martes, 31 de diciembre de 2013

SIN BALANCE

Ningunas ganas tengo de hacer resumen del año. Pararme a pensar mes por mes, día a día cómo me fue es algo descorazonador. Si en un sólo día se pasan por todo tipo de momentos, cualquiera hace resumen de 365 días... Creo que me niego y no lo voy a hacer.
Seguro que si lo hago hoy me sale un balance un poco triste y algo negativo, no mucho, pero sería incierto porque también he tenido momentos muy buenos, situaciones muy felices, días que recordaré con cariño y emoción toda mi vida. Sería injusto si pensara que en total ha sido el 2013 un mal año.
Aún así como soy persona de mirar más adelante que hacia detrás, prefiero lamerme poco las heridas, dejar "el pasado en lo atrasado" -que dicen en el Rey León- y darle todas las oportunidades al año que está por venir, que le quedan horas.
No tiene que ser un mal año, aunque a mi los números pares no me gusten nada, traerá momentos fantásticos y días horribles. Puede que algunos vuelvan a sonreír y otros lloren. Unos morirán y otros nacerán. A cada noche le seguirá un amanecer y siempre habrá una salida y una esperanza.
Es noche en la que algunos salen, sobre todo es especial para los mas jóvenes que lucen las mejores galas, los chavales sacan el traje de chaqueta y ellas se llenan de dorados y brillos. Reconozco que no es como antes -o eso me parece- cuando no salíamos ni tanto ni hasta tan tarde, y esa noche había manga ancha para llegar al amanecer o con los churros para todos. Era la noche en la que al salir del recinto donde estabas con la música aún retumbándote en los oídos, el muchacho de turno, para que no pasaras frío, se quitaba la chaqueta y te la daba...¡Qué momento ese! Las andaluzas lo vivimos también volviendo de la Feria...
Esas doce campanadas que son el momento de ponernos todos de acuerdo, menos los canarios, y nos tomamos las uvas en familia o en los puestos de trabajo, que los hay que están de guardia, no tenemos que olvidarlos. Pero es entonces cuando todos -pero todos- esperamos que el año que estrenamos sea EL AÑO, ese que nos cambiará la vida y nos dará todas las oportunidades, en el que los sueños se nos cumplen, y la salud no nos abandone.
Yo no me he hecho propósitos, me conformo con terminar las cosas que tengo pendientes y que sea el año nuevo el que me sorprenda. Pero si vosotros os los habéis hecho...que se cumplan y sobre todo... FELIZ AÑO NUEVO



lunes, 30 de diciembre de 2013

DESAHOGO

Me he pasado media vida oyendo, respondiendo, aconsejando, consolando, animando, sonriendo, apoyando, queriendo, dando...y no me pesa. Ya conté alguna vez que siempre he sido "la oreja del mundo", alguien que oye, no juzga, comprende y si hace falta -y así me lo piden- da ideas para salir de la espiral en la que se ha metido la persona que se confiesa conmigo.
No soy mejor que nadie, ni más santidades me acompañan que la empatía y cierta frustración de no poder hacer más. Odio que la gente sufra. Cada uno tenemos el umbral del dolor más alto o más bajo y lo que para unos no es más que una tontada para otros es un drama de tamaño extraordinario. Cada persona es un mundo y a la hora de sufrir, también.
Me gusta estar, bueno...incierto, me creo en el deber de estar cuando alguien manda señales de agobio, de angustia ante algún problema...Quizás me equivoque y sea el individuo el que debe hacer frente a sus problemas de manera autónoma, pero es que a mi me gustaría que si yo me veo en esa situación fuera así, que cuando tengo un problema, cuando pienso que no puedo más, una persona me pregunte qué puñetas me pasa y en qué puede ayudar. O me escuche.
Y en los últimos tres años he necesitado tres veces, sólo tres, el apoyo de alguien. Suelo ser llorona, muy llorona, pero mientras lloro aprieto los dientes y aguanto el tirón de lo que venga. Prefiero aguantar sola y no hacer mucho ruido. Reconozco, sin embargo, que en esas tres ocasiones sí que miré a mi alrededor a ver quién estaba y fue desolador saber quién me quedaba.
Nadie está obligado a estar conocer tus problemas, es más, nadie tiene por qué estar pendiente de lo que sientas o te suceda, pero acostumbrada a mirar por los demás, cuesta entender que nadie en momentos sonados no mire a donde te encuentras y te pregunte cómo estás.
Las tres ocasiones de las que hablo tuvieron mucha repercusión entre amigos y conocidos, sobre todo las dos últimas que lamentablemente han sido muy seguidas, y han sido hasta noticia nacional.  Lo digo porque yo sola me he dicho a mí misma que a lo mejor no se habían enterado, pero francamente, una cosa es no autocompadecerse y otra autoengañarse. Aún así, menos mal que no pasé lista porque me hubiera sentido bastante sola.
En la última, tan reciente, sólo tres personas se dirigieron a mi, personas que prácticamente no me conocen y a duras penas han cruzado doscientos ochenta caracteres conmigo, y de las dos a las que le dije que estaba jodida, sólo me respondió una...la otra... al día siguiente. Es obvio que hablo de amigos y conocidos, el que nunca falla, el que siempre está, aquí sigue intentando que sonría.
Sé que no voy a cambiar y voy a seguir dando la cara por los demás, sé que seguiré siendo exactamente igual porque no puedo ser de otra manera. Seré la de siempre hasta con las mismas personas que no estuvieron cuando me hizo falta, mi RH es el de las poco rencorosas y bastante tontas. Quizás la moraleja sea que no debo esperar nada de nadie, que es algo que más o menos tenía claro, ahora además sé que ni haciendo señales, quemándome a lo bonzo, o con los famosos cañones con las que las gaditanas se hacían tirabuzones...tendría respuesta.

domingo, 29 de diciembre de 2013

BAILES DE DESDÉN

"¿Sabes nena? No eres más que mi mejor excusa para no dormir solo esta noche, ni siquiera tengo claro que seas la mejor pero tampoco tengo ganas de buscar alguien mejor que tú. No me hagas mohines que tú tampoco quieres volver a esa habitación destartalada que te empeñas en adecentar colgando cuentas de cristal y vaporosas telas como si con atrezzo consiguieses convertir una pocilga en un palacio".
Se levantó con algo parecido a la desgana y desde allí contempló a la monada fiera que le miraba desde el otro lado de sus ojos, la que con el arma del silencio no se permitía ni la condescendencia de contestar lo que ella consideraba palabras huecas como su cerebro. Le tendió la mano, justo después de colocarse bien los puños de la camisa, y ella aceptó más por costumbre que por ganas. Sus perfectas piernas caminaron en unos usados zapatos de tacón a los que aun les quedaban muchas temporadas y juntos se aceraron a la circular pista de baile.
En el fondo eran una pareja llamativa y ambos lo sabían. Él tan elegante, impoluto y con un afeitado perfecto, oliendo a loción y crema para el pelo; puede que el traje fuera de los baratos pero su figura hacía más que los dólares, y en sus ademanes de dominación y conquista iba el esto de su atractivo. Ella tenía toda la belleza sureña que se puede esperar, ojos desgarradoramente grandes, con una melena negra que contrastaba con su piel blanca y su rostro finalizaba en una boca carnosa de rojo mate y gesto ganador; la seda turquesa le caía como una segunda piel y su escote no se permitía palpitar.
Como en un guión aprendido sonó el don del trompetista y él le ciñó aun más la cintura al tomarla en su abrazo y hasta los demás bailarines se iban retirando poco a poco para darles el espacio que merecían. Su manera de tomar la pista era un clásico del club, sin más enseñanzas que las que le iba poniendo la vida, su baile se convertía en una tensión de fuerza y deseo envuelta en notas musicales. Sin resultar vulgares u obscenos eran tan eróticos que el cantante paraba en ocasiones a tragar saliva congestionándose por momentos.
Al terminar se separaban y ni se dirigían la mirada, los de las mesas salían del trance y contenían las ganas de aplaudir y en alguna que otra ocasión, ricachones les habían invitado a alguna botella e incluso a ella le habían llegado joyas en estuche de terciopelo, por supuesto aceptó la joya y no entregó nada a cambio.
Una nueva copa les hacía volver del ensueño del compas del baile donde sus cuerpos hablaban sin necesidad de palabras, y tras un trago que les refrescara del esfuerzo de contención y coordinación, fue ella la que por fin le dirigió la palabra...
"¿Sabes cielo? Esta noche no seré tuya, ni lo seré ninguna más. No eres más que un buen bailarín que no tiene más ambición que unas piernas alrededor de su cuerpo para llegar al día siguiente. No eres suficiente para mí. Piensa bien lo que haces, encanto, no intentes ponerme la mano encima, conoces mis habilidades y lo que escondo junto a mis medias, así que prende mi cigarrillo y acéptalo como un hombre, si es que puedes."

sábado, 28 de diciembre de 2013

VIAJE A LA MUERTE

Aún no recuerdo como fue todo, cómo llegué a ese extremo, creo que estaba en casa, pero igual estaba en la calle. Intento recordar pero está todo borroso, no acierto a traer a mi memoria qué fue lo último que hice. ¿Dónde estaba ahora? Estoy en mitad de la nada y tumbada. Veo el cielo azul, sin rastro de nube, pero no noto el asfalto en mi espalda. Ahora escuchaba voces a mi alrededor, eran lejanas y monocordes, al menos eso me parecía a mi.
Por fin fui consciente de mi realidad, estaba en la calle, había una ambulancia y la paciente era yo, algo me había sucedido, la lona plastificada azul a duras penas suavizada por una gastada sábana me empezaba a hacer sudar. Ya estaba bien seguro, fuera lo que fuera ya había pasado. No notaba ningún dolor.
Fui a bajarme de la camilla y mi alrededor volvió a inclinarse sin remedio, la carretera se volvió acantilado, creí ver agua cayendo en cascada y los coches que circulaban por la calzada parecían resbaladizos salmones luchando por desovar, zumbaron mis oídos e intenté fijar la vista en algo para no desfallecer, noté que mi cuerpo se abandonaba y mi alma, si es que yo tenía, se despegaba de mí.
Conseguí darme cuenta de que las voces desaparecían, alguien me dio un terapéutico abrazo que no era cariño sino una manera de volverme a tumbar en la camilla, y el balanceo posterior me pareció que era porque me subían a la ambulancia que navegaba en mi río imaginario. No hice por luchar, de repente recordé que ya no recordaba y decidí que prefería buscar el consuelo de la inconsciencia y cerré los ojos.
El viaje en ambulancia no es más que una preparación a la muerte, es un servicio público donde te van enseñando cómo son las distintas fases antes de exhalar el último suspiro. Sea grave, muy grave o leve la dolencia que tengas, al bajar de la ambulancia ya estás directamente casi cadáver, de hecho mientras cantan el cuadro clínico cual niños de San Ildelfonso van mirando de reojo la hora para ir preparando un solemne "Hora de la muerte".
La camilla en la ambulancia va en sentido contrario a la marcha, no dudo que son motivos logísticos, pero marea, las rotondas son un cóctel nuclear a la boca del estómago, un brutal golpe de boxeo a los bajos. Los frenazos, paradas y curvas se unen al conjunto de catalizadores del desconsuelo. A esto hay que unirle el traqueteo propio de una cama articulada, incómoda y con ruedas anclada al suelo de una furgoneta, con distintos elementos colgados y balanceantes. Por último y no menos importante el ensordecedor sonido de las sirenas.
Cuando por fin el frenazo es el último lo sabes porque la puerta del conductor se ha cerrado de golpe y se abren de par en par las de atrás, y como si fuera una seis cajas rojas apiladas llenas de botellines de Coca-Cola vuelves a los ruedines infantiles y entras por la puerta de Urgencias sabiendo que lo mejor que te puede suceder es la muerte.
Incluso con el dolor intenso que tenía en el alma por el puro miedo a no saber qué me pasaba, el viaje hasta el hospital hizo que priorizara el físico y no podía negar que mi salud había empeorado pero no causa de mi tragedia personal, si no porque el viaje fue horrible.

viernes, 27 de diciembre de 2013

SI NO ESTOY

Te escribo esta carta por si algún día no estoy, por si sucede que para mí no hay mañana. No, no pongas mala cara. Nunca se sabe dónde tenemos la caducidad y detrás de qué esquina está nuestro fundido a negro.
Puede suceder que esos amaneceres que disfruté pensando en ti, cuando solo hacía minutos que te habías despedido con un beso y un te quiero, no lleguen. He pasado muchos de esos principios del día con una taza de café humeante en las manos y sin más abrigo que cruzar mis brazos y mi amor por ti. En esos momentos en los que parecía que un organizado estilista iba colocando los colores según una programada escaleta, cuando aún el día olía a nuevo, ha sido -y es- mi momento favorito para evocarte y conjurarte a mi lado en tu ausencia y entonces, ser consciente de todo lo bueno que has traído a mi vida.
Desde la primera vez que me miraste a los ojos de frente y te respondí de igual manera -con osadía y sin miedo- hemos dado muchos pasos juntos en ciudades distintas, las mismas manos entrelazadas por diferentes paisajes, tú y yo con igual ilusión y el tiempo contado en canas de más. Incluso había épocas en las que mi pensamiento del amanecer estaba trasladado al ocaso, y mi síntesis de vida, mi disfrute íntimo de cada brizna de cariño, era buscando los colores que preceden a la noche. Eso fue antes de que a esas horas mi vida fuera un agotado trajín de fin de jornada, remate final de un día eterno al que sin embargo le faltaron siempre horas.
Siempre te he dicho que si no estoy lo celebréis con una fiesta, un bar, muchas copas y la alegría de que voy a un sitio mejor, donde seguiré cuidando de ti, de vosotros, y que aunque la pena es un sentimiento lógico y las lágrimas son biología natural en esos momentos, no quiero que te regodees en el drama o en el dolor. Beber, recordar y brindar es sin duda lo mejor que podéis hacer por mí.
Sabes que las cosas siempre salieron a la segunda y que jamás nos vencimos a la primera, pero del valle de los calladitos no se vuelve, así que habrá que asumir que esa vez será definitiva y sin más oportunidades. Aunque ya me conoces, soy capaz de echarle un pulso a la muerte, o al tiempo, por pura cabezonería y ganarme otra prórroga más. No te confíes.
La vida sigue cuando falta alguien, el mundo no se para, no hay tiempo para lamentaciones eternas, y un día sin vivir es un día perdido para siempre porque nunca volverá a ser ése que fue. No dejes que se te escapen.
Puede que finalmente seamos esos viejitos adorables y gruñones que tanto deseas que seamos y que yo me niego a contemplar como opción. Puede que quede mucho para que dejen de pasar los amaneceres por mi vida, pero por si acaso no olvides que lo mejor de mí, eres tú.

jueves, 26 de diciembre de 2013

LA SIMPÁTICA

Aunque suene raro...tuve quince años. Suena extraño porque a ratos me suena casi increíble a mi, tengo que evocar el tacto de la falda de cuadros del uniforme, visualizarme subiéndome una y otra vez los calcetines verdes y reafirmar mi rebeldía con la falda remangada en la cinturilla o sacando el polo por fuera. O aún peor...colocándome las hombreras atrapadas con el tirante del sujetador.
Yo estaba en un colegio de niñas y jamás me sentí mal por eso, no lo consideré una desventaja -ni una ventaja- y no me he quedado coartada para mi trato con los varones a lo largo de mi vida. Ni los considero superiores ni inferiores, no me dieron jamás miedo y de hecho me suelo llevar bastante mejor con ellos que con mis compañeras de género, seguramente porque hasta los peores pueden llegar a ser más nobles que nosotras. No es tópico, seamos sinceras. Eso si, estar en un colegio femenino te enseña a comprender cuánta maldad puede haber entre iguales y creces defendiéndote y encajando golpes.
Como suele suceder en la adolescencia los individuos se agrupan en pandillas, en los que se sienten reforzados y parte de algo. Nosotras éramos cinco amigas, por aquel entonces, y como en todos los grupos cada una tenía un rol. La guapa, la seria, la tímida, la simpática...Yo era la simpática, también era la más gordita.
En mi ciudad llegó entonces, 1990, la moda de las discotecas sin alcohol -donde por cierto, había y se servía sin problemas- y allí íbamos todos, manadas de adolescentes haciendo cola para entrar. Jugar a ser mayores era la mejor opción.
Y como desde tiempos inmemoriales los grupos de ellos se acercan a los grupos de ellas...que por supuesto esperan que se acerquen. En este punto, ¿a quién buscaban? Pues a mi...yo era la primera de todas mis amigas que tenía trato con el conjunto de contrarios...y siempre igual: "Hola. ¿Cómo te llamas?..." hasta aquí bien, luego la crueldad: "¿me presentas a tu amiga?"
¡Zas! No fallaba, y entonces "la guapa" casi sin mirar decía hola y les daba la espalda y allí se quedaban plantificados y yo con ganas de pedir perdón por el desplante. Siempre fui la llave para que llegaran a "la guapa", todavía no entiendo por qué no iban directamente a conocerla a ella...quedará entre los misterios irresolubles de mi vida.
Esa escena fin de semana tras fin de semana, yo no se como tenía moral para seguir saliendo, porque lo definitivo era cuando el niño que me gustaba se acercaba y entonces..."¿me presentas a tu amiga? "¡Señor qué cruz! También he de decir que ni asesiné ni odié a mi amiga, acabé llevándolo con una dignidad casi heroica. Y tengo mi mérito.
No es que no hubiese ningún niño que me "eligiera" a mí pero en la edad del pavo hay cosas que se quedan a fuego grabadas en la piel y en la memoria. Luego la vida avanza y las cosas no fueron como entonces ni se les da esa importancia, sobre todo. Hoy me rio y hasta puedo sentir nostalgia de esos momentos en los que era el patito feo, simpático, pero feo.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

DÍA DESPUÉS

Puede que no sea el día de mirar atrás, aun queda una semana para hacer balance del año y en función del dolor de cabeza y las horas que se hayan dormido se conseguirá pensar mejor o simplemente sobrevivir. Llueve fuera y la noche ha sido de aullido de viento, un grito constante como de auxilio y lágrimas de lluvia. Parecía que la climatología se ponía de luto o se reivindicaba como fuerza de la naturaleza contraria a la fecha.
Las noches de Nochebuena -y espero que perdonen la redundancia- se convierten en un cúmulo de emociones difícil de digerir, tanto como la copiosa cena. De la euforia al sentimiento de ausencia, de la alegría a la emoción del recuerdo y hasta, en según que mesas, alguna que otra bronca política o familiar que también es esencia navideña.
Puede ser que algunos llegaran tarde de trabajar y a penas les diera tiempo a cambiarse los zapatos, otros vieron por fin su esfuerzo culinario recompensado y quizás otros hicieron de tripas corazón solo por contentar a los más pequeños...o a los mas mayores. Incluso hay casos de hogares en los que llega Papa Noel (Gordo amarrete...Mafaldismo)
Mientras ollas con caldos que salvan la vida están en el fuego, -o en la placa de inducción que también hemos perdido mucho el calor de hogar al respecto-, cuando aún queda alguna fuente por fregar y las copas ni siquiera han vuelto al armario, ya se empieza a pedir a los mas pequeños que vayan poniendo la mesa; es ahora cuando me acuerdo de los que hoy están lejos de los suyos, los que les toca trabajar -y aún así bendicen la suerte de ese puesto de trabajo-, los que esta noche han estado en un albergue, los que intentaron sonreírles a los suyos pese a estar ingresados en el hospital, los que no tuvieron un Feliz Navidad...
Lo cierto es que me pregunto por qué nos quejamos tanto y no somos capaces de asumir que la familia es una entidad social que nos toca, no la elegimos como ocurre con los amigos y dentro de ésta habrá quien nos caiga mejor o peor, con quien seamos afines o incompatibles, son pocos días al año y el esfuerzo nos parece titánico. Aunque creo que la realidad es distinta, y que por esa invisible unión que da el sentimiento de cariño, a veces aprendido, en el fondo acudimos todos a la llamada con un buen sentimiento y hasta agrado, y en el fondo, con mayor o menor fortuna, somos felices en la Nochebuena.
Y si anoche no lo consiguieron del todo creo que es buen momento para darle una oportunidad al día de Navidad de hoy...

lunes, 23 de diciembre de 2013

FELIZ FIESTA DE ECHAR DE MENOS

Son unas fechas de luz, de amor y de paz; que decían los villancicos. Una constante celebración de alumbrados, buenos deseos, exaltación de la amistad y ganas de vivir en un mundo mejor. Aumenta la solidaridad y el ácido úrico.
Pese a las comidas de empresa, reuniones de amigos, saludos con el vecindario y colas en centros comerciales rodeados de extraños, la Navidad es una fiesta familiar.
Cuando se es niño no hay grandes preguntas más allá de ¿puedo comerme esto? ¿cuándo vienen los Reyes? y con suerte ¿podemos ir al cine? Porque en mi Navidad había que ir a cine. Por aquellos remotos años ochenta, las películas para niños solían estar en cartelera en Navidad. Yo aún recuerdo que pararan el film para la merienda...que por supuesto llevaban perfectamente preparadas nuestra madres.
Conforme se va creciendo cambia la actitud y además de ser una fiesta familiar se pretende salir con los amigos, incluso el 31 a alguna fiesta después de las uvas, salir todos los días y hasta hacer compras de manera independiente, incluido el regalito a ese que tanto nos gustaba, que nos pidió salir, y del que nos soltábamos de la mano inmediatamente si se acercaba algún conocido. ¡Qué dulce aquella primera Navidad con "novio"!
Pero empiezan a faltar personas conforme avanzan los años, la mesa va adelantando puestos y hay huecos que se hacen más patentes que nunca. Y entonces se convierten por excelencia en las fechas de "echar de menos".  Faltan todo el año, pero en este instante duele más. El plato típico familiar sigue sabiendo exactamente igual pero faltan comensales. Y se nota. Supongo que es el momento en el que se empieza a odiar a la Navidad, en el que ya no saben los días a vacaciones escolares, al cine puedes ir en cualquier otro momento del año y la cabalgata de Reyes solo es un incordio en el trafico de los coches.
El único refugio son las nuevas generaciones, si las hay, van llegando hijos, sobrinos, nietos y entonces todo el mundo se esfuerza de nuevo y en su ilusión va aparejada la nuestra y sin ser empalagosa ni dulce, esta fiesta se convierte en parte de lo que fue en nuestra infancia. Se respetan tradiciones, se cumplen ritos y te miras al espejo y de repente te falta la sombra de alguien a tu espalda pero notas su abrazo dándote ánimos y te das cuenta que ahora eres el adulto que tiene en la mano el interruptor que hace brillar la Navidad.

Feliz Navidad.


domingo, 22 de diciembre de 2013

VACACIONES DE NAVIDAD

Había una vez una princesa, en realidad no era una princesa pero ella se sentía así. Era una niña normal de las que viven en un bloque de pisos y para dar su dirección tienen que aprenderse un orden establecido de números y letras, así que no se lo sabía muy bien. Iba a un colegio que no era de los que en su casa se llamaban "los caros" y su reino solo abarcaba a su dormitorio, siempre y cuando no entrara su madre escoba en mano murmurando a la velocidad de la luz palabras como sucio, desorden y castigo. A lo mejor a las princesas de verdad también le pasan cosas parecidas cuando aparece la reina madre.
Era una princesa porque así se lo decía su abuelo y su abuelo siempre tenía razón y chuches. Cuando él la recogía del colegio podía contarle a modo ametralladora las cosas que habían pasado durante la eterna mañana escolar sin que él le mandara a callar o le dijera que se pusiera tranquila. No solo eso, también participaba de la conversación y le preguntaba por sus compañeros porque ya los conocía de tanto escucharla.
Esos días tenían magia porque luego iba a comer a su casa y la abuela siempre hacía comidas que olían bien y llevaba delantal, le daba besos grandes y la peinaba con el pelo muy tirante oliendo a colonia. Su abuela hacía las cosas como si no costaran esfuerzo y aunque no le podía ayudar con los deberes sabía coserle los dobladillos de la falda del uniforme sin que le cayera una reprimenda previa.
Ahora llegaban las vacaciones, las de Navidad que eran las que mejor sabían, y mamá la dejaba en casa de los abuelos a pasar la mañana y era como hacer un viaje por el mundo. Un servicio monárquico de diplomacia y asuntos exteriores. Cada día era una aventura, unos tocaba ir al mercado a encargar cosas para la cena de Nochebuena y otros recogerlas, había días que necesitaban sacar medicinas de la farmacia, también iban por la prensa y a comer churros, paraban en el parque y hasta iban a llevar la carta de los Reyes Magos, pero en Correos que de esos otros buzones de purpurina no se fiaba.
La tarde que papá y mamá trabajan era el mejor de todos porque se hacían los roscos. La abuela decía que los dulces solo se podían hacer por las tardes así que aprovechaban y la princesa veía a su abuela sofocada de calor, con las mangas del jersey remangadas, el delantal lleno de harina y las manos masajeando sin parar la masa con la que luego harían los roscos. Era divertido, como "plasti", estirar el churrito de masa y unir las puntas. La abuela le había enseñado que tenía que ser de un tamaño adecuado y la niña se afanaba en acometer bien su tarea. A la mitad, la abuela empezaba a freírlos y ella sola se quedaba con la responsabilidad de terminar la masa. Siempre venía el abuelo de visita a la cocina y robaba uno, "están calientes, te van a sentar mal" protestaba la abuela. Pero como protestan las abuelas que es sonriendo.
Y cuando terminaban, la abuela preparaba un principesco recipiente con roscos..."para que desayunes mañana y les des uno a papá". Y entonces después de ayudarle a lavarse las manos, volvía a peinarla, le reliaba una eterna bufanda al cuello mientras le repetía, "no abras la boca que te entra el frío", y ella con las manos enguantadas con ayuda del abuelo -que siempre le hacía una broma con que había perdido un dedo- iba sujetando la tibia fiambrera, se montaba en el coche de vuelta a casa con una agotada mamá y a veces se dormía en el trayecto.
Lo mejor sin duda es que sabía que mañana ella volvería a ser una princesa de la mano de sus abuelos.

sábado, 21 de diciembre de 2013

DOSCIENTOS

El seis de marzo hará dos años que un poco a ciegas se abrió esta casa, estas Gotas que en el fondo son otra manera acuosa de Rocío.
Al principio solo fue una lluvia intermitente e inconstante, un chispeo de entradas porque las circunstancias no daban para que pudiera sentarme, mirar la pantalla y dejarme llevar. Mis ratos de escritura, por entonces, se daban de tarde en tarde y pese a disfrutar, como desde niña, al plasmar historias inventadas o con parte de mi, no conseguía encontrar el momento.
Tengo que reconocer que no hace demasiado tiempo me propuse ser más constante, es un poco extraño exigirse constancia para una placer, pero escribir al principio es como ir al gimnasio o salir a correr, cuesta, se hace un poco difícil hacer un hueco en la rutina diaria, concentrarse, pero pronto se entra en el hábito de juntar letras, sin ese momento, el día ya no es tan redondo.
Mis gotas han pasado a lluvia avisada por la meteorología. A veces puede que sean un poco de niebla y otras agua "a mantas", pero intento que no falten porque en el fondo este tipo de agua me da vida. Hasta incluso puede que no escriba y es señal de que es un día de sol.
Madrugo para tener listas muchas de mis tareas antes de escribir o para escribir y luego tener tiempo para mis obligaciones. Es cierto que el despertador a veces recibe más improperios de la cuenta pero un café más tarde estoy deseando llegar aquí Lo primero suelen ser las Gotas.
Esta es la entrada número 200 no es difícil conseguirlo escribiendo casi todos los días, pero teniendo en cuenta mis dificultades anteriores me hace muy feliz y sobre todo vuelvo a aprovechar para daros las gracias a todos los que pasáis por aquí, leéis y hasta comentáis. Sin vosotros no es igual.
Y aunque seguramente lo haga más tarde y quizás haya días de sol dentro de estas Pascuas, os deseo una muy Feliz Navidad.

viernes, 20 de diciembre de 2013

TRUFAS PARA LAURA

Caminaba deprisa por la acera. Sorteaba gente como si estuviera regateando a los contrarios para llegar al borde del área. Juego de cintura hecho mujer, parecía que en algún momento le haría una "bicicleta" a quien se atreviera a interponerse en su camino. La única nota discordante eran sus botas altas de tacón ídem que como calzado deportivo era incómodo además de estar fuera de las normas que establece la UEFA.
De repente le sonó el teléfono, lo había notado en la vibración anterior a través del bolsillo de su cálido chaquetón, esos segundos le daban la oportunidad de ir sacando el teléfono con rapidez, antes de que la impresionante banda sonora de Star Wars con su "Marcha Imperial" hiciera de banda sonora de los viandantes más tiempo del necesario.
Una voz en hilo le hablaba entrecortada "No hace falta que vengas, de verdad, estoy mejor, no te preocupes, hace mucho frío, vete a casa" Sin bajar la intensidad del paso siguió su camino y contestó escueta "Estoy llegando, ¿te subo algo?" "no de verdad, no te preocupes..." Cortó la línea y guardó el móvil. No es que fuera mal educada ni estuviera teniendo un ataque de orgullo, es que entraba en una pequeña cafetería. No era lujosa ni elegante. Era una sencilla cafetería de barrio donde muchas personas iban a desayunar y por las tardes algunos abuelos tomaban un café y hasta jugaban a las cartas; una de esas en las que aún responden un "buenas tardes".
Mientras pedía dos cafés para llevar y media docena de minitrufitas de chocolate negro tecleó un mensaje en el móvil. "Voy para casa de Laura. Luego te cuento. No te preocupes. La cena está hecha y dile a la niña que recoja el baño después de la ducha que ya mañana le lavo yo el pelo. Te quiero"
Suspiró, pagó e hizo malabares con las tres cosas que le daban. Pensando en su casa y en lo comprensivos que eran llegó a su destino y aprovechando que un vecino sacaba el perro consiguió entrar sin tener que buscar el equilibrio imposible para pulsar el telefonillo -ese maravilloso invento que nos hace hablar con las paredes-.
Al llamar a su puerta le salió al encuentro una amiga pálida, con los ojos semiabiertos, hinchados de tanto llorar, parecía tan débil e indefensa que daba ganas de acogerla como se hace con un perro callejero. Estaba más delgada que ayer, parecía que se había consumido y veinte kilos de su espléndida figura se habían ido lagrimal abajo. Costaba reconocer a la mujer rompedora y bella que era.
Con la confianza que dan los años se metió en la cocina tras empujarla suave al salón. Volcó los cafés en tazas de verdad y recicló el papel que envolvía los pastelitos tras quitarlo. Con todo en una bandeja buscó un vaso de agua y sacó de su bolso un paracetamol. Si sufre el alma, el cuerpo también.
La vio desde lejos, acurrucada en sí misma, envuelta en una manta, despeinada y vacía y se armó de valor para escuchar una historia dolorosa y también para dar los ánimos justos sin frivolizar su dolor.
Su relato: el de siempre, el de tantas mujeres. Un hombre maravilloso, una historia con pinta de ser eterna, una pasión desbordada y de repente todo se acaba sin esperarlo. Un buen día, y sin mediar tragedia previa, un adiós. Y un día más tarde, cuando la perplejidad se hace a un lado, quedan las lágrimas y las preguntas. ¿Qué ha pasado? ¿Qué salió mal? ¿Por qué?
En medio de la conversación no paraba de repetir que no entendía nada, que había intentado hablar con él y no le cogía o daba comunicando, que le había mandado mensajes pidiendo una razón y ante todo ese cúmulo de errores tan humanos, ella solo podía dejarla hablar y no fustigarla con ningún reproche.
Sonó el teléfono y era él. Laura la miró y se puso nerviosa como una niña, intentó recomponerse poniendo su espalda muy recta, y descolgó pasando en una caricia su dedo por la pantalla del móvil..."¿Si?" No fueron más de cuarenta segundos y ella soltó el teléfono sin colgar, le resbaló por la mantita hasta que murió en el suelo.
Alarmada preguntó, "¿Qué pasa? ¿Qué ha ocurrido?" y con los ojos muertos y a punto de perder el conocimiento o quizás la razón le respondió "Me ha dicho que me odia, que lo deje en paz, que si intento ponerme en contacto con él pide una orden de alejamiento" Estupefacta Laura solo repetía, "por qué, por qué, no entiendo nada....qué ha pasado"
Y ella, algo más mayor y con más experiencia, la miró con infinita tristeza, y lo supo, pero no podía decirlo, no era el momento, Laura no lo iba a entender, en el fondo él le había hecho un último favor: Lo mejor que le puede pasar a una mujer para olvidar a un hombre es que él la desilusione.

jueves, 19 de diciembre de 2013

SER PRINCESA

Hay dos sitios en el mundo real, de los que conozco, en los que me siento una princesa. Princesita entendido como lugar en el que me siento una niña con todos los lujos, las ilusiones y los parabienes. Un sitio donde sonrío y la sonrisa no se descuelga de mis labios y donde los ojos, tras unas incipientes lágrimas de emoción, se quedan brillantes.
Uno de ellos, y en espera de conocer el primigenio, es un parque temático: Eurodisney. Quien ha ido a Disneyland dice que es aun más bonito y que conociéndome puede que haga una sentada a lo 15M y no consigan traerme de vuelta de Orlando. No lo sé pero es probable.
En Eurodisney soy feliz de una manera utópica e irresponsable, me pongo al mismo nivel que cualquier niña de las que abarrotan el parque solo que ellas se pueden vestir de princesa y yo no, debí hacerle caso a Peter Pan cuando me dejó claro que crecer era una trampa. Allí todo está limpio, la gente sonríe pese a colas eternas y la ilusión de los niños (y no tan niños) es contagiosa. He ido varias veces y siempre tengo en la recámara las ganas de volver.
El otro lugar es el Hotel Palace de Madrid, nunca he dormido allí, no se como son sus habitaciones ni sus suites, quizás lo haga algún día pero no es mi prioridad por que mi palacio, mi reino de princesita, es la Rotonda.  La famosa Rotonda del Palace.
Cuando entras por la puerta accedes a un magnífico hotel, es un lugar de lujo clásico y se nota sin aspavientos, con la elegancia que tenían antes los ricos, sin atrocidades estéticas, glamour como sin esfuerzo. Los metales dorados brillan y las alfombras tan mullidas son un paradigma de la comodidad y el confort donde los zapatos de tacón se silencian porque como dice mi abuela "a las señoritas no hay que oírlas llegar" -a mi es algo que se me da fatal porque piso fuerte-.
El bullicio no se diferencia de cualquier otro hotel de lujo, sin embargo en su personal se advierte sabor de ayer, de no tan lejanos tiempos donde la categoría era el grado de referencia.
Subiendo el último tramo de escaleras la vista se va a la cúpula y allí me quedo extasiada. Los colores y la luz son mi cosmos favorito y en ese lugar se dan la mano y se ofrecen galantes para mi deleite y entonces, me entran ganas de dar vueltas con los brazos extendidos como una niña bajo una lluvia de flores, y aunque se que no debo hacerlo, una parte de mi está ya girando sin que nadie me vea.
La tapicería de sus sillas y sillones son perfectas con unos colores vivos pero cálidos que acogen al compás del suelo, las flores naturales están justo deben estar y en la cantidad adecuada, la comida es excelente pero para mi es lo de menos, yo lo que disfruto es del sitio, del lugar, del ambiente.
La última vez que estuve colgaban mariposas doradas, no se si siguen estando porque ya hace tiempo que no voy, pero era el complemente perfecto para mi sueño monárquico. Era como si la primavera hubiese llegado a mi ilusión. Con la luz colorista más brillaban sus alas y eran flashes fotográficos de mi fiesta particular. Quiero volver, tengo que volver, y cuando lo haga me aseguraré de retener cada color, cada emoción y cada brizna de luz para los días grises como los de hoy en los que necesito sentirme una princesa.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

SONRISAS, LÁGRIMAS Y REGALOS

Sin discusión posible, de las películas que más me gustan y más he visto en mi vida está "Sonrisas y Lágrimas", reconozco que es un musical ñoño y que se ha quedado completamente obsoleto pero le encuentro un sabor a inocencia y nostalgia, de ellos y de mi, que la hacen adorable.
La recientemente fallecida Eleanor Parker siempre fue la diana de mi odio porque cuando eres niña no llegas a entender los matices de una relación tan compleja y complicada. Los buenos son buenos, los malos son malos y no hay más colores en la paleta ni más bandos a elegir. Digan lo que digan, la baronesa Schroeder era una mujer maravillosa y elegante, valiente y algo frívola pero es que también hay que vivir. Aunque antes reconozco que no lo veía así, con el matiz que va otorgando la edad, se llega a la convicción de que Georg era idiota.
De esa película hay momentos que me parecen más sublimes que otros, aunque creo que puedo recitar los diálogos sin problemas, incluidas las voces de las cabritas del guiñol. Hoy me quedo con uno de mis conversaciones favoritas...la baronesa y el capitán von Trapp en ese magnífico balcón con unas vistas de postal y ella con ese vestido rojo y blanco lleno de glamour y atrevimiento, ese lazo, que charla con un atontado capitán ausente, "No sabía que regalarte Georg, iba a comprarte un barco...pero no sabía como envolverlo.." ¡Maravilloso!
Y es que hacer regalos, pensarlos y entregarlos con cariño, es una de las cosas que más me gustan. Al final hacer el regalo es una manera de obsequiarme yo a mí misma por lo que lo disfruto. Es cierto que me gustaría disponer de más capacidad monetaria porque a veces los sueños de los que quiero, sin ser locuras económicas para los demás, si lo son para mi bolsillo, pero también tiene su parte de diversión ajustarse al presupuesto. Ahora es una época en la que lo paso genial.
Puede que no sea una buena chica, a ratos frívola como la baronesa y otras llena de carácter, melancólica o traviesa, seguramente no pasaré a la historia por ser una dulce y encantadora criatura, soy racial y directa -sin ser maleducada- pero espero que ahí Arriba esto compute y me contabilicen los ratos en los que por cariño, agradecimiento o amistad estuve buscando un regalo aunque luego no supiera como envolverlo...

martes, 17 de diciembre de 2013

COMPÁS DE PÓKER

De entre el humo una gran mesa redonda, cinco sillas y cuatro hombres en mangas de camisa adornados sus pechos por la simetría paralela de unos tirantes que sujetaban pantalones de caída perfecta. Las chaquetas inertes en el respaldo. Las armas cerca. Destocados de sombrero o simplemente echados hacia atrás entre el saludo eterno y un descuidado desaliño. Una manera de ser pero sobre todo de estar.
El silencio se rompía a penas por el tintineo de lo que fueron hielos en los vasos, el crujir del papel del cigarrillo o el rasgar del encendedor. Todo con la calma propia de quien arrastra los naipes por el tapete verde sin mover un solo músculo y reflexiona preparando la siguiente jugada.
A penas hay palabras sin embargo se están divirtiendo. No es sólo una partida de cartas, la adrenalina baila al compás del aire condensado. Hay mucho dinero en juego y lo que es peor, si las fichas no se travisten después en moneda de curso legal hasta el último centavo, el plomo puede hacer su aparición y no en monedas de dólar precisamente.
La partida de póker solo terminará cuando llegue la hora, la policía o se acabe el dinero, mientras tanto cuatro hombres se escudriñan para luego no mirarse a los ojos a la hora de estudiar sus propios movimientos y sólo en caso de pasar o de mostrar "escalera de color" relajar la mirada y hasta los hombros resbalando suavemente por la silla.
Cuatro mujeres acompañan a los hombres, no hablan entre ellas sabiendo que podría costarle caro, aburridas ocupan su puesto sin mucho que hacer, jugando con el esmalte de sus uñas, con un punto perdido de sus medias o distraída en cualquier cosa que no fuera esa horrible noche de juego sin orquesta, sin copas: sin diversión.
"Nena" y un gesto de la mano al vaso vacío y la belleza morena cobra vida, pasea su bonito vestido con una mezcla de provocación o entumecimiento y con la botella en la mano llena hasta el nivel justo el bajo y ancho recipiente. Jamás se repone el hielo de un vaso de whiskey, nunca aquí, no ahora.
Solo una de las mujeres mira con atención a otra, la nueva es una tierna rubia vestida de celeste, tan dulce y joven que casi daba ganas de avisarle que no era lugar para ella, que volviera al pueblo y buscara un buen hombre temeroso de Dios, trabajador que le llenara de niños y tareas del hogar, pero  entonces todos pensarían que lo que quiere es quedarse con su hombre y no era el caso. Esa recomendación en teoría tan inocente podía provocar que alguna bala distraída acabara incrustada como abalorio en su sujetador.
El hombre de ella, de la aséptica rubia, era sin duda el más guapo y el más canalla, alto y moreno desde sus zapatos al brillo de su pelo no había nada fuera de lugar, nada sobraba y aún menos faltaba, su revólver le sentaba igual de bien que la loción del afeitado y su sonrisa era entre déspota y conquistadora. Hubo un tiempo.. pero ya...era mayor para él.
Ella conocía bien sus besos y sus caricias y una vez el revés de su mano, en ese mismo instante en el que un escalofrío le recorrió el cuerpo le vino a la memoria aquel último baile, recordó el abrazo al compás de la canción.  "Dream a little dream of me" un pequeño e irónico giro del destino.
En ese instante la mano terminaba, con suerte la noche, y él con su voz ronca mostró un Full y ganaba una partida poco interesante, levantó la mirada y la vio.
Como un resorte ella miró hacia otro lado, el corazón le latía fuerte en el pecho y el rojo y escotado vestido subía y bajaba a velocidad inusual, tragó amargura e intentando aparentar tranquilidad y desafecto se recriminó: "ya no era su hombre, mejor dicho, ella ya no era su chica", quiso que todo acabara y mientras, en su cabeza, siguió sonando la melodía de su adiós.


lunes, 16 de diciembre de 2013

SEVILLA, 2013

Aunque algunos quieran evitar la capitalidad lo cierto es que Alcalá está en Sevilla y no se habla de la de Henares, que pudiera ser pero no es el caso, en esta ocasión -como en tantas otras- la vergüenza cae del lado del sur. Mi Sur.
Piden prudencia para un caso que no tiene una verdad que discutir: han muerto tres personas y una de ellas era una niña. Podemos discutir más cosas o menos, echarnos las manos a la cabeza por las presuntas causas, vomitar de asco por nosotros mismos, pero no olvidemos que tres personas de una misma familia han fallecido.
En esta ocasión al ser un drama del régimen bolivariano andaluz, maravillosa tierra donde nací, vivo y sufro, hay medios que no se hacen eco. Poderoso caballero es don dinero...y parece que las realidades si que son nacionalistas tal y como defienden los catalanes y así un indigente muerto en Mallorca es un drama -lo es- pero un sin techo muerto en Sevilla no existe, ni vivo ni muerto.
En este caso además se da algo muchísimo más duro, un agravante que no se contempla: Los servicios sanitarios estuvieron en el domicilio de esa familia y los dejaron allí hasta que los recogieron en un segundo viaje con la menor en parada cardiorespiratoria. ¿Qué hubiera ocurrido si esa negligencia hubiera sido en Madrid? Se caen las portadas y se llenarían de "Rajoy Mata" "Botella envenenada" o cualquiera sabe qué mas...sin embargo hay un sepulcral silencio, si sepulcral, como los tres que se instalarán en Alcalá, la de Sevilla, y que han tenido que pedir que se los pague el Ayuntamiento porque ni para eso tienen.
Esa familia vivía de okupa, ¿Dónde están, señor Valderas, esas medidas tan populistas y vacías de viviendas dignas y para todos? ¿Cómo es posible que pese al impago el banco malvado no los hubiera desahuciado? Mutismo en el grupo Prisa.
Mientras, en Andalucía ,no es que sigan saliendo casos de corrupción que se verán dentro de años en el juzgado las sentencias firmes, es que se siguen soltando dentro de los presupuestos miles de euros para Fundaciones trampas, amiguismos y sindicatos caciquistas, señoritos de carnet, cortijeros de lo público. La vivienda, la sanidad, los asuntos sociales son competencias transferidas desde hace muchísimo tiempo. Es la Junta de Andalucía quien decide cómo se gasta el dinero. No es el gobierno central.
Piden prudencia porque no se sabe si la comida en mal estado provenía de comida caducada o de los contenedores, -parece ser que si lo primero pero no lo segundo-. Pero ¿qué mas da? ¿Es que acaso no sabemos que esa realidad si que existe en España? ¿Es que no vemos ancianos en los contenedores rebuscando? Seamos por una vez sinceros. Está pasando y en nuestro país.
Recuerdo que cuando las vacas locas en Corea solicitaron que no se cremaran, que se las mandaran a ellos porque si no estaban contaminadas podían comer. Es elegir entre morir de hambre o tal vez morir por un alimento en mal estado. Ahora está pasando a treinta kilómetros de mi casa.
Hay otro detalle que conozco por referencias y que no sé si se da en este caso o no. Familias que tuvieron sus ingresos con más o menos soltura, que se ven abocados a pedir tras dejar de cobrar el paro o el subsidio, y que acuden a Cáritas pero no a Servicios Sociales para que no les quiten los hijos porque puede ser que no tengan que comer pero se tienen unos a otros. ¿Se merecen esos niños algo mejor? Seguramente sí, pero ¿es la solución separarlos de sus padres? Sin maltrato previo, rotundamente no.
Ni es fácil ni es sencillo. Hay que ser prudentes, si. Pero Susana y Diego, Díaz y Valderas ya tienen un paso más hacia la república bolivariana, muertos por hambre.
Eso si, presten atención, elijan bien porque de esto no se enterarán según el medio de comunicación que decidan.

domingo, 15 de diciembre de 2013

¿CAMBIARÍA ALGO?

Volvía sobre sus pasos, la humedad cayendo sobre sus hombros le obligó a subirlos levemente hacia el cuello en un estéril instinto de cobijo, el gesto al instante lo reconoció como absurdo y relajó la postura e incluso levantó el mentón con cierto orgullo y muestra de desafío. Gotas finas de lluvia empezaron a mojar su pelo y no hizo nada por evitarlo, dejó a su espalda una de esas preciosas puestas de sol que llenan fotografías que ahora, casi con seguridad, estaría coronandose con un idolatrado arcoiris y el sonido de sus pasos fue la banda sonora de un decisión.
Minutos atrás aun le surgían las dudas, jugueteando con el borde de su copa mantenía la tensión en la conversación mientas se concentraba en lo que realmente era importante: sus pensamientos. Tenía una extraña habilidad para parecer interesada en un diálogo incluso juguetona e irónica, cuando en realidad sus verdaderas preocupaciones estaban muy lejos de esas palabras.
Pudiera decir alguien que era un rasgo de maldad, de  castigadora femme fatale, incluso de mala educación, no lo negaría, bueno, de esto último seguro que no lo era, el interlocutor a duras penas era consciente de  abstración y hasta se sentía halagado pero ¿pará que entrar en consideraciones absurdas sobre el nombre de las cosas?
La realidad era que un persona tenía que ser un mínimo de inteligente e interesante para que consiguiera su atención. ¿Tenía ella la culpa de que sus mínimos fueran máximos para los demás? Una de las siete plagas era la mediocridad y estaba segura que las langostas o cualesquiera que fueran las otras no eran más que una metáfora, una licencia del autor y en realidad estaban retratando el conjunto de seres sin aspiraciones, sin ganas de superación y sin estilo.
Casi llegaba a su destino y ya el pelo empezaba a gotearle por su rostro, marco acuático para los que algunos llamaban "insultante belleza", disfrutó de la sensación y la conversación anterior con aquel emisor de mediocridades pasó al olvido y ahora, chorreando agua y carácter, concentrada en aquellos otros pensamientos que se balancearon al filo de su copa sonrió con la elegancia de una media sonrisa, su decisión, ya firme, era inamovible, se había basado en una condicionalidad "Si las cosas fueran distintas, ¿cambiaría algo?" Y al apurar su copa se respondió, no...no cambiarían.

sábado, 14 de diciembre de 2013

TAMBIÉN QUERÍA SER....

Ha sido un sueño que he tenido siempre pero no lo hice público hasta que íbamos en un viaje familiar, creo que a Salamanca pero podría ser Londres o incluso puede que no fuera a Harlem. Horas de convivencia forzada y buscada, dos niñas pequeñas y una historia para entretenerlas. Cuando se acaban las canciones, las matrículas, los "veo-veo" y las palabras encadenadas, cuando ya se ha dormido todo lo posible hay que usar los recursos existentes.
La historia es cierta, bueno ... veamos, es cierto que me hubiera gustado, pero es de una evidencia desgarradora que no ha sucedido así:
Yo quería haber sido negra.
Tal cual, hay mujeres encerradas en cuerpos de hombre y viceversa, delgados en cuerpos de gorditos y niños escondidos en adultos. Ha habido blancos con voz de negros y negros triunfadores en un por entonces mundo de blancos.
Y por supuesto uso el adjetivo negra sin ningún tipo de perfil peyorativo, más bien al contrario, con absoluta admiración.
Ese tono de piel neoyorkino, porque yo quería ser negra y vivir en Nueva York, supongo que se debe a que en mi subconsciente estaba la filmografía del momento o alguna portada de algún LP, no lo sé, pero quería ser negra -multa, más bien- y dirigir un coro de góspel, lo que implicaba tener otra característica de la que no gozo que es cantar bien.
Por supuesto sería guapísima y tendría un tipazo de esos que quitan el hipo, estaría casada con el Pastor de la Iglesia y mis hijas serían ... ¡negras! Me hubiera encantado saber peinarlas y llenarlas de trencitas que finalizaran en gomillas de colores vivos sabiendo que cuando fueran mayores buscarían la manera de alisarse el pelo.
Organizaría subastas, mercadillos solidarios, picnic a favor de la comunidad y haría tartas y a los nuevos vecinos les llevaría una cesta de magdalenas, porque cuando yo era pequeña se llamaban magdalenas y no muffin o cupcake.
Por supuesto mi madre llevaría guantes de encaje y atrevidos sombreros con flores grandes, le llamaríamos Mamma y se sentaría la primera en el servicio religioso, con mis hijas, mientras mi marido nos hacía gritar ¡Aleluya! y yo cantaba los salmos...
He de decir que este deseo es anterior a que fuera la película de "La mujer del predicador" de Whitney Houston, que me dejó bastante perpleja al verla porque ahí estaba la mitad de mi sueño, pero no es de mis favoritas porque es como si hubieran hecho un retrato parecido pero equivocado de lo que yo quería ser. Una mala foto.
Como es fácil de suponer estuvieron riéndose de mí todo el viaje y aún les dura, pero a mi no me importa, lo tengo clarísimo...yo quería haber sido negra.



TEMPORADA OTOÑO-INVIERNO 2013

No...no os habéis equivocado, siguen siendo las Gotitas de Nervocalm que normalmente me calman los nervios y no se si destrozan los de algunos. Sigo siendo yo y sigue siendo el mismo Blog que hace ya tiempo puso su silla en la red en esta hilera de bloggeros con silla que es como un cine de verano, posicionados y al aire libre.
En estos tiempos que corren, que corren una barbaridad, el que se no se mueve y se estanca se queda antiguo que no vintage y acaba pereciendo engullido por la vorágine, así que anoche a las mil y pico y esta mañana tras las horribles tareas domésticas he terminado de ponerle cara nueva al Blog.
Como soy una persona algo inquieta y que se aburre con facilidad de ciertas cosas, de vez en cuando me gusta hacer cambios, que es lo mismo que hago en casa y que debe ir en alguna parte del ADN porque es característica familiar, eso si, se hereda por vía femenina, los varones son más reposados.
Así que tras mover los muebles, desechar algunos, pintar otros, y darle unos colores de otoño: este es el resultado. Es cierto que ya tenemos un pie en el invierno y tocaría otro cambio pero como soy del Sur y no hay grandes nevadas ni hielos extremos lo voy a dejar en tonos ocres de doradas puestas de sol. O de amaneceres playeros.
La foto de atrás -el fondo-, que no es mía y tampoco puedo buscar al dueño, es esta que añado aquí abajo para que veáis mejor, y que antes estaba en un lateral. Es una fotografía que descubrí viendo "Castle" allí está en tamaño inmenso colgada tras la mesa del despacho del escritor. Me gustó desde el primer momento y la hice un poco mía y como me gusta tanto, la comparto con vosotros. Lo cierto es que me encantan las fotos de escaleras y no me planteo si suben o bajan, si se dirigen a algún sitio concreto o pertenecen a un edificio maravilloso...que podría, pero no es el caso, simplemente las admiro como el prodigio estético que son.  
Espero que os gusten los cambios estéticos porque por dentro, estas Gotas de Nervocalm que en esencia soy yo, sigue siendo exactamente igual.


viernes, 13 de diciembre de 2013

MEJOR SIN MI, MEJOR SIN TI

- No los creas, nadie puede enamorarse de ti, así no desde luego.
Vacío en el estómago, escalofríos e incredulidad. ¿A mi me estaba diciendo eso en serio? Busqué un atisbo de risa en su rostro y no lo encontré, ahí estaba él impasible y sincero, sin problema alguno, quizás estaba disfrutando del momento, no podría asegurarlo, pero desde luego no cabía duda de que su frialdad era un témpano lacerante.
Tomé aire de manera distraída y como si no me estuviera dejando las tres cuartas partes de mi orgullo mezclado y no agitado con mi alma, respondí despacio y mientras expulsaba a pausas cortas el suspiro que se condensó en mi pecho
- Yo sin embargo creo que es muy fácil enamorarse de ti, lo difícil es olvidarte, y me obligo a pensarte con otras mujeres para asumir que cualquier día me dirás que has conocido a alguien, que tienes una ilusión, que te lo estás tomando en serio y que es todo lo que tú esperabas de una mujer e incluso más, que estás loco con ella y que nunca te habías sentido igual.
- De hecho -continué- he decidido borrarte para no vivir un eterno sufrimiento inútil. Tienes razón, nadie va a enamorarse de mi, ni así ni de ninguna otra manera ¿para qué dilatar en el tiempo lo que nunca será cierto? Será la mejor forma de seguir adelante, ni te molesto ni me dueles, sólo hay ventajas.
Visualicé mi vida a partir de ahora y me pareció gris, lo que no dejaba de ser un avance porque a penas veinte minutos antes me hubiera supuesto un negro azabache como de morlaco bravo. Sonreí con tristeza hasta en los ojos pero con mucha decisión.
- No te engañes -seguí mientras interpretaba como desinterés su silencio- conocerás a muchas mujeres, hay miles mejores que yo, pero estoy segura de que un día mirarás hacia atrás y te preguntarás por qué me dejaste marchar. O quizás no, puede que ni tenga la categoría necesaria para estar en tu recuerdo.
Me levanté con cierta elegancia y ni esperé su respuesta, lo primero porque dudaba que me la diera y lo segundo porque ya no me importaba lo que dijera, amen de que estaba segura de que no sería nada agradable. Desde luego los paños calientes, la dulzura y la empatía no estaban entre sus mejores virtudes...tampoco entre las peores.
Llamé a una amiga de las que son como las funerarias, disponibles las veinticuatro horas y le conté como había ido y como me había rebelado interiormente. Y ella, que es sabia, me dijo: "Verás Patri, vas a sufrir un poquito, pero hay más peces en el mar, eres una mujer inteligente y guapa, divertida y muy buena persona, no te sientas mal y sobre todo, no te sientas menos que nadie. Sigue sonriendo, y recuerda que no hay nada más absorbente que el piropo de otro hombre para al menos secarte las lágrimas del anterior"

jueves, 12 de diciembre de 2013

OTOÑO DE CIUDAD

No era más que un día cualquiera de un otoño como tantos otros, nada especial y la misma ciudad. Los ocres difuminaban el gris del asfalto y con cándida luz alfombraban la indolente promiscuidad de la mal llamada civilización.
En una calle que no soy capaz de recordar su nombre, una porción vegetal que más que parque era una manera de acallar conciencias urbanísticas locas por la construcción a gran escala.
Allí dentro, como un redil de ovejas valladas tras el pastoreo, justo antes de la caída del dorado sol una acumulación de hojas caídas bailaban al son de la brisa, eran algo así como las palabras escritas de un árbol, el silabeo postclorofílico de tres intrépidos árboles de hoja caduca que plantan cara a aquellos que le acompañan en la ocupación del césped, ésos que les miran con cierta reserva y no exentos de superioridad por seguir luciendo su color verde.
Y fuera del recinto algunas hojas libres pero que no dejan del todo la acogedora alfombra en la que retozan con sus iguales y a la vez penden de un hilo, rozando la libertad de la acera pero sin atreverse a despegarse de las demás. Un baile entre dos aguas, a dos temperaturas, sin emanciparse. Pero también las hay liberales, como esta hoja, que se sabe vivida y con un pasado, que demuestra con sus arrugas y la grandeza de su color oscuro que el paso de las estaciones  no es más que una manera de progresar. Sola e intrépida no se deja llevar por las demás, no sigue a la manada, con una personalidad fuerte pero serena es consciente de que pronto puede que sea su última mirada al dulce e irreverente otoño de ciudad.

(Foto de @jgausi)

CAMPAÑA EN NAVIDAD

Hace poco más de una semana me contaron una historia, un "basado en hechos reales", aquí no hay literatura que valga, ni florituras para mover conciencias, no pienso tirar de demagogia ni tampoco de victimismo, es algo que pasó y que debería hacernos pensar.
Ese algo sucedió en un Cáritas Parroquial andaluz pero podía haber sido en Cataluña o en Burgos porque aunque hay diferencias en las cifras del paro y de poder adquisitivo, en la individualidad de una persona que sufre no hay diferencias sustanciales. Cáritas, como decía, es ese sitio dentro de un barrio, en este caso al ser parroquial dentro de una Iglesia, donde personas que no cobran (a veces les cuesta el dinero) utilizan su tiempo y sus energías en recoger y repartir lo que distintas organizaciones y particulares les dan: alimentos, ropa, vales para pagar bombonas de butano, recibos de la luz ya pagados, ayuda para comprar gafas para niños, medicinas para enfermos...y siempre falta, cada vez son más las familias que se acercan a pedir ayuda y aunque la generosidad ciudadana va en aumento, las grandes ayudas (Unión Europea, por poner un ejemplo) cada vez menguan más.
Esta semana en el colegio de mi hija se recogen alimentos y como en el de ella en casi todos los centros escolares e incluso laborales comienzan la recogida de la "Campaña de Navidad". Y es por esto que nace esta historia, la de una madre que haciendo saber a sus hijos que las cosas no van bien y que están pasando un bache (con perfil de socavón) no les dice que coge el carro de la compra y se acerca a Cáritas el día de reparto, la semana que le toca ir que le avisan que es su turno.
Cuando a esta madre le dieron sus alimentos musitó que el arroz que le daban lo llevaría su hijo a la "Campaña de Navidad" y así estamos, en el colmo de la desdicha, esta mujer enseña a sus hijos a ser solidarios quitándose lo que necesita y no sólo eso, esta heroína además intenta que sus hijos no conozcan del todo la tragedia familiar para preservarlos y hacerlos felices. Para que sigan siendo niños y no adultos bajitos condenados a sufrir las dificultades diarias.
Con algo parecido y un "Buenos días princesa" se hizo una película, pero ya no es cine, ahora es de verdad y en nuestro país. Y si es cierto que le dieron otro paquete de arroz para que dentro de unos días vuelva a los escuetos almacenes no hay que olvidar que en estas tragedias hay niños que custodiar y defender, y también adultos valientes.

Colaborad por favor y no olvidéis que el mes que viene los Reyes tienen que volver a ser Magos.


miércoles, 11 de diciembre de 2013

DE LA MANO DE BECKETT

Hay fechas que no se olvidan y pese a que la memoria cada vez la utilizamos menos, -ni para aprendernos los teléfonos ya-, lo cierto es que se quedan guardadas en la recámara del recuerdo hasta cuando queremos que pasen al desprestigiado olvido.
Soy de las personas que recuerdan un santo sin necesidad de conocer a alguien con ese nombre y utilizar mi memoria RAM en cumpleaños de personas que estuvieron en mi vida o en la de mis familiares, y al final soy incapaz de recordar cuando tengo que llevar a la niña al pediatra.
Hoy es una de esas fechas memorables 11-12-13 y los aficionados a los números, que hay muchos, disfrutan de esta casuística que no se repetirá hasta dentro de una barbaridad de tiempo y que los que hoy respiramos hemos tenido la suerte de vivir, y digo suerte porque al ser distinto, diferente y particular se convierte en algo anecdóticamente divertido.
Para mi será un día inolvidable porque por primera vez he publicado un artículo en un periódico, "Quiero ser Kate Beckett". Semejante alternativa me la ha dado La Gaceta, el señor Fúster, -con tilde en la u y que no se olvide-, y por lo  pronto tiene mi eterna gratitud. Porque de igual manera que no se pierde una fecha en el recoveco de la memoria, tampoco se olvida a una persona y como soy biennacida también soy agradecida y mucho frente a semejante oportunidad: Gracias.
Tampoco puedo olvidar a quien me enseñó a leer, quien me compró tantos libros y me animó a escribir, mi madre y su santa paciencia. Quien me animaba cuando pensaba que todo era un esfuerzo inútil y hasta dio conmigo los primeros pasos en mi blog, mi marido. Quien creyó en mi para darme su obra para que la ordenara y clasificara e incluso fuera maestra de ceremonia de sus presentaciones, Alvite. Y hoy, sobre todo, a las caras de mis hijas cuando han visto que su madre estaba ahí en el periódico, caras de orgullo y convencimiento de que con esfuerzo y tenacidad las cosas hasta se consiguen.
Habrá quien piense que no es para tanto pero para mí es más que mucho.

http://www.intereconomia.com/columna/quiero-ser-kate-beckett

martes, 10 de diciembre de 2013

BALIDO GENERALIZADO

Si hay algo que no soporto es el pensamiento único, el balido generalizado, la incapacidad de debatir -desde el respeto- una idea y defenderla hasta cuando es utópica o incluso cuando no es la propia.
Yo puedo pedir respeto para otras culturas y religiones sin que eso me haga ser una hereje o traicione mis principios, habrá puntos y matices en los que no esté de acuerdo, no tengo que abrazar todas las ideas que defienda, más bien al contrario, pocas -muy pocas- tendrán de mí el cien por cien porque lo contrario sería no plantearme cada una de las realidades que se me ofrecen y eso es algo imposible para mí.
Como decía, me asombra como una vez nace una corriente quien se añade a la torrentera ya no puede pensar como ser individual y plantearse como reto los pros y los contra de lo que le dan como válido. Puede que incluso lo sea, no tiene que ser todo pura negación pero debatir pública o interiormente una premisa debería ser obligatorio.
En estos días me ha sucedido con varios temas de actualidad: Mandela, Del Nido, Montoro, el informe PISA...según la tendencia política o deportiva se acepta unos parámetros sin más, Mandela era un santo, Del Nido no puede ser malo porque es sevillista, Montoro hace limpieza política y a la educación lo que le hacen falta son recursos. Pues miren ustedes, niego la mayor, es decir, lo niego todo:
Mandela seguro que ha sido una figura internacional irrepetible, no me cabe duda de que sin su lucha el mundo estaría configurado de otra manera, que ha sido un hombre sin rencor y con generosidad de Estado pero también tiene su lado oscuro (y no es un doble sentido racista, ojo) y no hay que olvidarlo aunque haya fallecido. Seguramente prima lo bueno sobre lo menos bueno pero es justo reconocerlo todo.
Del Nido como Messi o tantos otros famosos que han defraudado o malversado no son ni peores por ser conocidos ni mejores por ser relevantes socialmente, en su justa medida y como otro cualquiera merecen que la justicia sea eso, justa, pero no hay complots ni caza de brujas, hay personas que se han saltado la ley y a ésas, señores, no se les aplaude aunque humanamente sintamos algo parecido a la piedad.
Montoro lo que ha hecho es hacer público, tarde y mal lo que hacen todos los gobiernos cuando llegan...hacer limpieza de muchos cargos anteriores, salvo en el caso de que sea nuevo gobierno de igual partido (Junta de Andalucía, por ejemplo) en cuyo caso se añaden...Este ilustre Ministro ha tardado dos años y encima lo ha hecho público...¡hombre, no me sea memo...!! Hay cosas que para hacerlas mal, no las haga.
Y respecto al PISA necesito tres valiums, seis tilas y un tranquimazim porque el tema tiende a sacarme de mis casillas, no es cuestión de recursos económicos, ni tan siquiera de recursos humanos, es simplemente que hace falta que haya un consenso para determinar un plan educativo que no sea ni tendencioso ni político y sobre todo que no se cambie cada rato, que los conceptos sean la prioridad y que el profesorado conozca no sólo la materia que imparte sino también el cómo debe enseñarla y luego si eso, ya hablamos del Día de la paz, de las letras o de lo que quieran celebrar...
Como observan tiendo a ir contra el mundo en todas las tendencias, pero soy capaz de pedir respeto para la memoria de Mandela, compasión para cada conocido que nos despluma (Hacienda somos todos), dignidad para Montoro y hasta rogar a Dios para que a los ministros de educación y sus contrarios les llegue un poquito más de inteligencia.

lunes, 9 de diciembre de 2013

38

Cuando el cumpleaños coincide con el final de año, como es mi caso, es el momento de hacer balance si te apetece o tienes el cuerpo para semejante ejercicio de reflexión, que no es fácil enfrentarse a toro pasado a un año completo, lleno de meses, días y horas. Echar la memoria atrás puede ser traicionero, sobre todo si el principio de año fue muchísimo peor que el final, aunque yo que soy de memoria frágil a veces tengo complicado recordar y hay ocasiones en las que pensar en Enero del 2013 me resulte tan frustrante como Junio de 1997 por poner un ejemplo, hay ocasiones en las que para mi limitada capacidad de recuerdo, las vivencias están igual de lejos y difíciles de recordar.
En mi caso, como en todos los años, ha habido momentos muy buenos y otros para olvidar -aunque estén más presentes que nunca- pero lo cierto es que siempre hay un paso al frente que dar y mirar por encima del hombro a lo que quedó atrás sólo sirve si se va a aprender algo y por mucho que se diga en los libros de autoayuda, no siempre las experiencias vitales van con moraleja.
Llega un momento que cuando le restas veinticinco a los años que cumples y te acuerdas perfectamente del año que resulta de la operación, trece en  mi caso, tienes que asumir que ya tienes una edad. No tiene que ser una mala edad ni una vejez prematura, no es eso, pero ya hay que empezar a plantearte que puede que estés rozando el: "lo bien que estás para la edad que tienes" o incluso muchísimo más doloroso "peor es el que no los cumple" que es un extraño consuelo nacional, que sí, que es cierto y que cumplir años es una bendición, pero hay que ver como somos de juntar churras con merinas en este adorado país.
Me acuerdo de mis trece como si esta mañana de lunes me pusiera el odioso baby (bata de cuadritos blancos y verdes) encima del uniforme, como si me estuviera subiendo los calcetines verde botella mientras la clase entera te tiraba de las orejas porque ya en octavo eres mayor para que te canten tus compañeras cumpleaños feliz y repartas sugus, y sin embargo ya han pasado veinticinco años que es un tiempo considerable pero desde luego, en mi caso, exprimido hasta la última gota siempre.
Ahora espero, que cuando tenga que volver a recordar mis trece años sea justo después de haberle restado cincuenta a la edad que cumplo.

(Gracias a todos por vuestras felicitaciones...)

sábado, 7 de diciembre de 2013

MENSAJE EN SUEÑOS

Me he despertado sobresaltada, inquieta, con el corazón a mil por hora como el motor de un Ferrari, martilleo en los oídos y la boca seca. Creo que he gritado pero tampoco puedo jurarlo, quizás fuera una interjección seca y angustiada nada más. Una sorda petición de auxilio, de ayuda al aire, a la nada. He sentido el miedo mirándome dormir y mientras me arropaba me despertó su helada sensación vertiginosa.
No creí ver venir a la muerte y la guadaña, no había monstruos ni criaturas horribles, tampoco tenía más trascendencia que ver en mis sueños tu cara, el perfil de tu rostro, ni una sonrisa ni una lágrima, nada delataba tu estado de ánimo. Sólo sabía de ti y tus sentimientos por tus mensajes, tus palabras escritas.
En mi sueño me escribías mensajes al móvil y sin embargo yo te veía como si tú estuvieras frente a mi, no se si era una imaginación dentro del sueño o un anhelo dentro de mi propia inconsciencia pero todos tus mensajes me llegaban vía teléfono. Primero notaba un pequeño zumbido y luego tras la vibración un "din-don" y en mi pantalla una ventana me informaba de lo que querías decirme.
"¿Puedo llamarte?" me preguntabas y yo que estaba trabajando en ese momento te decía que no podía hablar pero que por favor fuera lo que fuera no iba a considerar descortés que me dejaras un mensaje con lo que necesitabas decirme.
"Verás, he conocido a alguien...es dulce y quiero darme una oportunidad, no quiero ofenderte pero lo nuestro no podía ser, eres fantástica no lo dudes pero es que ...quiero ser leal con ella, me gusta mucho."
Yo en ese momento suspiraba con los ojos llenos de lágrimas y un escalofrío recorría mi piel pero sin dejar de sonreír me ausenté al baño unos instantes y mientras el espejo me devolvía la imagen de una mujer derrotada conseguí teclear: "Comprendo, no te preocupes. Adiós, cuídate mucho, espero que seas muy feliz"
Fue cuando desperté y fue cuando sentí que el mundo se hundía bajo mis pies, al intentar levantarme y mientras me auto convencía de que sólo era un sueño, cuando caminaba bamboleante pasillo adelante buscando un café, noté en el bolsillo de mi vieja sudadera una vibración...mi móvil...
"¿Puedo llamarte?" y entonces mi respuesta fue clara, contundente y con cierta angustia y premura: "Sí, claro que si"

jueves, 5 de diciembre de 2013

DÍAS DE VINO, SANGRE, ROSAS Y LÁGRIMAS.

Entre las cosas que se suelen decir desde el poso que es la sabiduría popular es que de "una boda sale otra boda" y que "de las tragedias nacen los niños". No entraría yo mucho en honduras porque los tiempos han cambiado pero es cierto que antes la mejor manera de socializar con alguien "forastero" era en eventos como las bodas o viajes a ver a la familia; y cuando era incluso alguien conocido o del pueblo, con la alegría, la copita y el baile ¿quién no le daba una oportunidad a conocer a ese individuo vestido con las mejores galas del sexo contrario? Tampoco hay que renegar que cuando algo duele mucho, cuando el mundo se hunde, el amor -no voy a analizar si es sexo, amor o las dos cosas- te salva, el punto de desconexión absolutamente hormonal y mental que en otros tiempo solía ser signo de embarazo y hasta hoy en día...
Al final la vida no viene a ser más que un equilibrio entre las cosas buenas y las malas, entre las alegrías y las penas, los días de vino y rosas o de sangre, sudor y lágrimas. En ocasiones, esos dicotómicos momentos se entrelazan y mientras sufres y lloras sucede algo que es un rayo de esperanza, que brilla y calienta más que nunca porque en medio de la desolación una flor es más que protagonista...Y entonces se crea una situación que personalmente me desasosiega mucho, ese algo ilusiona y crea en el ánimo un estado similar a la felicidad, si no es ésta al completo, pero a la vez sabes que hay dolor a tu alrededor y que hasta ese instante lumínico y alegre sólo había lágrimas y te sientes mal por estar o haber estado contenta.
Lo que ocurre, por lo general, es que no hay mucho tiempo para pararse a analizar las cosas, llega arrasando el día a día, la cotidianeidad o lo extraordinario y las reflexiones se echan a un lado para continuar viviendo, pero esa inquietud queda adherida al alma.
Supongo que la solución es revestirse de ese presupuesto sentido de lo cartesiano que tienen los germanos y hacer parcelas con la emoción. Disfrutar como nunca de lo bueno y tener templanza cuando vienen "revirás" (que se dice en mi tierra), aunque la verdad es que esto no debe ser nada fácil, mi sangre sureña por lo menos, no sabe hacerlo.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

OJOS RASGADOS

La primera vez que te tuve en brazos me miraste con esos ojos atrevidos, te hice cosquillas y me sonreíste. No lo olvidaré en la vida. Tu madre me contaba un montón de cosas a las que yo no prestaba ninguna atención porque te habías convertido en un imán, en una personita que me había conquistado desde el primer momento.
Con ese pelo tan corto y tan rubio, parecía que no existía, esos ojos rasgados y ese pegote de nariz que casi me hacía plantearme como podías respirar, estabas siendo el rey de mi fiesta, mi tema de conversación favorito, y sé que llegó tu hermana a pedir su trocito de atención y recuerdo que vinieron corriendo también mi hija con una amiguita y yo por todo saludo les enseñé la dulzura que tenía en los brazos y ellas, en el tiempo que dura la atención de una niña de tres años, juguetearon contigo mientras tú, ¡ay, sinvergüenza!, te dejabas querer.
Cuando tu madre decidió que te estaba malcriando demasiado, que era hora de irse y que te sentabas en el carro no me gustó la idea, tuve que obedecer y volver al mundo real pero con la misma desgana que me ponía a ordenar mi cuarto cuando era pequeña. De ese carro te liberé muchísimas veces hasta que empezaste a dar los primeros pasos y entonces pasé a correr tras de ti.
Durante años te vi crecer y hace tiempo que no te veo, los kilómetros y las circunstancias han hecho mella pero no te olvido, me cuentan que estás hecho un hombre de diez años, un tío independiente y resolutivo, guapo y meloso, y siento mucha envidia de los que te tienen cerca porque tú has sido una parte muy importante de mi vida y ahora me faltas.
Tengo guardado el calendario de cuando participaste en él con la Asociación, nos contó tu madre que fuiste un protagonista indiscutible, mano a mano con Miguel Ríos, que enamoraste a todos y a la cámara. ¡Cómo no! Es que no podía ser de otra manera...aún no te conocían.
Un día, mientras tu hermana jugaba con mi hija, tú no te acuerdas, yo jugaba contigo con cierta dificultad porque estaba embarazadísima y una señora mayor, sin mala intención -supongo-, me dijo que tuviera cuidado que era tentar a la suerte, que igual mi hija salía con síndrome down como tú. Me revolví como una fiera, lo reconozco, dispuesta a ser tajante y mordaz pero de repente vi tu carita, me serené y le dije con todo mi corazón: "ojalá mi hija sea tan maravillosa como lo es él".

A Víctor, por la luz que puso en mi vida.

lunes, 2 de diciembre de 2013

TE ECHO DE MENOS BELO

Empiezo a fundir el atardecer de hoy con el amanecer de mañana, una coctelera de espacio tiempo sin necesidad de agitar, una necesidad de hacer que se fundan las luces y sombras que me recuerdan tanto a ti.
Nunca fui de recordar los aniversarios de los fallecimientos aunque algunos son imposibles de olvidar y sin embargo siempre quise contar mi vida por cumpleaños y momentos vividos, en uno u otro lugar, en esta vida o en la otra, que no se si allí se sigue manteniendo el cumpleaños o cambia la fecha, pero como nadie se ha venido del otro lado a confirmarme -ni a desmentirme- mi creencia...la dejo tal cual.
Así que te recuerdo hoy por mañana, que sería tu cumpleaños, del día de San Francisco Javier, felicidades Belo, y tú con ese sello que dejaron en tu alma los jesuitas que te enseñaron lo que sabías, que era más que mucho, sin duda hoy ningún niño tendría tu sabiduría infantil, tu perseverancia y a la vez tu ritmo personal e incontestable, estoy segura que en ese lugar recibes mi felicitación. Ya sé, ya sé que no fueron solo los jesuitas, la Academia Militar hizo el resto, y la vida -supongo- otro poco, que en realidad era un mucho, y es que nunca conocí a nadie tan inteligente como tú.
Sólo tuviste prisa para llegar a los toros, podían zarpar barcos, despedirse los trenes o partir los coches sin ti, pero si se trataba de poner un pie en el coso taurino, eso eran palabras mayores y te volvías tan puntual que era difícil reconocerte. Aunque dicen que la edad te hizo un poco más blando y hasta llegabas a tiempo a alguna que otra cita.
Tus nervios siempre tenían como base común el Atlético de Madrid, ese que tantos sufrimientos te daba...o tantas alegrías que con ellos nunca se sabe, pero jamás fuiste contrario a ningún equipo. En la temporada que te fuiste, fue el año del doblete del Atlético, estoy segura que hiciste lo imposible por echar una manita allí arriba a los rojiblancos de tus amores.
Tu voz grave y sin complejos, amigo de todos, charlabas con obispos y charcuteros, con tenderos y catedráticos, nunca vi de ti un mal gesto hacia nadie, ni una ráfaga de clasismo. Leal como nadie, católico como ya no hay, si fuiste buen padre -que me consta- aún mejor abuelo. Yo no voy a decir que era tu favorita, porque tu corazón y tu justicia eran tan grande que era imposible que hicieras algo así, pero yo era la que más cerca estaba, la que más suerte tuvo de disfrutarte y con la que más discutiste...que todo hay que decirlo.
No voy a recordar el día que te fuiste, voy a recordar cada achuchón, cada beso, cada caricia y cada capricho que me diste y consentiste...no habrá nadie en mi vida como tú y sólo Dios -y tú que seguro que estás muy cerca- sabes cuánto te echo de menos.

EL EPÍLOGO DE ANA

La realidad es que Ana salió adelante, no fue fácil, si bien durante semanas se sentía desgraciada y no era capaz de salir a la calle sin dolor o sin que todo le supusiera un doloroso recuerdo, fue poco a poco recuperando su mundo, su vida. Se hizo millones de preguntas y ni una sola vez encontró una respuesta que le fuera válida, hasta que se aburrió de hacer el amago de contestarse.
Durante una temporada le pasaban las mañanas y las noches con una cadencia lenta, una sucesión en el tiempo que no podía parar pero tampoco hubiera hecho el amago de controlarlo. Se dejaba llevar sin necesidad de comer, de dormir, sólo las lágrimas, los recuerdos y alguna que otra obligación -que podía cumplir a base de fuerza de voluntad- eran sus compañeras.
De repente, recordaba, un día sintió calor y descubrió que ya estaba empezada la primavera, no tenía ningún mensaje que le hiciera concebir esperanzas pero ella tampoco cayó en la tentación de echarse atrás, lo último que le dirigió fue aquella carta y nunca obtuvo respuesta.
Así que con aquel jersey sudado se quitó la última capa de dolor y absurda esperanza, y liberada de abrigo, de cuerpo y alma, se fue a la calle a mirar la realidad con ojos nuevos. Y resultó que pese a su aislamiento, el mundo había seguido girando, la vida siguió sus pasos y las flores que comenzaban a salir provocaban las alergias y las alegrías a la vista de todos los años y supo, al mirar los colores sin filtro alguno, que todo había pasado, no sabía si se daría una nueva oportunidad frente al amor, pero tampoco le cerraba la puerta a la esperanza.
Ana miró al futuro porque nadie muere de amor.

domingo, 1 de diciembre de 2013

CONCERTINA DESAFINADA


Leo a Rubalcaba exigiendo que quiten las cuchillas de la valla de Melilla. Esas mismas que cuando se fabricaban su compañero Griñán visitaba complacido en origen no sé si pensando que eran para algún producto de la teletienda o para preparar el salmorejo. Pero allí estaba él, con su casco y en campaña electoral, palmadita a los trabajadores, foto y ningún problema moral. Después de esto, las lágrimas socialdemócratas que diría el gran Santi González, de la señora Valenciano y su episodio en el arbusto.

La vicepresidenta, esa pequeña gran mujer, pide tiempo para estudiar informes y se escuda en las mafias y la inmigración ilegal que desordenada y sin posibilidades sólo puede ser caldo de cultivo de males mayores. No le falta razón pero hablamos de esas concertinas, que son esas cuchillas que suenan a música y en realidad gimen muerte.

La certeza es que es un tema complicado, difícil, pero no creo que pasar por la picadora a esos presos de la desesperación que buscan un mundo mejor sea la solución. La Guardia Civil, con más humanidad y lógica, pide más personal para atajar el problema, y si bien sería principalmente una medida disuasoria, -de esas que usan para el tráfico sin afán recaudatorio...-, no deja de ser una opción menos cruel.

La valla es el último paso que tienen esos hombres (los que saltan suelen ser hombres) a un primer mundo y algunos llevan kilómetros en los pies, soñándolo. Y aún así, cuando saltan y corren despavoridos, puede que les quede para llegar a la Península. La burocracia no tiene corazón.

La otra opción es el mar, quien conoce el Estrecho sabe de lo traicionero, frío y desolador que pueden ser esos catorce kilómetros pero cuando eligen esa opción y consiguen llamar a tiempo para que llegue Salvamento Marítimo, se les recoge, acuna y protege, no hay cuchillas. Luego se les entrega una carta de expulsión que generalmente no es más que papel mojado con ese salitre que la noche anterior en la oscuridad serena del océano abrazando al mar, se les pegó en las pestañas.

Cuando mi hija pequeña vio los saltos de esa valla este verano, me miró extrañada y me preguntó si es que no había una puerta, como no le miento, le dije que si, y aun más contrariada me espetó que por qué no la abrían: eran personas, dónde estaba el problema. Explicar a una niña de ocho años que existen fronteras, leyes, mafias, recursos limitados, es difícil, pero contraponerlo a la vida de una persona, aún más. Me resonaba esa canción que aprendí de pequeña con las monjitas: "no te importe la raza ni el color de su piel, ama a todos..." y me sentía traicionando lo más básico de mis creencias. No sé si he hecho bien, pero he sido incapaz de contarle lo que son las concertinas, aún pretendo que tenga fe en los demás, confianza en el ser humano.

A lo mejor, pese a tantas dificultades y alta política internacional, ante unas cuchillas afiladas, para resolver el problema sólo hace falta mirar por una vez desde el escaño, sin mediocridad ni demagogia, con los ojos limpios de un niño.


sábado, 30 de noviembre de 2013

UN FINAL PARA ANA


Me gustaría que entendieras que este correo electrónico que lees en una pantalla no es en realidad un cibernético mensaje, preferiría que lo consideraras una manuscrita carta, en un cuidado papel de calidad, un verjurado color crema doblado perfectamente en tres partes iguales, lo necesario para entrar en un sobre donde mi deformada letra hilvanara tu dirección y rematara en la solapa con mis iniciales.

Tal y como te escribo me imagino pensando mis frases con cuidado, escribir a mano impide errar, los tachones solo ensuciarían mi mensaje, y en vez de teclear con derecho a borrar sin dificultad como lo hago ahora, estaría concentrada en cómo quedarían eternas mis palabras para ti.

Quizás recuerdes que te conté que las cosas importantes las escribía con pluma, que el rasgar de su plumín y el secado de la sangre de su tinta azul cobalto me provocaban reverencial asombro y me parecía que le daban categoría suficiente, empaque y elegancia y es por eso que me sentía representada en su forma de interpretar la letra que subyace al final de mi mano.

No necesito cubrir muchas hojas ni tampoco aburrirte con mis divagaciones, quizás en otro momento la decisión de escribirte me hubiera llevado a mandarte casi una novela y disfrutaría haciéndolo, pero hace tiempo que comprendí que para conseguir tu atención es mejor que me dirija a ti con mensajes cortos y concisos, puede que pierda la magia del lenguaje incluso me prive de jugar a la literatura, hasta soy consciente de que me arriesgo a que algo no te quede lo suficientemente claro, pero en el fondo, no tiene importancia.

La verdad es que no tengo que remontarme a un pasado lejano, ni a tiempos remotos, sería bonito traer a este momento los años que compartimos, todos esos recuerdos que tenemos juntos y lo felices que fueron algunos de ellos. Pero también me conozco y sé que sería demasiado emotivo para mi y a ti sólo te supondría más líneas que leer, y como mucho me dirías "no necesito que me lo recuerdes, yo ya me acuerdo solo".

A estas alturas ya sabes lo que voy a decirte porque aunque te hayas revestido de frialdad y algo de desdén, aunque te sienta más lejos que nunca incluso tumbado a mi lado, me sigues conociendo y sabes como soy. Quizás te extrañe esta manera de dirigirme a ti, pero me acobardo pensando en mirarte a los ojos y se que no sería capaz de articular serenamente ni una palabra, acabaría en silencio o en una desquiciada conversación que sólo nos haría más daño.

Así que adiós, te deseo todo lo mejor, que seas feliz y te cuides mucho. Ten por seguro que eres parte de mi historia y herida en mi corazón. Ojalá algún día seamos capaces de volver a ser esos buenos amigos que fuimos, sin rencores ni reproches.

Un beso.

Ana