martes, 30 de abril de 2013

NESFASTA SOCIEDAD.

Leemos titulares de prensa anestesiados, no terminamos de abarcar la profundidad de lo que nos informan e incluso a veces, por desgracia, es el titular el que no se corresponde con la noticia, no se desarrolla con datos certeros y clarificadores o está manipulado.
Cada vez conozco más personas que ven la cabecera del telediario, informativo, noticias, parte, como se quiera decir, y después lo apagan hartos de ver "más de lo mismo". En incluso se vuelven intolerantes a la cara de los políticos como si fueran alérgicos a la lactosa. Evidentemente la lactosa tiene más densidad que cualquiera de los que están en el Congreso de los Diputados.
La crónica del día a día en España es un continuo de datos macroeconómicos y noticias de tribunales que indignan y desesperan a un tele espectador aburrido de ver lo barato que sale robar en este país porque aquí nadie devuelve nada, el dinero no vuelve de los paraísos fiscales y después de dos añitos a la sombra en régimen de todo incluido, se recoge lo sembrado (vulgo, trincado) y desde algún sitio sin extradición se sonríe, e incluso algunos, muchos, varios, se quedan aquí con la chulería de quien se sabe timador y ganador.
Las violaciones, palizas, lesiones a duras penas tienen condenas moralmente justas.
Y lo barato que sale matar...es inconcebible para muchísimos de los países mal llamados desarrollados que aquí un terrorista tenga un funeral de estado (si son nación, será de Estado, vamos, digo yo) y por matar a dos hijos caigan un puñado de años, que encima se ven acortados por eso supuesto buen comportamiento. Es más, hemos llegado a proteger tanto tanto al asesino, incluso confeso, que se puede permitir el lujo de fanfarronear y vacilar a todos los cuerpos de seguridad y tribunales, provocar un gasto a las arcas públicas que nunca volverá, y aún asi, protegerlo de esa sociedad que lo condena. Ojo, no estaré yo jamás de acuerdo con el escarnio público o la pena de muerte.
Pero hoy leo un titular, "muere una niña de cuatro años en India tras ser violada" y entonces, blanco sobre negro, sale a la luz la miseria humana que somos, el nefasto mundo que hemos construido, y surgen muchas preguntas: ¿no nos duele esa niña si no es de nuestro país? ¿no hay tribunales internacionales que juzguen, condenen, a seres así? ¿dónde están los colectivos defensores de los niños, de las mujeres, de los derechos humanos si aun se permiten estas cosas? ¿cómo es posible que se nos haya atrofiado el alma?
Y lo peor, apenas hace unos días fue otra niña de cinco años, hoy le toca a ella y no será la última, murió de un ataque al corazón, ¡con cuatro años! y no se como podemos mirarnos al espejo si permitimos, todos, estemos donde estemos, que el corazón de una niña sufra tanto que finalmente se pare y así por fin, sea libre.


viernes, 26 de abril de 2013

EL INSOMNIO DE SOFÍA

No hacía ni tres años, quizás un poco menos, que cuando Sofía decía que no podía dormir lo que en realidad sucedía es que tardaba dos minutos en conciliar el sueño y no llegaba en estado cadáver antes de poner la cabeza en la almohada. Sus sufrimientos no debían de ser importantes porque esos eternos ciento veinte segundos eran todo lo que ella, y su biología, consideraban suficiente para purgar las penas y reflexionar sobre sus angustias.
Madrugaba mucho, trabajaba fuera de casa, y nadie "de fuera" le ayudaba con sus quehaceres domésticos, su vida se condensaba en una jornada de ocho horas largas más dos de trayecto entre la ida y la vuelta, y se le añadía ir a la compra, hacer comidas, poner lavadoras, ayudar a los niños con los deberes, fregar baños y finalmente...caer rendida en la cama con el arrullo de la televisión, la radio, o la compañía de un libro que inevitablemente recogía del suelo por la mañana.
Su preocupación máxima eran sus hijos, sin duda, pero tenía la suerte de tener unos buenos chicos, más o menos responsables y conscientes de las circunstacias colaboraban y aunque alguna que otra vez tuviera que poner firme a su pequeño regimiento, la verdad es que su cuartel se movía en una cómoda y agotadora rutina.
Eso era antes, luego llegó el despido. Tantos años de estudio y esfuerzo, de horas de trabajo, experiencia adquirida, idiomas, y sacrificios familiares, un finiquito ridículo y la calle. Cobró la prestación si, y aún le llegaba la ilusión para ir de un lado a otro, las mismas ocho horas entregando curriculums, formándose aún más, y sobre todo aprendiendo a no decaer, a mosotrar la sonrisa fuera y dentro de casa. "Todo se arreglará, todo pasa por algo, saldremos adelante" y mientras la ingenieria financiera doméstica dejaba fuera algunos privilegios...gimnasio, el tabaco de papá, fuera televisión satélite, cervecitas con los amigos, se acortaron los días del verano y el periodo estival se convirtió en fin de semana...
Pero ya no había prestaciones, y a duras penas se permitía el lujo de protestar...era tan fácil ver a alguien mucho peor alrededor, personas, familias enteras viviendo de la caridad de los familiares, dejando de lado el orgullo y verse en la cola de la parroquia de su barrio, a la que nunca fue desde la Primera Comunión de su hijo el pequeño, a que Cáritas le diera un costo de comida para poder ir engañando al hambre...¡Cómo iba a quejarse! se repetía una y otra vez, al menos en su casa entraba un sueldo. Pequeño, pero algo seguro todos los meses.
La ingenieria finaciera volvió y los recortes llegaron al pescado fresco, a los filetes de primera, la luz se tornó lujo y la gasolina oro líquido, en algunos momentos hubo que tirar de los pocos ahorros que tenían porque el gasto de las gafas ni el dentista podían salir del sueldo. Imposible.
Y entonces Sofía sonreía a todos, evitaba preocupar a los suyos y mientras veía una utopía volver al mundo laboral aprendía esa nueva vida doméstica y acogedora tan desconocida para ella y se repetía que ahora sus hijos la disfrutaban más y viceversa, que había vuelto a recuperar el amor por la cocina (y sus equilibrios nutricionales y económicos) y que incluso tenía tiempo para ordenar fotos, libros, y tantas otras cosas que siempre postponía...
Lo que no había conseguido nunca más es que el insomnio durara sólo dos minutos.
(A todas y cada una de esas seis millones docientos mil setecientas personas, a las familias que arriman el hombro, a las personas generosas que ayudan a los demás, a los que sonríen en estos malos tiempos, a los que le queda esperanza y dan prestada. En especial a Paco Lara, un amigo de verdad) 

miércoles, 24 de abril de 2013

HUELLAS DE ATRACTIVO

Camina por la calle con la espalda derecha, sin vacilación, firme en el paso pero sin marcialidad en el andar. El viento juega con su pelo desordenándolo como si fuera el resultado de una cálida noche de compañía intensa y entonces sube los brazos casi como las alas de un cisne, como una dulce bailarina de ballet clásico y lo recoge en un gesto rápido, conocido y eficaz, con la seguridad de que durará poco y será un peinado efímero, continúa su paso. Es un camino a alguna parte, no pasea, sin embargo algo hace que parezca que flota por entre los adoquines de la ciudad.
Quien la observe desde lejos comprenderá cuanta sutileza femenina destilan sus movimientos, se le nota pensativa y dispersa y esos ojos vivos demuestran que su inteligencia va mucho más allá de la actividad neuronal, es inteligencia sensorial. Conductividad de pensamiento en la piel.
Lleva tacones altos al final de unas piernas eternas, el maquillaje tenue para la mañana, no es una mujer especialmente guapa, ni fea, la ropa que lleva no es de firma pero le sienta bien, elegida entre la comodidad y el buen gusto, sin embargo esto no es lo que le da la sensualidad, hay algo más, es esa manera intensa de no mirar, la boca entreabierta como si fuera a hablar, y los gestos cuidados de manera aprendida desde la infancia, sin imposturas, sin manual, inconsciente.
Finalmente llega a su destino, un par de niños como con churretes de agua se le cuelgan del cuello y se aferran a sus manos. Le cambia la sonrisa, se ilumina su mirada y escucha atenta y a la vez dos conversaciones distintas mientras avanza despacio, tironeada a ratos por esas manos pequeñas pero sin perder un ápice del equilibrio o la compostura.
¿Hasta que punto una mujer es consciente de que posee el erotismo como una rutina? ¿Es ese desconocimiento lo que le hace atractiva? ¿Qué es en realidad lo que provoca que las miradas se vuelvan, los caminos se ensanchen y las conversaciones enmudezcan? ¿Es amenzante estar en su presencia por la comparativa? ¿Los hombres bravucones en manada se sienten cohibidos en la singularidad? ¿Es la mezcla de dulzura y seguridad bien removida y no agitada la que atrae?

martes, 23 de abril de 2013

LIBROS

No soy yo muy de celebrar los consabidos "Día de" porque me resultan excesivos, siempre hay alguno y creo que nos hemos excedido en este ataque de celebración y jolgorio por distintas causas y cosas.
Yo que soy muy antigua para según que cosas, recuerdo que cuando alguien me decía "hoy es tu día" solía ser por dos circunstancias, a saber, que estaba en territorio aljarafeño y que estaba en el Rocío y de repente alguien se daba cuenta que era mi santo.
Tampoco voy a caer en el síndrome antisistema, algunos de esos días si lo celebro, por tradición, conveniencia, o porque sí. Siempre celebro el día de los "Tosantos", es decir, la celebración del Día de todos los Santos (que no halloween), el día de la madre que lo celebro como hija y como madre regalando y recibiendo regalos (algún día hablaré de la mente maquiavélica de algunos centros docentes a la hora de hacer esos regalos, aunque debido a las nuevas concepciones de familia, esto se está perdiendo pues había estrés infantil por tener que hacer dos regalos o tres). 
En Granada celebraba el día de la Cruz, tradición preciosa y a no perder ni ahogar entre botellones variados. Luego el día del trabajo, por ser festivo, como el día de la Constitución, etc.
Pero de los días sin festivo anexo y sin religiosidad añadida, reconozco que el que más me gusta es el Día del Libro. En casa es tradición que nos regalemos un libro y ese día todos estrenamos un ejemplar, yo este año ya he cumplido y tengo mis regalos hechos. En papel, eso si. No soy una ultra del libro encuadernado, y acepto leer en digital, pero no puedo evitar el romanticismo que me supone ver las estanterías, abrir cualquiera de ellos por un lugar indeterminado y leer un párrafo, olerlos, sentir el tacto del papel, tanto si son nuevos como si están ajados y cuarteados como la piel de un anciano sabio por años, por experiencias y reflexiones.
Es el día que alguien te pregunte cuál es tu libro favorito, no puedo decir sólo uno, mi memoria sensitiva, sensible y personal va ligado a los libros. Hay quien recuerda su pasado por una persona, por una foto, por un regalo...yo puedo hacer mi autobiografía en base a los libros que leí en cada momento.
He sido lectora voraz de un libro al día, y he tenido la ventaja de olvidar con el tiempo lo leído, con lo cual siempre me enfrento a un libro nuevo cada vez que lo abro pero con la seguridad de saber que me va a gustar. Ahora leo menos libros más noticias pero en cuanto llega el verano, me pongo al día.
Creo haberlo contado ya, pero cuando era pequeña mi madre me castigaba a no leer porque sabía que era donde de verdad me estaba reprendiendo. Luego me he visto haciéndoselo a mis propias hijas. Es entonces, con ellas, cuando he sido consciente de cómo, cuánto y cómo leía yo, porque son como yo.
Recuerdo como el peor de los castigos cuando mi madre, despues de leerme tres veces seguidas "El Camino" de Delibes,- leía, terminaba el libro, lloraba y volvía a empezar - me lo quitaba y me decía que hasta que no pasaran al menos tres meses no lo podría volver a leer.
Todos los veranos me leía todos los Agatha Cristhie, y eso me daba para medio verano, pero hasta que no empezaba con ellos, no estaba yo en mi periodo estival. Detrás de ellos venían todos los demás..."La casa de la Troya" siempre. Y "Los tres mosqueteros".
Los "Mafalda" de Quino, genial Quino, imprescindible Quino, me los sé de memoria, si me pusieran los bocadillos de las viñetas vacíos podría rellenarlos sin ningún tipo de problemas y eso que la primera vez que los leí pregunté en casa quiénes eran los "be at les", así como se escribe, sin más...si John Lennon hubiera levantado la cabeza...
Pasé una época que leía con fruicción teatro, los Quintero sobretodo, pero Mihura, el gran Muñoz Seca, Arniches, etc. También la poesía entró en mi biblioteca pero es algo que leo de tarde en tarde y poco, no disfruto de un atracón de poesía. Es como un pastelito pequeño y muy dulce, solo uno y de vez en cuando, eso si, disfrutando al máximo su sabor. Tampoco soy hipercultísima, la novela rosa, siempre de época, tuvo hueco en mi vida, sobre todo de la mano de Victoria Holt.
De más mayor, Pérez-Reverte, Lorenzo Silva (mucho antes de su premio Planeta, vamos, desde el principio) Ruiz Zafón, Alvite, García Márquez (algunos), Isabel Allende, Terry Pratchett (gran descubrimiento), Anne Perry y tantos otros...
Si tuviera que quedarme con un libro sin duda sería "El Camino" de Delibes, otros muchos están ahí, en mi estantería, en mi piel y en mi corazón porque han configurado lo que soy, porque han sido parte de mi educación, de mi elección, de mi libertad, de mi esencia.
Feliz Día del Libro

lunes, 22 de abril de 2013

SENSIBLE SENSIBILIDAD

Desde muy temprano he sabido que era un gran día y si algo durante el transcurso de las horas intenta nublarmelo, esperemos que no sea así, recordaré el sentimiento de esta mañana y conseguiré hacer un claro entre las nubes aunque sea a manotazos.
Todas las mañanas mientras preparo medio dormida un café imprescindible para conseguir abrir del todo los ojos conecto el wifi de mi móvil y miro los correos electrónicos y mientras saboreo el café o voy haciendo el desayuno de mis hijas, la merienda para el cole, quito el lavavajillas o el menester doméstico que toque, voy leyendo lo que me ha llegado durante la noche y después miro las noticias via Twitter.
Por lo general esos correos son spam, venta de outlets, vuelos baratísimos (a horas imposibles días entre semana), hoteles maravillosos más "baratos" y poco más, pero también me llegan los comentarios de este blog. Es lo primero que leo y los guardo todos, son mi tesoro, aunque normalmente el grueso de los comentarios me llegan por las redes sociales.
Esta mañana tenía dos, uno de la encantadora Luchy, mujer maravillosa y luchadora como todas y como pocas, una pintora diez. Sincera y "de frente", como buena asturiana, tiene la claridad de su mar y la frescura de sus prados.
El otro mail me ha sobrecogido, a duras penas tragué el café y he llorado, porque nunca me había pasado, sé que a los columnistas les sucede a menudo, pero a mi nunca alguien ha venido a dejarme un comentario sobre lo escrito si ese alguien es desconocido, pero ha sucedido y no tengo palabras para agradecer el detalle y el reconocimiento a un "artículo" absolutamene real sobre una mujer que nunca conocí pero que jamás se irá de mi cabeza, de mi corazón y de mis oraciones, Rocío Piñeiro, nuevamente gracias, esta vez por traer de la mano hasta aqui a tu hermano, para que tu familia sepa que somos muchos los que nos acordamos de ti y de ellos.

Este es el texto, a Rocío Piñeiro

domingo, 21 de abril de 2013

MALOS TIEMPOS BUENAS COSAS

Las circunstancias no se están poniendo fáciles, la sociedad en sí está cayendo rápido y en picado por un negro túnel de desolación y desamparo. Todos en mayor o menor medida están mucho peor que hace unos años y sucumbir al pesimismo sería lo más lógico, dejarse llevar y entonces sólo encontrar el lado gris y difícil de las cosas. Porque ese lado existe, no podemos engañarnos, existe un lado terrible, duro y doloroso. Eso no desaparece.
Hay personas con mar de fondo, obtusas y negadas a ver lo bueno de las circunstancias, hasta cuando son buenas, así que en estos momentos tan complicados aún menos, pero incluso cuando a duras penas hay algo por lo que sonreír existe un resquicio positivo. Siempre hay algo, por poco que sea, solo hay que abrir los ojos al recuerdo, sentir los olores...abrir el horizonte.
Es cierto que hay casos extremos en los que solo existe la opción de ayudar, sonreír, apoyar y animar porque la compasión creo que no es un buen sentimiento, tiene que ser una compasión muy noble, muy blanca y muy sincera para que detrás de ella no haya un ápice de superioridad y es lo que menos necesita alguien que esté pasando por una situación extrema: que le recuerden que hay un mundo muchísimo mejor, ¡claro que sabe que existe!, incluso puede que formara parte de ese grandioso mundo, pero ya no es así. Tampoco hay que analizar los porques, ni las causas, ni las culpas, las cosas han sucedido así y no hay más remedio que mirar hacia delante. Hay un dicho inglés que dice : "de nada sirve llorar por la leche derramada" es gráfico, y es real. Sólo podemos disfrutar de lo que tenemos y seguir.
Hay que aprender a disfrutar las cosas simples, las más sencillas, no es que no nos guste el lujo, la buena vida, los grandes viajes, las cenas íntimas, todas esas cosas que se relacionan con vivir bien y que suelen ser tremendamente caras, pero poco a poco hay que ir acostumbrándose al placer y el encanto que producen las pequeñas cosas. Y esas están en todas partes.


jueves, 18 de abril de 2013

PRESENTACIÓN LILAS EN UN PRADO NEGRO. BARCELONA

Nuevamente una presentación, esta vez la cálida Barcelona. No hay palabras para agradecer lo bien que nos trataron en la Fnac y la categoría y el cariño de Pepa Fernández, la profesionalidad no hace falta que la alabe porque es algo sabido por todos y que demuestra cada fin de semana.
Si bien es cierto que el trago de entrar a lo que fue una plaza de toros, yo que soy taurina, hecha centro comercial es algo difícil y encima por la puerta de la tienda del Barça, yo más madridista que el escudo....la verdad es que fue un lujo en todos los sentidos, por los asistentes, por el trato exquisito que nos dieron, por todo.
Puede que quede algo repetido, pero la verdad es que...es el mismo libro...

Buenas tardes a todos.



Mi nombre es Rocío, aqui veo algunas caras conocidas que sonríen y me tranquilizan pero para quien no me conozca yo soy...colaboradora de Alvite. Soy su mano derecha..o su pie izquierdo, depende del día. La persona con la que más discute y a la que más aguanta. Y viceversa.



Es un privilegio estar aqui en la Fnac con estos dos indiscutibles monstruos de la comunicación como son Pepa Fernández y Jose Luis Alvite presentando estas "Lilas en un prado negro".



Este libro es el quinto de Alvite, no hay quinto malo, y es un empeño personal mío cobijado por el permiso del autor y por la editorial Ezaro, cuyo patrón, Alejandro Diéguez, tuvo a bien respaldar.



Cuando José Luis confío en mi para preparar y documentar el libro anterior, "Humo en la Recámara", me mandó un pen drive completo de documentos y tuve que escarbar entre ellos. Estos archivos estaban nombrados por él pero no coincidían con los títulos de los artículos, o si, yo buscaba por entonces textos de ese maravilloso club de Nueva York que es el Savoy. Había no sólo "Historias del Savoy", porque éstas se mezclaban con otros documentos, algunos vacíos, con una sola frase, cartas personales, de Hacienda, y entre ellos aparecieron algunos, muy pocos, artículos del llamado entonces "Manicomio de Alvite". Estos artículos se editaron en el suplemento "Estela" de Faro de Vigo y yo me quedé impresionada por su intensidad, frescura y genialidad. Tras mucho trabajo y dotes de persuasión conseguí tenerlos todos y cuando me hice a la idea de la obra al completo decidí, por mi cuenta y riesgo, que había que hacer un libro ya que estos artículos solo habían sido publicados para Galicia y era una pena que no se pudiera conocer a nivel nacional. Aqui es cuando me puse pesada, terca me dice Alvite, y finalmente conseguí que accediera.



No ha sido tarea fácil, tras seis meses de espera y dado que no me enviaba ningún artículo corregido o con el visto bueno decidí que era el momento de tomar medidas extremas y coger las riendas, asi que la totalidad de los textos se los he leído por teléfono a Jose Luis para que retocara, corrigiera, aceptara o eliminara. Algunos de ellos varias veces. Desde aqui mi agradecimiento eterno por las maratonianas jornadas telefónicas porque además se que odias el teléfono.



Este libro nos saca del Savoy, de los matones, las mujeres desencantadas y el alcohol, deja atrás a Newman, a Terry, a Pavesse... y al mismo Al pero no se pierde la esencia de los hombres y mujeres derrotados, esos que tantas copas dejan sudar hielo al ritmo de la música, los disparos y la desolación. Tampoco es refugio del áspero y sentimental Alvite, el ínitmo y acosado por los remordimientos, sin embargo el autor está en cada frase.



"Lilas en un prado negro" es la mezcla de ambos.

Se desarrolla en un imaginario manicomio, San Antón de Restande, basado en el compostelano sanatorio siquiátrico de Conxo donde me comentaba Jose Luis que acudía a recibir tratamiento en una etapa de su vida, pero que con su desidida y falta de constancia innata, tampoco fue un paciente ejemplar, aunque acudiera por voluntad propia. Le sirvió no obstante de inspiración.



En San Antón de Restande hay mucha dulzura, soledad, lugares bucólicos, tratamientos experimentales, médicos burocráticos, palas de electroschok, pacientes adorables con asesinatos a sus espaldas, y otros perdidos entre varias personalidades. Como un paciente más el protagonista nos va desgranando el día a día en el sanatorio y nos va presentando a sus compañeros y sobre todo esta ella, Laura Sarandeses que es una de esas mujeres de Alvite, de mediana edad, desencantada, bella, imaginativa, solitaria, valiente en sus fantasías amorosas y cobarde en el amor, inteligente y friolera. Es enfermera del sanatorio y en ocasiones busca a nuestro protagonista para que sea su confidente entre esa algarabía de mentes trastornadas.



Yo solo puedo animarles a que entren al Sanatorio de Restande sin miedo y que se dejen atrapar por él, sin camisas de fuerza, y si se ven retratados en algún personaje, no teman, nos pasa a todos y no estamos tan locos.



Muchas Gracias.



A continuación doy paso a Pepa Fernández periodista, indiscutible reina de las ondas en Radio Nacional de España,



Ahora, y permítanme el lujo de repetir lo que escucho cada viernes sobre las doce y poco...les dejo con José Luis Alvite
 
 

martes, 9 de abril de 2013

RECUERDA POR FAVOR, RECUERDA

¿Recuerdas? Tú sentado inamovible y sin embargo tan cómodo. Yo sobre ti, recostada en tu hombro algo inquieta, mi pelo caía por tu pecho y me leías con tu voz grave y cadente y el significado de las palabras se volvía secundario.
¿Te acuerdas? Teníamos todo por delante y nada en las manos, sólo ilusión y ganas de comernos el mundo sin más ambición que contemplar juntos las cosas simples. Escucharnos. Saber que si nada teníamos nada podíamos perder porque lo material no importaba, nos pertenecíamos por voluntad propia.
Noches en vela sin más compañía que un libro y la lamparita, a veces un café y si estabamos de fiesta una copa de vino, o de whiskey que duraba hasta el amanecer, hasta que el azul rosáceo de la mañana nos recordaba que otra vez habíamos usado la noche en lugar de dormir.
Aún te recuerdo leyendo al aire, entre calada y calada a un cigarro apurado hasta más allá del filtro:

"Regálame una rosa que no esté usada
Entrégame una vida que no se gaste
Olvídame despacio, si así lo quieres
y vuélveme la espalda de tu regazo."

Y parabas, dejando la última palabra suspendida en el aire y aún no se si es porque necesitabas aire, estabas reflexionando, querías que lo hiciera yo o todo a la vez, pero yo no rompía el momento, nunca lo hice, saboreaba hasta tus pausas.
Era una época donde el día tenía más minutos porque habíamos aprendido a dejarlos parados a nuestra conveniencia y la derrota y el cansancio no formaban parte de nuestro vocabulario.
Fue otro momento, ni mejor ni peor, pero dime ¿recuerdas?


lunes, 8 de abril de 2013

LA EXCLUSIVIDAD DE UNA CANCIÓN

La recordaba de rodillas, con su cubo al lado, cantando coplas mientras fregaba los suelos. "La fregona no limpia señora, eso a lo mejor para las señoritas, pero siempre fregué así y así lo veo más escamondao" y seguía frota que te frota luciendo el suelo.
Según el momento su cante era un susurro y en otras ocasiones, un desaforado "Ojos Verdes" a pleno pulmón. De tanto observarla se había ido dando cuenta de que la plata daba para melodías a media voz y los cristales merecían auténticos do de pecho, siempre pensó que hasta en sus oidos le sonaba la orquesta y cuando callaba, desde su escondite acechador, le sorprendía encontrar a la señora de la limpieza y no a una de esas bonitas cabareteras de labios rojos y escotes generosos.
Sabía que era así porque cuando acompañaba los domingos a papá a comprar el periódico, en las alas del kiosco de la prensa, había revistas llenas de colores y artistas de varietés.
Ella tenía un novio, que venía a recogerla religiosamente. Hubo un día que él se retrasó y ella le esperó en el portal, con tan mala fortuna que el conserje ya había recogido las basuras y le dió charla y ¡había que ver al señor mecánico de automóviles, era una fiera!. Así que ya no lo hacía más, esperaba sentada en la cocina, deseando que sonara el timbre de la puerta del servicio para poder por fin salir de alli.
El pensaba que se iba a cantar a un bar o a un merendero lleno de lucecitas para parejas de bailarines enamorados, pero la realidad era una madre medio ciega y un padre mayor que necesitaban la cena y la medicación.
En esos casos ya no cantaba, miraba preocupada un minúsculo reloj que llevaba colgado con una cadenita, un regalo de su novio, decía, lo único fino que le vió hacer, apuntaba para que no hubiera equívocos o lamentándose, porque en ella todo sonaba como un brote de alegría y no sabía distinguir.
Ella en la sillita de madera y cuerda, sentada en el filito, incómoda por la situación, tensa, y entonces, él se atrevía a salir del escondite y se acercaba, y era cuando maternalmente le ordenaba el pelo y le preguntaba cómo le había ido en ese colegio de señoritos donde le mandaban tan guapo y tan formalito, y luego, muy bajito, murburaba "angelito, con el frío que hace, tan chico..."
Luego sonaba el timbre y se acababa la magia y él volvía a su realidad envidiando a ese novio despiadadamente celoso al que le tenía que agradecer los minutos de cercanía que tenía con su particular cantante de revista.

domingo, 7 de abril de 2013

OPERACIÓN BIKINI

La sonrisa se le perdió en la mañana y le duró lo que tardó en ver los números reflejados en el neón de la báscula
- ¡Maldita sea! -masculló. Se pasó la mano por la frente mesándose la melena recogida al libre albedrío al despertar y siguió farfullando una cascada de improperios que se dirigían por igual al peso y a ella misma.
En su ritual de la mañana había desterrado el momento de pasar por la tortura de la balanza porque tenía muy claro que solo le iba a dar malas noticias. ¿Para qué sorprenderse ahora? Estaba claro que la dificultad de entrar en los vaqueros, y la falda ajustadísima eran clara consecuencia de algo, no iba a ser la venganza callada y fría de la gravedad. Pero cuando la numeración se hace patente... ¡qué angustia!
Tomó un vaso de agua enfurecida y tan rápido que las sienes empezaron a latirle como si el corazón se le hubiera partido en dos y se hubiera dedicado al intrépido viaje de conocer su cerebro.
El cerebro, veamos, ella era una mujer inteligente, sensata, no se permitía ningún tipo de tontería o de pensamiento absurdo porque generalmente o costaban dinero o tiempo y ninguna de las dos cosas estaba dispuesta a perderla.
¿Por dónde iba? ¿Por qué no podía pensar con claridad?
Era inteligente si, culta, formada, e incluso tenía claro que la "belleza está en el interior" (señora Pots dixit), entonces, ¿a qué tanta preocupación? Ella jamás había condenado a alguien por su aspecto, por su talla, tenía sus gustos, no era un ser inmaculado y perfecto, pero nunca dejó de darle una oportunidad a una persona sólo por su aspecto físico, es algo que había visto muchas veces y siempre le pareció una aberración.
Y luego, con los tiempos que corren, ya comer era una suerte, aunque fueran exceso de hidratos...
Una luz interna se le encendió, una voz le llegó con su misma entonación..."Te autodisculpas" ¡Ah no!- se regañó- ¡eso nunca!. Por ahí si que no, jamás una autodisculpa, ni paños calientes para ella misma. La autocompasión es de cobardes.
No se encontraba mal y tampoco tenía ningún tipo de enfermedad de las que acompañan al sobrepeso, ni siquiera tenía claro que fuera sobrepeso, simplemente se había dejado demasiado. Las causas eran muchas y la culpa solo una, de ella.
Había llegado el momento de coger el toro por los cuernos, había engordado. Había engordado mucho y por inteligente que fuera, por claro que tuviera que era una superficialidad no quería estar así. No había más excusas. Era el día 1 y pronto volvería a resurgir.

sábado, 6 de abril de 2013

CALAMARES EN SU TINTA Y EN PAPEL

Durante mi adolescencia, cuando aún rozaba casi la infancia leía unos libros de mi abuela. Tenía su permiso por fin para leerlos y no porque temiera que los estropeara, si no porque los consideraba adecuados a mi edad, y es que mi abuela aún me censura lo que ella cree que no debo leer, a los treinta y siete y con dos hijas en el mundo. ¡Y me encanta que lo haga!
Eran unos libros de una inocencia casi bautismal, pero de rápida lectura y de diversión adecuada para las soporíferas tarde de verano o aún peor, de ese junio en el que aun no iba a la playa pero pesaba la siesta como una losa de hierro fundido. Yo leía libro por tarde. A esa lista se añadían los Agatha Christie y los Mafalda, siempe Mafalda.
La verdad es que tenían, tienen porque siguen estando, un punto de humor inteligente que ya quisieran algún que otro bodrio de esos que te caen en las manos y te entran ganas de venderlo al peso y encima se empeñan en que es la fascinante obra de la temporada.
Eran novelas "de amores": muchachita, generalmente solita en el mundo o con abuela o tías solteras que intenta ganarse la vida. Tienen su mérito porque estan escritas por una autora española en un época determinada donde muchas mujeres así, independientes, tampoco había... Evidentemente tiene el deje machista de la época pero no mucho más que puede ser "Lo que el viento se llevó" o similar.
Si alguien los ha leido alguna vez, la autora es Luisa María Linares, yo francamente los recomiendo por divertidos, sobretodo "Como casarse con un primer ministro" y "Esta noche volveré tarde".
En mi familia las hemos leído todas, y del mismo modo que con Mafalda, "La venganza de Don Mendo" o "La casa de la Troya" las citamos a menudo, supongo que queda mucho mejor decir que se cita al Quijote o a Joyce pero la verdad es la que es.
Hoy me ha venido a la memoria una frase, cuando ella, la muchacha, iba a tener una cita con un varonil sujeto (siempre altos y fuertes) y ella pese a tener ganas, evita unos calamares en su tinta, porque machan los dientes y es que de siempre la coquetería ha estado en las pequeñas cosas.
Así que dejando de lado la operación bikini, el colágeno, el botox, las liposucciones y el wonderbra no hay que olvidar que además del ajo y la cebolla, si tienes una cita, no comas calamares en su tinta!

jueves, 4 de abril de 2013

TRUENOS DE AÑORANZA

Llovía gris.
El horizonte se había perdido entre sombras verdosas con tintes negros, presagiaba un futuro incierto. El paisaje era apocalíptico como el que se definía en las sagradas escrituras y en las películas de serie B. Un rayo partió el cielo por la mitad y retumbó un trueno, tembló el cristal de la ventana donde estaba apoyada, un mirador lacrimoso y helado.
Se acurrucó en sus propios brazos y subió el cuello de su chaqueta.
Nunca se acostumbraría a las tormentas. Le daban miedo, un irracional y absurdo miedo, un pánico impropio de su edad, sus conocimientos, sus malos ratos vividos.
El viento zumbaba por cada rincón de la casa y un perro aulló en la lejanía, "malos presagios"- decían las antiguas, "suena a muerto"- decían otras. Suponía que la realidad era tan simple como que el pobre animal estaría aterido de frío, solo y perdido en medio de tan tremendo temporal. Pero la explicación sensacionalista y llena de superstición parecía por entonces muchísimo más lógica.
Le gustaban las tradiciones, los dichos, los refranes y los protocolos de siempre,  pero había unido su vida a un hombre de ciencias, cerebral y cuadriculado que no atendía a folclore alguno. Recordaba con una sonrisa cuando su abuela decía alguna de esas frases que conformaban el hilo del recuerdo de su infancia "no presientas que eso es de viejo o de perro" "tanto va el cántaro a la fuente..." "quema romero, santo romero..." y su marido miraba al cielo en una suplica a un Dios en el que no creía o en grito desesperado ahogado por la buena educación y el respeto a quien tanto hizo por ella.
Su abuela. Pese a echarla tanto de menos siempre su recuerdo le traía paz, calor de hogar, olor a jabón y puchero en la olla. Trabajó incansable como nadie, hasta el final, sin una queja o un reproche, dulce y firme no sólo llevó por buen camino a sus hijos sino que también se hizo cargo de los nietos, les dejaba consejos que eran sentencias y enseñanzas en forma de caricias.
Ahora, como adulta, pensaba que hacía magia para dar de comer a tantos, para que no le faltara un detalle a nadie, y para ayudar cuando alguno necesitaba gafas o había que pagar la cuenta del dentista...o de los zapatos.
La claridad de un relámpago hizo la luz en el patio y pudo ver a lo lejos una chaqueta de uno de sus hijos que debió olvidar, estaba empapándose, salió rápida a rescatarla con el recuerdo vibrante de su abuela, y su cara se humedeció de lluvia o de nostálgica soledad del cobijo infantil.


miércoles, 3 de abril de 2013

PLACERES INTIMOS

Hay placeres íntimos, momentos inigualables, circunstancias que se dan y se aprovechan al cien por cien, sin dejar un resquicio sin saborear, sin sentir.
Hay días en los que de repente y porque sí apetece, y si además los hados se conjuran, las meigas se ponen de tu parte, los planetas se alinean y tienes tiempo...entonces, solo queda el disfrute.
Con ese regalo del tiempo disponible que es más que un tesoro, se cuidan los detalles, se recrea lo que tantas veces se ansía y no puede lograr, ese momento tantas veces fantaseado...La imaginación es poderosa y minuciosa con las pequeñas cosas.
Se desconectan los teléfonos, se baja la pantalla del ordenador y se atesoran todas las velas para beneficiarse al máximo de todos los sentidos, no sólo la vista.
Una música tenue, dulce, la lista de reproducción de jazz a un volumen casi de braille que las notas entren por la piel, ni siquiera llevando el compás, que esa melodía forme parte del momento pero como por casualidad.
El vino antes descorchado para que se oxigene se decanta suave, como si un lazo de un burdeos subido se acomodara en el fondo de una copa ancha, sutil, translúcida. Un pequeño movimiento agita el contenido y los efluvios alcohólicos penetran por las fosas nasales y un estremecimiento del placer que estar por venir acompaña el primer sorbo. Excelente. Guardaba esa botella para un momento importante, señalado, distinto y se había autoconvencido de que era sin duda este.
Con paso delicado, despacio, gozando de los preliminares, retardando el instante en el que todo comience se adentra en la habitación, apoya cuidadosa la copa de vino y resbala su bata por la piel expectante. Por fin ha llegado el momento  y se adentra en un merecido caliente baño de espuma