía para tragarse incómodamente sus palabras sin televisión de plasma de por medio pero así, hablando en plata, Sr. Wert lo suyo fue una cagada.

martes, 5 de noviembre de 2013

DAR Y QUIZÁS RECIBIR

Hay personas que siempre están en nuestra vida, sin hacer ruido, sin aspavientos ni golpes de pecho, pero están. Cuando vienen mal dadas, de repente, sin necesidad de aviso ni señal de socorro, aparecen.
Hace muchísimos años, siendo una niña, recuerdo haber leído en el Selecciones Readers Digest  -mi familia estaba suscrita, ¡qué cosas!- una historia de esas tipo testimonio, de alguien que contaba que tuvo una muerte muy traumática en la familia, y que todo el mundo llegaba y preguntaba en qué podía ayudar y ella, aturdida, no sabía ni organizar el funeral (allí luego hay una especie de reunión en el domicilio, y complica aún más las cosas, claro) pero que no podía olvidar a su vecina, que sin decir nada, llegó, y limpió los zapatos de todos los miembros de la familia...algo necesario pero en lo que no se suele caer. Desde entonces pienso lo útil que es estar y saber que hacer en todo momento. Lo hice leit motiv de mi vida y siempre pienso en qué puedo ayudar antes de estorbar.
También hay personas que aparecen en los malos momentos, por primera vez en tu vida, gente que de pronto son necesarias, casi imprescindibles aunque a penas las conoces, y se crea un vínculo extraño pero fuerte. Y de repente desaparecen como vinieron y casi no las puedes buscar ni, por supuesto, guardarles rencor...o se quedan para siempre.
Y luego están las que no aparecen, las que saben de tu mal momento o de tu dolor, las que conocen al cien por cien tu sufrimiento y no se acercan a decirte nada, a dar un abrazo, a servir de consuelo...y las esperas, y duele que no lleguen porque no estaba previsto, porque es una sorpresa, pero se olvida fácil...no merece la pena.
No me sirve ser una persona descreída que no espera nada de nadie, porque además estoy convencida de que no son ni a mitad de las que lo dicen, de hecho creo que pocas, muy pocas, personas realmente son así ya que si nada esperas jamás se sienten defraudadas... y siempre, en algún momento, existe ese sentimiento.
En los malos momentos hay que estar...no hay duda y aunque íntimamente esperamos que estén en nuestros malos momentos, tampoco es cuestión de dar apoyo ...esperando a recibir ayuda.

lunes, 4 de noviembre de 2013

FINALES SIN FIN


Solo hay algo peor que un "puedo vivir sin ti", y es que ni lo verbalicen, ni lo digan. Ni a la cara, ni al oído, ni por escrito. La cruel desidia de la ignorancia, la dejadez del olvido. Ser consciente de que ya no importas.
Siempre le he temido a las personas que no afrontan una despedida, un adiós. Yo las despedidas las odio, nunca me gustaron ni me gustarán, soy demasiado emotiva y reconozco que para mí son un suplicio, sin embargo las considero necesarias, imprescindibles, y más en algunos momentos especialmente sensibles.
Quizás, no lo niego, es culpa mía evitar a este tipo de personas reacias al adiós, aunque a veces no son fáciles de reconocer, pero es que no se interpretar las señales que me mandan, que no se quien confundió en un momento dado el código de circulación con las relaciones humanas, o puede que sea muy torpe cuando me dicen con indirectas que no interesa lo que digo, lo que pienso o lo que siento.
Hay además un tipo de persona que va alargando las conversaciones y da excusas, y yo que me reafirmo en mi torpeza, no se si me están mandando al fondo a la derecha o realmente es una sincera disculpa de corazón y tengo que incluso compadecerme por el estrés que sufre. Con lo cual me planteo con cierto remordimiento si no estoy siendo lo suficientemente empática con la ansiedad ajena...o si por otra parte, tengo que huir antes de que me odien.
La cuestión se agrava cuando la relación es sentimental o pasional, dejar morir un amor aunque sea efervescente, de verano, ocasional, incluso si lo de amor le queda grande... es, para mi manera de ver, la peor de las opciones. Llenar los espacios de promesas sabiendo que no van a cumplirse, las manos de ilusión, las horas de sueños conociendo que quedarán en papel mojado me resulta una de las torturas mas crueles que puedo imaginar. Es cierto, que incluso cuando le preguntas a alguna persona dada a esas "despedidas", se reafirman en que tenían esos propósitos pero que finalmente fueron las circunstancias las que provocaron esa ruptura, ese final, sin cortar el hilo que los unía ... simplemente esperando a que se pudriera.
Está claro que no necesitamos el aire que otro respira, ni se nos para el corazón si no nos mira, nos habla, nos besa... es obvio que se puede vivir sin amor o aún peor, con desamor. Pueden morir las amistades como mueren los días, pueden terminar las historias de amor, como lo hacen los cuentos de princesas, pero prefiero yo un "The End" a tiempo.
La verdadera valentía es sin duda, decir adiós mirando a los ojos.