jueves, 20 de diciembre de 2012

DULCE NAVIDAD

El bote de galletas no estaba entre sus favoritos pero la alacena era un lugar maravilloso. En casa la alacena era un cuarto pequeñito pequeñito, o un gran armario empotrado, según se mirase. Se empeñaban en poner muy alto las galletas en su gran caja de lata, magullada y algo descolorida con aquella antigua pegatina hecha con ese aparato tan raro en el que se iban apareciendo las letras en una tirita adhesiva mientras se presionaba en el lugar adecuado. Pero estando las bizcochos, el pudding y los roscos de Navidad...¿quién puede querer unas galletas?
Toda la alacena estaba perfectamente ordenada, identificada y no estaba por orden alfabético era porque creía que  nadie se le había ocurrido...si hubiera estado en la mente de alguien, jamás la harina estaría por delante del arroz ni éste detrás del azúcar. Por si acaso y para evitarse complicaciones a la hora de echar una mano a mamá en la cocina nunca comentaba su observación.
No tenía claro tampoco si realmente no querían que se acercara a los dulces o era una tradición a mantener porque si no fuera asi...¿para qué diablos dejaban las cajas de leche justo debajo casi en forma de escalera para que pudiera acceder a casi la totalidad de los estantes? Por si acaso, para desafiar a las normas, en el caso de que no fuera una advertencia poética, o para complacer el interés en el engaño, se comió un rosquito...no era el más grande pero dejó un hueco que se afanó en recolocar.
Sentada en una esquinita, saboreando la canela y el azúcar, masticando despacio y disfrutando de la clandestinidad fue dando cuenta del rosco. La tentación de coger otro era grande, pero fue prudente, se sacudió el jersey tejido con tanto cariño por su abuela, de muchos colores distintos, que se arremolinaban en su sofá en madejitas más grandes o más pequeñas mientras lo iba haciendo con el compás de las agujas y de vez en cuando con la mirada en un libro azul que debía ser la Biblia del punto.
Era una pena que "robar" pudding o bizcocho dejara huella, tendría que esperar a que lo abrieran formalmente para poder llegar a ellos ilegalmente, a deshora, justo justo cuando le dicen que no debe comer.
Llegaba el momento difícil, salir de la alacena sin que la pillaran, abrió despacito la puerta y sigilosamente, pegada al marco de la puerta salió sonriéndose para adentro. ¡Qué de cosas buenas tiene la Navidad!


sábado, 1 de diciembre de 2012

NIÑOS

Es bien sabido y conocido que yo no soy muy partidaria de ocupar el blog con la actualidad, pues esa la tenemos a la mano en lo que hoy nos empeñamos en repetir tras algún cursi, con perdón, como "sociedad de la información", cuando en realidad deberíamos llamarnos zoociedad (Mafalda dixit) y lo de estar informados no es tan real como decir que tenemos muchos conceptos, material y noticias a la mano pero que no siempre se utilizan. Cuántas veces de las noticias sólo se leen los titulares, y frente a un documental interesante y clarificador, el humanoide de turno mueve el mando a distancia hasta llegar a algo vacío de concepto que entretenga.
Tampoco he escondido jamás que soy una persona contraria al aborto, y que los niños, desde que están en ese baño amniótico y caliente, son para mí la defensa más clara y menos suceptible de ser discutida del mundo. Sé que muchos la discuten, pero ese corazón que late, ese movimiento fetal, ese "alguien" merece que sea mi causa número uno por la que pelear en esta vida.
Hoy he abierto el periódico, siguiendo la terrible noticia de un accidente fortuito y lamentable por el que una pequeña de cinco años perdía la vida. Y acto seguido, la noticia de la muerte de un bebé que junto con su hermanito fue apuñalado, y más abajo que la parricida sevillana había dado a luz a una niña después de asesinar, presuntamente...claro, a dos de sus hijos congelándolos. En las páginas de internacional hace tres días la muerte de diez niños sin privarnos del detallito de ver las imágenes.
¿Qué está pasando?
¿Qué monstruos hay?
¿Quién se cree alguien para atentar contra algo tan limpio, tan noble, tan inmaculado como un niño?
Intento encontrar razones, no las hay, intento seguir el hilo de pensamiento para coger a un bebé, abrir un arcón y depositarlo y olvidarse por completo que llora de frío...supongo que poco tiempo...Qué se piensa cuando esos ojos sin ensuciar del fango de la vida miran al que empuña un cuchillo...Con qué frialdad se dispara en una escuela...
Son niños, ¡por amor de Dios! y me da igual el Dios del que hablemos...son sólo niños, no pidieron venir a este mundo pero están aqui y tenemos el deber de protegerlos, no llegaremos nunca a ser una sociedad moralmente aceptable mientras no cuidemos de los que no saben defenderse solos: niños, ancianos, disminuídos psiquicos o físicos, esos seres de alma impoluta...vapuleados por la mezquindad del egoísmo social con el que nos desayunamos todas las mañanas y del que nos desprendemos al acostarnos para hipocritamente, dormir a pierna suelta, toda la noche.

viernes, 30 de noviembre de 2012

PRESENTACIÓN "LILAS EN UN PRADO NEGRO"


Buenas tardes a todos, muchisimas gracias por estar aqui, en la Asociación de la Prensa de Madrid, algunos ya me conocéis, y otros me conocísteis a raiz del libro anterior. Me llamo Rocío y llevo un par de años colaborando con José Luis Alvite, soy su mano derecha o su pie izquierdo, según el día.

Hoy tengo el enorme placer y la inmensa satisfacción de presentar esta magnífica mesa, con Santiago González, Amilibia, Alejandro Diéguez y el autor de este libro "Lilas en un prado negro", Jose Luis Alvite.

Tengo que decir, en honor a la verdad, y perdonen que hable de mi, que este libro es un empeño personal mío. Y desde aqui agradezco a Alvite y a Alejandro su complicidad para que por fin esté en la calle y digo por fin, si, porque seguro que nadie duda que Alvite es un genio, y lo es...y como todos los genios vive en un mundo relajado, pasivo, en otro plano donde la importancia de las cosas va en otro orden y a otro ritmo.

Los artículos que forman el conjunto del libro, fueron publicados como una serie en el dominical "Estela" de Faro de Vigo y yo los descubrí por casualidad, gracias,o por culpa, del desorden de Alvite. Cuando me envió documentación para "Humo en la recámara", su anterior libro, se colaron alguno de estos textos -y otras cosas que prefiero no comentar- y reconozco que me atraparon. Hice lo imposible por conseguirlos y finalmente tuve en mi poder todos los relatos. Cuando tomé conciencia de la obra al completo empecé a ponerme pesada, terca me llama Alvite, y a empeñarme en que se recopilaran y volvieran a ver la luz porque al haber sido publicados únicamente en Galicia muchos no los conocíamos y me pareció inexcusable que se volvieran a editar y que mejor que de la mano de Ézaro que tanto cuida sus publicaciones y a José Luis.

No ha sido tarea fácil, más de la mitad de los textos publicados en este libro se los he leido por teléfono al autor para que los revisara...pues tras seis meses sin mandarme ninguno con el visto bueno comprendí que era el momento de tomar las riendas y adoptar medidas extremas. Mis cuerdas vocales y la batería de mi teléfono saben bien las horas que hemos ocupado. También es cierto que Alvite ha soportado maratonianas jornadas telefónicas. Gracias por ello.

"Lilas en un prado negro" tiene de padres putativos a Jose Luis y a Alejandro, pero lo que es seguro es que el ginecólogo he sido yo.

Para muchos de nosotros Alvite es el Savoy, sus crónicas ahumadas en blanco y negro sólo coloreadas por el rojo carmín de los labios de esas mujeres faltales o derrotadas que nos hacen entrar a un local imaginario en una Nueva York algo cambiada. Pero esta vez el autor nos hace viajar a otro lugar. Porque esa virtud la tiene Alvite, nos crea un hogar imaginario que acabamos haciendo nuestro, y pasamos de espectadores a protagonistas.

Este libro se inspira en el compostelano Sanatorio Siquiatrico de Conxo donde me comentaba José Luis que acudía a recibir tratamiento en una etapa de su vida, pero con su habitual desidia y falta de constancia tantas veces comentada, tampoco fue un paciente ejemplar en la asistencia a las consultas, aunque acudiera allí por voluntad propia. Le sirvió, no obstante, para inspirar estos relatos que se desarrollan en un inexistente lugar gallego, el Manicomio San Antón de Restande, un alojamiento bucólico, lleno de ternura y palas de electroshock. Como un paciente más el protagonista nos va relatando las distintas personalidades, en ocasiones múltiples, que habitan o habitaron el lugar, los doctores que formaron parte de la plantilla y con especial detenimiento nos habla de una de las enfermeras, Laura Sarandeses, una de esas mujeres de Alvite: de mediana edad, friolera, desencantada y bella, inteligente y cobarde en el amor. Hay ocasiones en las que los relatos son solamente reflexiones dispersas, caóticas y sentimentales donde si leemos con detenimiento encontramos verdades afiladas.

Yo solo puedo recomendarles que entren despacio a Restande, sin miedo y sin camisa de fuerzas. Y si se ven levemente reconocidos en alguno de los personajes, no teman...nos pasa a todos y no estamos tan locos...

Muchas gracias. Les dejo a continuacion con Alejandro Diéguez, periodista y editor de Ézaro

A continuación el veterano y prestigioso Amilibia, un histórico del periodismo nacional.

Les dejo con Santi González, brillante y reputado columnista de El Mundo, miembro destacado del equipo de Carlos Herrera en Onda Cero.
 
Como diría Herrera....con todos ustedes...José Luis Alvite

 


domingo, 11 de noviembre de 2012

ROCIO PIÑEIRO

Hace unos catorce meses que sucedió todo, y tengo que reconocer que no pasa un día en el que no piense en ella. Nunca la conocí, jamás vi su rostro y tampoco pude oír su voz, pero puedo asegurar que si me parara a repasar el día justo antes de cerrar los ojos para dormir me daría cuenta la de veces en las que el pensamiento corrió a su cara desconocida.
Llevo mucho tiempo queriendo escribir de ella, pero me surge la contradicción del dolor y la angustia, con el reconocimiento y el pequeñísimo homenaje que pudiera darle desde aquí.
Para escribir estas líneas he tenido que ir a la web y buscar la noticia, reconozco temblor y algo de angustia por volver a revivir, mientras leía, la secuencia de acontecimientos que se dieron ese día. Cuando he ido indagando en las distintas páginas que surgieron me ha llamado la atención su nombre...se llamaba Rocío, yo no lo sabía, y era justo de mi edad entonces, otro dato que no supe en su momento. He sentido un escalofrío por todo mi cuerpo.
Rocío Piñeiro Oitavén, pontevedresa que se fue a Madrid a trabajar y que a dos días de su cesárea programada, acudió a Misa en su barrio para rezar por ella, por su parto, por su hijo. Iba acompañada de su madre que se había trasladado a la capital para tan feliz acontecimiento. Todas las madres quieren estar con sus hijas y todas las hijas necesitan cerca a su madre.
La noticia, cuando sucedió, me hizo pensar en lo doloroso del momento, en ese hijo al que intentaron salvar y peleó dos días en esta vida, en su madre, en su marido que lo perdía todo, y en lo vulnerable que somos...de repente, en el sitio que menos te lo esperas, sin existir una razón - si es que alguna vez existe una razón para que un humano decida quitarle la vida a otro - se acaba todo. Sin más.
Muchas veces, cuando voy acompañada de mis hijas, me descubro en Misa, en los centros comerciales, en los restaurantes, en los cines... buscando un sitio donde ponerlas a salvo, donde protegerlas...y siempre llego a la misma conclusión: no puedo, y eso me aterra.
A Rocío no quiero olvidarla, ni creo que la olvide en la vida, ella con su bebé y una niña, Omayra Sanchez, de trece años, a la que grabaron los periodistas durante su agonía en Colombia, hundida en barro, suplicante y llorosa, con su familia enterrada a sus pies, forman parte de las mujeres que marcaron mi recuerdo, mi vida, mi manera de enfrentarme a las cosas. El día de hoy nunca va a repetirse, los momentos con los que tenemos alrededor pueden darse parecidos en otro momento, pero jamás como los que suceden en este instante. Debemos aprovechar la vida, somos frágiles ante la muerte y ésta puede estar en lo más común de nuestra rutina.

domingo, 28 de octubre de 2012

DERRETIR HIELOS

Unos hielos, una copa, el sonido del alcohol rompiendo la frialdad, un leve crujido. Algo de limón y el destape libidinoso de esa bebida transparente y discreta que nadie sabe bien de donde viene y como llegó a ser parte inequívoca de los hoy afamados gin-tonics.
El Gin-tonic se ha vuelto una bebida de moda -le comentaba- ahora hay grandes tratados, expertos vanidosos y experimentos a veces irracionales. Prefiero lo clásico -continuó- concediendo siempre el beneficio de la duda a cualquier ginebra y más si es inglesa.
Ella sonreía entre levemente divertida y perpleja, jamás una copa le pareció tan interesante y simplemente hacía tintinear los hielos de su whiskey, solo, en vaso corto, ancho, un clásico al estilo europeo, nada de aquel vaso pequeño donde de un golpe se bebían en el Oeste ese extraordinario matarratas.
Él continuaba su disertación sobre las marcas que habían llegado al país y la cantidad de tónicas que había en los estantes ahora de los hipermercados, de como antiguamente a penas estaba la Rives y la Larios y ella atrapaba el instante sabiendo que el tiempo es único en el momento que sucede. No se repetiría, no habría un instante igual, puede que parecido pero nunca el que vivía en ese compás del reloj.
Ahí estaban, frente a frente hablando de banalidades en el bar inglés de aquel elegante hotel, realmente el trasfondo era serio, bronco y hasta cierto punto febril pero les pudo la educación, los tiempos pasados, los silencios no ocupados a conciencia. Llegaría el momento, quizás después de la primera copa o rozando la tercera en que habría que terminar en los porqués para acabar comprendiendo los cómo. Aunque quizás en realidad no hubiera trasfondo alguno. La incertidumbre era lo que estaba cierto.
¿Cuánto hacía que no se veían? Cuatro...no...casi cinco años ya, ella había hecho lo imposible por estar impecable, jamás reconocería las horas que había tardado en arreglarse esa tarde. El resultado había sido aceptable. No había podido borrar los cinco años, ni los golpes emocionales que había sufrido desde entonces, empezando por el que provocó su separación, pero le parecía que había conseguido convertirlo en una especie de desencanto elegante. A él se le notaba el paso del tiempo, algo más rellenito, un poco más calvo quizás, pero se le veía feliz.
Instintivamente miró sus manos buscando una alianza, o la huella de ella, la verdad es que tenía el aspecto de un feliz casado, le sorprendería porque conocía su opinión sobre el matrimonio, pero nada es más cambiante para un hombre que esa firme convicción delante de la mujer adecuada. Aún así, se dijo, puede que viva en pareja, es lo que desprende...
Siguió su pequeña pesquisa observadora, camisa bien planchada, cinturón elegante, y un reloj demasiado bonito. Pudiera ser un regalo familiar pero tenía más el perfil del regalo de Navidad del principio de una relación.
¿Estaba nervioso? No, mantenía el aplomo, pero lo tuvo siempre, pocas veces lo vió fuera de sí, había que conocerlo, y mucho, para distinguir cuando sus nervios estaban floreciendo.
Se dió cuenta de que le había preguntado algo y ella no estaba prestando atención, difícil papeleta. Sonrió y disimuló como pudo, "la plancha, de repente he pensado que no sabía si la había desenchufado, ya sabes como soy"... de repente vió claro que le había dado la excusa perfecta, el momento adecuado...
Se dió cuenta de como se le iluminó la cara, entre aliviado y feliz. Ahora, se dijo ella.
Él comenzó a balbucear algo sobre alguien que planchaba siempre los domingos y había que volver siempre a casa a asegurarse de si estaba desenchufada y ella tomó aire expulsándolo despacio.
"Se te ve muy bien, me alegro mucho por ti" -susurró ella- frases escuetas, concesión sincera, pensó, la mejor manera de salir del atolladero.
Él se atropelló aún más, comenzó la cascada de incoherencias y tópicos...quise llamarte, tú estás genial, cuéntame de tu vida...
Ella siguió en la dinámica de las respuestas cortas y ciertas, nada íntimo, mientras intentaba auto analizarse, la verdad es que no esperaba nada y jamás hubiera vuelto a retomar una relación con él, pero escocía, pese a todo había una parte de ella que no quería aceptar que el tiempo pasaba, si para ella estaba olvidado ¿por qué no quería que él la hubiera olvidado y hubiera conseguido superar la separación? No sabía contestarse, un punto de orgullo, de vanidad, quizás.
Con las cartas sobre la mesa, una pregunta, ¿qué querías hablar conmigo? y tras esa pregunta se puso serio, volvió el hombre que conocía y con las que tantas horas había hablado, un hombre culto, sensato e inteligente.
Al ritmo de la segunda copa comenzaron las confesiones, ella escuchaba atenta, interesada, abandonando cualquier tipo de impostura entre el glamour y el distanciamiento obligado con el que comenzó la velada.
Y en un momento dado, camino del baño, se dio cuenta de que había recuperado un amigo. Y eso le hizo feliz.

viernes, 26 de octubre de 2012

REPARTO DE CULPAS

De las cosas que más le agradezco a mi madre que me enseñara y que más interés pongo en inculcarle a mis hijas es que somos responsables de nuestros actos. Y que nuestros actos tienen consecuencias, de las que lógicamente también somos responsables.
Es cierto, y más a ciertas edades, que es cómodo y casi instintivo, intentar colocarle la culpa de nuestro desacierto a cualquiera que tengamos a mano con tal de no reconocer el error o de no aceptar las consecuencias.
El pueblo español, tan soberano, ha aprendido e interiorizado una frase que dicen los niños pequeños cuando juegan: "pío pío que yo no he sío" Y tan campantes. Siempre se busca una cabeza de turco para que sufra lo que nos toca padecer en primera persona debido a una mala elección nuestra. Y en el caso de que hubiera alguien responsable de nuestro bando, nuestra familia o nuestra ideología política...se le responsabiliza al contrario...que la moral no estorba en estos casos, por lo visto.
Pero esta vez yo quería rozar la actualidad aunque fuera de manera tangencial. Leo y releo por noticias, blogs, redes sociales, y escucho en conversaciones a pie de calle como una y otra vez se culpa a la sociedad, a los tiempos pasados, a la religión, al que dirán...y la verdad, me fastidia.
Si algo somos es libres, por encima de todo, libres para elegir y libres para decidir, libres para equivocarnos y para tomar decisiones. ¡Ya está bien de culpar a cosas intangibles de nuestros propios errores!
El día a día está lleno de elecciones, de caminos, de decisiones en las que con absoluta libertad decidimos qué y cómo hacer. Pero si nos equivocamos...la culpa no puede ser siempre de otros: del banco, de "las junteras", de la guerra civil, de lo que digan los demás, de la Iglesia (que la mayoría no pisan desde su primera y única Comunión), o del profesor que me tiene manía, por poner unos ejemplos.
Nos hemos instalado en la comodidad, en el que vengan y me lo arreglen, en el que me den una subvención, en el que me merezco una paga...y a la vista está que el resultado no ha sido bueno.
Son tiempos difíciles si, pero todos tenemos mucha responsabilidad de lo que sucede y también tenemos mucha culpa de que las cosas no se arreglen. Seamos sinceros, hagamos autocrítica...que es eso que le exigimos a los demás pero que difícilmente hacemos. Y por favor...dejemos de ser generosos de lo ajeno...a veces especulamos con lo que nos tiene que dar, lo que merecemos recibir, lo que los demás tienen que regalar...y nosotros no damos ni las gracias.

 


miércoles, 24 de octubre de 2012

CON EPÍLOGO

Acurrucada en su abrigo caminaba entre la lluvia de las calles, miraba todos esos escaparates llenos de luces que le invitaban más a pararse delante de ellos que a entrar a comprar. Una vez dentro de la tienda, al mirar hacia atrás, lo que nos había parecido casi mágico no era más que atrezzo y lo que nos dejó perplejos y sonrientes, medio helados entre adoquines resbaladizos, no era más que cartón piedra y purpurina.
Siguió su paseo meditando un buen regalo, era este su momento favorito, pero no era fácil: algo que no fuera demasiado caro, que demostrara conocimiento de la otra persona, tolerancia a sus gustos, respeto por sus pasiones...y a la vez que le gustara a ella. Algo elegante y sutil. Para completar el regalo buscaría una frase para una simple tarjeta, nada de mensajes pre-escritos ni dibujos grotescos. Escribiría algo corto, pocas palabras y mucho por sobreentender.
Tuvo una idea, quien la observaba en ese momento se dio cuenta que sonreía. ¡Ya lo tenía! Lo complicado es que no sabía absolutamente nada de ese tema. Tendría que buscar información, pedir ayuda. Se documentó mientras tomaba un café, -bendito wi-fi-, y con el calor de la taza aun en sus labios volvió a la calle con prisa y su pequeña nota de papel donde había anotado explícitamente lo que tenía que pedir. La llevaba en el bolsillo, arrugándose tal vez, pero apretada como si así pudiera librarse de que se le escapara la gran idea. Había buscado el local ideal para comprar, estaba cerca de donde ella se encontraba y lo enviaban a domicilio...necesitaba la frase...para la tarjeta. Entonces comenzó a relentizar el paso buscando las palabras y...sucedió, lo imaginó y supo lo que querría decirle si lo tuviera enfrente mientras le daba el regalo.
El tintineo de la puerta al abrirse le descubrió ese mundo del que aún no sabía nada pero en el que acababa de introducirse. Pese a su decisión se dejaría asesorar, no querría equivocarse. Sólo había otro cliente, la atendían con mucha profesionalidad y entrega, tenían una charla cordial y comercial mientras  envolvían un regalo del que, por más que intentó ver, no fue capaz de descifrar.
Esperó, aspiró el olor a serrin con el que antiguamente las pequeñas tiendas recibían a los compradores los días de lluvia...¡hacía tanto de aquello! Ahora se daba cuenta de cómo le gustaban esos pequeños comercios, ¿porqué no iba má a menudo? siempre atareada acababa comprando en centros comerciales donde a base de prisas, tickets para cambiar y tarjetazos iba solucionando problemas. Pensaba si, ponía interés en cada regalo que hacía, pero ni punto de comparación al día de hoy..claro que le estaba dedicando toda la jornada y eso no siempre podía conseguirlo.
Una agradable voz le sacó de su ensimismamiento ético con el pequeño comercio, y ella procedió a contarle entre feliz y algo avergonzada el por qué y el para quién, los pasos que había dado, necesitaba, sobre todo, que esa dependiente que tanto sabía y que le esuchaba interesado supiera cuál era la importancia de ese regalo.
Finalmente había acertado con sus pesquisas y salió de la tienda con una bonita sonrisa, satisfecha, el regalo lo enviarían ellos, eso le dejaba un poco huérfana pero entusiasmada. La tarjeta la había escrito alli mismo, sobre el mostrador. El vendedor discretamente se había distraido sin necesidad en otras cosas para que ella tuviera la intimidad de hilvanar con su letra algo confusa y deformada esa frase con la que quería que sintiera algo parecido a la felicidad.


EPILOGO.- Seguramente en un mundo normal, el regalo no le hizo ilusión, a lo mejor lo agradeció y nunca le hizo más caso que para quitarle el polvo o moverlo de lugar....pero a veces es más bonito que el mundo fuera el que soñamos...Aún asi la belleza de los finales abiertos hacen que puedan darse cualquiera de los imaginables y así el texto entra en el prisma de los colores como luz blanca, y sólo es cuestión de elegir...


miércoles, 17 de octubre de 2012

NOTORIEDAD A CUALQUIER PRECIO

Es bien sabido que las folclóricas del blanco y negro y el tecnicolor solían decir: "que hablen de mi, aunque sea mal, pero que hablen" y si no hablaban, ya hacían ellas, una contra otras, porque se diera la conversación. 
Hemos llegado pasito a pasito a una sociedad donde los egos necesitan ser alimentados a base de notoriedad.
Supongo, y es una opinión personalísima, que desde siempre el hombre, entendido como concepto y no como ente masculino que luego vienen las quejas de los lenguajes sexistas, ha querido ser alguien importante. Entiendo que se buscaba ser la mujer más bella del reino, el guerrero más aguerrido, la doncella más virginal, el caballero más noble, la señora más elegante y si me apuran, la meretriz más famosa.
Siempre destacar entre la multitud.
En esos siglos tan anteriores, se buscaban valores más o menos heróicos, pero siempre nobles, por ejemplo, Quevedo y Góngora bien que se tiraban de los pelos por ser lo más afamados literatos de la época, sin necesidad de demostrar su habilidad con la espada. Destacar por el valor, por la piedad, por la nobleza, por la literatura, por la caballerosidad... ¡Qué lujo comparado con los grandes héroes de hoy!
Hoy la portada de un diario deportivo puede ser sobre el peinado de un futbolista, el mundo puede pararse por si se opera o no se opera una chica inculta que tuvo una hija con un señor que era conocido pero no un gran figura en su trabajo pero que tenía muchas novias y por supuesto, a lo folclórico, vendes más cuanto más basura eches sobre otra persona, sea cierto o no, que no estamos para detallitos...
Pero bajando escalones en la pirámide de la popularidad nos encontramos con lo que alguna periodista definiría como el experimento sociológico que son las redes sociales. Llama la atención como personas de apariencia normal y relativamente usuales, se transforman hasta niveles insospechados por ser quien tenga más amigos o seguidores, quien más veces le comenten una foto o le alaban una publicación. Algunos, en un acto de dicotómica personalidad te dicen que en realidad le da igual lo que digan de ellos, o el caso que le hagan que lo que hace es volcar sus sentimientos, sus vivencias o lo que toque, pero hay un sector noble y casi infantil que puede llegar a comentar "es que yo quiero que me hagan caso" ¿Qué hay detrás de todo esto? Yo no soy psicóloga, ni psiquiatra y ni siquiera quisiera ser una "coach de vida" que dicen los realitys mal traducidos, no llego ni a echadora de cartas, pero me da que ese afán de notoriedad tiene un trasfondo de falta de algo...no se sí de personalidad, de cariño...no lo sé, pero el problema es el precio y no tengo claro si siempre compensa.

martes, 16 de octubre de 2012

MALALA

Tiene más o menos la edad de mi hija mayor y lleva años luchando. La miro a ella, a mi hija, e intento verla tan tenaz, tan valiente y tan poco niña como es Malala. Me miro en el espejo e intento comprender lo que la madre, no se si vive, o su familia sienten por dentro.
En esta época en la que los valores se han depreciado más que muchas monedas y donde el ser una persona íntegra es similar a ser idiota, llega una niña y calla bocas. O debería callarlas. Ella sale en telediarios y periódicos, no es noticia en programas de corazón ni en todas las variedades de telebasura sin opción a reciclaje que pululan por nuestras televisiones. Así que muchos que deberían estar callados, no callan, porque no oyen, no leen, no aprenden, que es lo que intenta Malala.
La imagino por las mañanas, fiel a su tradición y a su religión, tapándose su pelo negro, espeso y zahíno que se adivina a duras penas por debajo de su velo. Y veo a mi hija, recogiéndose con dificultad el pelo en una gomilla llena de purpurinas con los ojos pegados y algo de sueño atrasado en las pestañas.
"No quiero ir al cole mami, déjame quedarme en casa, tengo sueño"  diría mi hija perezosamente porque aunque en realidad le guste el colegio, no le gusta madrugar.
"Mamá déjame ir al colegio, es mi sueño, y no tengo miedo a los talibán" supongo que suplica Malala
Dos niñas, dos realidades, una injusticia.
Porque Malala ha sido tiroteada y evacuada de su país antes de que finalmente esos infames cobardes le sieguen las ganas de ser, de aprender, de conseguir algo que en este lado del mundo es tan normal como que salga agua del grifo. 
Y además ella no lucha egoístamente, ella busca que el resto de las niñas puedan ir a la escuela porque ser mujer y musulmana no implica ser menos. 
Pero ella lo ha contado en internet, y ha condenado los abusos...y se ha buscado una amenaza de muerte, que dejó de ser amenaza. Y yo echo en falta a muchas de las españolas que se dan golpes de pecho desde su afamado sillón, desde su noble micrófono, desde su aguerrido ordenador portátil y me surge la duda de por qué ella, Malala, no merece que cuenten, defiandan y apoyen su historia.
Y ahora me pregunto donde están los Premios Principes de Asturias, el Nobel de la Paz y otros tantos premios que le darían voz a unas niñas valientes que sólo quieren ser como otras niñas más...

DEFINIDA

"Tienes la cansada y derrotada apariencia mental de una mujer vieja" eso fue lo que oyeron sus oídos y fue como un mantra.
Era cierto, pocas palabras, una idea, y la verdad absoluta.
Desconectó del mundo, fueron a penas unos segundos, como si hubiera salido de su cuerpo se vio así misma y se contempló, sin placer ni dolor, objetivamente y reafirmó lo que fue una primera impresión: hay personas que tienen el don de la definición. No es fácil tenerlo, a veces para trasladar una idea muchos se enredan en un soliloquio en el que al final lo importante es más mantener los ojos abiertos que comprender lo que se quiere decir. Sin embargo, un puñado de elegidos saben definir cualquier circunstancia sin llegar ni a un párrafo.
Volvió a su cuerpo a tiempo de contestar algo breve y un poco desubicado que no le hiciera parecer mal educada y después intentó encauzar una conversación en la que ya estaba todo dicho y sin embargo las ideas flotaban huérfanas en el aire.
Aceptó la realidad, estaba cansada, derrotada y vieja, dijera lo que dijera el calendario. Los sueños ya no los consideraba posibles, eran sueños sin esperanzas, remotos. No había dejado de soñar...no, eso sería un suicidio sentimental y una traición a sí misma, pero ya no creía en el destino, ni en la suerte, ya no pensaba que un día al volver una esquina, el mundo sería otro y las oportunidades que tanto esperaba estaban allí, quietas, al alcance de su mano, desando ser atrapadas.
Nunca pensó que las cosas no costaban esfuerzo, tenacidad, valía...pero ahora tenía claro que todo eso ya no importaba, que las reglas del juego cambiaron a mitad de la partida. O quizás no, o quizás fue la culpable ella por pensar que el juego era limpio, que a igualdad de capacidades habría igualdad de oportunidades y derechos.
El caso es que no era así y se sentía derrotada. No habría ese mañana como no vivía ese hoy. No era pesimismo, era realidad. Contra esa realidad había dos opciones, aceptarla y adaptarse al entorno para buscar lo más parecido a la felicidad, o frustrarse y  morir en el intento persiguiendo cambiar la sociedad.
Tendría que pensar, recapacitar y elegir la opción en la que próximamente sería definida.

(A todas esas personas válidas, capaces, luchadoras que aún así no tuvieron una oportunidad)

lunes, 15 de octubre de 2012

GANANDO ENEMIGOS

Es cierto que no soy escritora, ni periodista, es cierto que no me gano la vida juntando estas letras y no me pagan las facturas. Pero si hay algo que respeto es a quien se gana la vida con ello.
Bien es sabido que los derechos de autor son cosas etéreas y mal comprendidas para el resto de los mortales pues, incluida yo, nos cuesta entender que autores de música o libros vivan muchísimo mejor que el resto. ¿Es que acaso tienen que estar mejor pagados? Sería otro tema. Pero la verdad es que hay que vender muchos libros para ganar demasiado o ganar un premio o ser un auto editor. Y además tener suerte, que no sólo por ser bueno se vende, a veces es justamente al contrario.
Y todo esto viene por algo que me causa auténtica repulsa, y es una circunstancia que en las redes sociales se utiliza con verdadera fruición, llegando a niveles impresionantes, en versión simple, con dibujito, tipo etiqueta o con vídeo de Youtube: se usan citas de personas sin poner la procedencia. Me resulta de una mala educación fuera de la común, casi tanto como sonarse los mocos con la servilleta de hilo en un comedor inglés.
Ya sé que muchos diréis que soy una exagerada, pero detrás de esas frases, de esas letras, hay sentimientos, corazón, anhelos, o un rato de diversión, pero lo que es seguro es que quien haya escrito aquella frase ha dejado parte de sí, casi un adn literario que no debe tomarse a la ligera.
También hay que tener en cuenta, que cuando no eres nadie y te encuentras que han usado una frase tuya, te alegras y te fastidia mucho que no digan que la frase ha salido de ti, porque está claro que no se te hace ningún favor...pero la cosa queda en el anonimato y no es tan grave. Pero cuando la frase es de alguien conocido y el sujeto (sujeta) parece que viene de ganar el premio Nadal...¡¡me enfada!! No puedo remediarlo, no gano nada con el enfado, ni necesariamente tiene que ser la frase de un autor que me gusta, pero me parece que se suplanta la personalidad de alguien...
Otra cosa es que se deje constancia de su dueño intelectual, en cuyo caso, es bien claro que la persona ha encontrado una frase que resume lo que quiere decir, y a lo mejor no sabe como. En ese caso es fantástico. Y si el autor está vivo y se entera puede que su egocentrismo suba dos o tres puntos.
Y ya puestos, y a nivel aún más personal, por favor, intenten bajar el nivel de Benedetti y Cohelo, hay más libros más allá de esas páginas...es que acabará subiéndome el nivel de azúcar. Gracias


viernes, 7 de septiembre de 2012

ELLA


Reconocía que ella no tenía sueños, sino auténticos filmes hollywoodienses, desde su más remota infancia se recordaba soñando con un futuro impresionante, no era un futuro de lujos extremos, ni de millonarios gastos, no había jet privados, ni cenas sorprendentes en Paris, no había fiestas en un lujoso ático de Nueva York, ni una corte de personal de servicio que hiciera las tareas de casa. Nada televisivo. Su sueño era una vida de profesional brillante, de trabajadora ejemplar, de emprendedora de éxito, pero un éxito relativo. Nunca soñó con una vida que no costara esfuerzo, que llegara abundante y preñada de recursos llovida del cielo, sabía que "el dinero no crece de los árboles" y que "las cosas no las regalan, cuestan dinero", frases maternales y frecuentes que no podía dejar de recordar sin sonreír. Pese a todo.

Cierto es que puso parte de empeño, se buscó una profesión con aparente futuro, amplió el abanico de estudios para tener más oportunidades y se adaptó a nuevas ideas y nuevos trabajos en los que a veces tuvo que mentir en su curriculum, ¿cómo todo el mundo?, no, como algunos, renegando de su titulación universitaria para acceder a puestos de trabajos en teoría inferiores pero en ocasiones mejor retribuidos.

Pensaba que no era demasiado pedir, pero con el tiempo se dió cuenta que era un sueño en high definition que se dedicaba a hacer agüillas en el receptor de su vida.

Había sacrificado y utilizado un tiempo, un esfuerzo y un dinero familiar en formarse, había sido madre lo suficientemente temprano como para que sus hijas fueran mayores a la hora de enfrentarse supuestamente a trabajos más intensos, había seguido adelante intentando rebuscar entre sus posibilidades para aportar a la familia ingresos y algo de estabilidad.

Pero la realidad es que el mercado laboral estaba cerrado, incluso para los que antes contaban con ventajas, así que ahora podía desechar acceder a un puesto de trabajo, pese a su experiencia y su formación, puesto que además de tener las mal llamadas cargas familiares, cada vez pasaba más y más tiempo sin encontrar un empleo, jugando en su contra un calendario que debía de haber sido experiencia y se convertía en una losa axfisiante.

A veces olvidaba sus circunstancias, y volvían esos sueños infantiles en los que conseguía un empleo y un reconocimiento a su desempeño, y pensaba las pequeñas cosas que podría conseguir para los suyos y cuando el sonido de la lavadora le hacía volver en sí se daba cuenta que el presente para ella era sorprenderse mirándose al espejo con ropa de saldo cuando en realidad se sentía vestida de alta costura.

Más de una vez había recurrido a manos tendidas a las que se había agarrado con una mezcla de cariño, serenidad y agradecimiento. La mayoría de las veces conseguía que esas manos además de impulsarla le sirvieran de cálido abrazo. Y en cuanto tenía ocasión devolvía la ayuda y repetía el abrazo.

Pero la edad coloca arrugas y quita velos, añade años y despeja sueños, tenía una vida buena, con una familia maravillosa y unos amigos excelentes, los tiempos se oscurecían y no podía pensar que siempre alguien le salvaría con un paraguas de la lluvia latente. Ante la tormenta tenía que fabricar un refugio con los recursos que tenía, y si la vida le otorgaba algún añadido, sólo tenía que aprovecharlo fuerte y ser consciente que eso era algo extraordinario, y que el día a día, lo cotidiano sería para ella ese refugio, construido con lo que dispone y en su corazón, sus fuerzas, y su ilusión estaría darle la mejor de las formas, la calidez más hogareña y el confort más familiar.

Tomó aire y se secó las lágrimas, la película había cambiado, era diferente la programación, pero seguía siendo su historia, solo tenía que resintonizar la televisión.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

ATARDECER


Recostó su cabeza en el sillón y miró al horizonte, la vista perdida pero los sentimientos alerta, el cielo comenzó a desplegar todos sus colores y desde los violetas a los rojos la paleta fue intercambiándose en un baile conjunto de tonalidades y nubes esbeltas.

Tanto buscar, pensó, y finalmente había venido a vivir a un atardecer, y qué bien sienta a oscuras, sin intención de que ninguna luz le haga sombra.

Inmersa en la ventana y en sus propios adentros no se dió cuenta de que la noche se iba ciñendo, ajustada, brillante y negra, como un elegante traje de noche, en su silueta.

Un sonido familiar le hizo volver y ser consciente de su penumbra, unas llaves, el sonido de unos pasos por el pasillo, reconocería esa manera de caminar en cualquier parte del mundo, entre millones de personas. Fue a gritar, ¡estoy aqui!, pero una luz cegadora custodiada en forma de bombilla le hizo parpadear.
- Me encontraste...
- Siempre lo hago
- Es cierto, ¿recuerdas? En realidad lo primero que hiciste fue encontrarme.

El recuerdo viajó a una playa, un otoño cálido, y un paseo por la orilla, algunas personas disfrutaban con sus perros y otras iban haciendo deporte, ella sólo paseaba dejando volar el tiempo y la imaginación. Fue cuando él le llamó por la espalda y al volverse le dijo: "si sigo tus huellas y sobrepongo tu sombra a la mía creo que volveré a reflejarme en tu sonrisa" Jamás olvidaría esa frase y como ella se afanaba en pensar cuándo había sido el momento en el que le sonrió, su mente trabajó rápido mientras lentamente sonreía intentando que no se le notara demasiado el desconcierto. Al fin cazó al vuelo el momento, fue unas horas antes, en su despiste se le cayó la chaqueta y no se dió cuenta, alguien solícito le avisó y se la entregó y ella agradecida y avergonzada, golpeaba con fiereza la chaqueta, mientras farfullaba disculpas y un muchas gracias. ¡Era él! Estaba segura.

Después de aquello un café, algunas cenas, una vida.

Había pasado mucho tiempo desde entonces, una pequeña eternidad que hacía que el tiempo fuera una medida estandar fuera de la relación. Eran meses, años, semanas, depende del momento sentía que lo conocía de toda la vida y en otras ocasiones parecía que fue ayer cuando se conocieron y su pelo aún olía a salitre.

Se levantó perezosamente y lo acompañó al dormitorio mientras se cambia de ropa por una más cómoda. Se sentó en el filo de la cama, las piernas juntas, la cabeza levantada, la espalda derecha. Y una lágrima se derramó por su rostro hasta morir en su barbilla.
- ¿Sonríes mejor? ¿Es que acaso prefieres regalarme una lágrima? Está bien, lo acepto, gracias, siempre me gustaron tus regalos especiales
- Tengo un regalo, es cierto

Se volvió él en redondo, sorprendido por la contestación.

Y ella intentando capturar cada uno de los momentos para retenerlos para siempre en su memoria, en el capítulo de suprema felicidad, sonrió entre lágrimas y asintió despacio...

jueves, 30 de agosto de 2012

EN RESUMEN

He reconocido en muchas ocasiones que no estudié periodismo porque no lo veía serio y además era a donde me encauzaba mi madre. Yo, como la mayoría a esa edad, andaba muy dispersa respecto a mi futuro. Y eso de obedecer a una madre...
Quería ser ejecutiva agresiva, una broker de Wall Street, una emprendedora mujer de negocios que tras años de colaboración en las grandes empresas decidía montar la suya propia hasta convertirla en un referente internacional. Fantaseaba mucho, demasiado.
Anteriormente y siendo muy pequeña quise ser profesora, como todas las niñas, con el añadido de que era lo que veía en casa, algo que evidentemente abandoné porque la paciencia es una virtud que no me ha acompañado en la vida y aún ando buscando su compañía pero ha resultado casquivana.
También me parecía bonito ser "farmateucica" me resultaba como médico sin serlo porque mi madre me explicó que para ser pediatra también hay que tener en cuenta que los niños que van al médico no siempre están sanitos en una revisión rutinaria sino que a veces llegan malitos y me pareció que no era lo suficientemente fuerte para afrontar un niño enfermo o la conversación en la que hay que decirle a unos padres que su bebé tiene alguna discapacidad o enfermedad. Era una niña que pensaba mucho, la verdad.
En los últimos años antes de decidir, quise ser ingenio industrial químico, desde pequeña me apasionó Madame Curie, pero ser química a secas me parecía con poco futuro. Elegí la rama de ciencias dando de lado a una maravillosa profesora de Historia e Historia del Arte y una nefasta profesora de Literatura. Y desistí, el dibujo técnico fue mi verdugo, no sólo no tenía capacidad abstracta, me faltaba perpectiva, visión espacial y todo lo que puede faltar me faltaba y en grandes cantidades.
Finalmente empecé una carrera que no acabé y comencé otra que me apasionó, terminé, me especialicé y trabajé en ello. Luego llegó el desempleo, la maternidad, los traslados, cotidianeidad en la que nunca faltaron unas hojas emborronadas de palabras, unos documentos de texto en el ordenador, y más tarde este blog.
Varias veces me sentí tentada de volver a la universidad y comenzar a estudiar periodismo o turismo, pero ni el tiempo, ni las condiciones económicas, ni la situación sociolaboral me inspiraban a ese gran sacrificio.
Los azares de la vida y el querer estar pendiente de la actualidad me han hecho siempre seguir las noticias, las columnas de los periodistas, el día a día de una carrera que desistí de hacer, y reconozco que me gusta, pero me apasiona más juntar las letras, con mayor o menor fortuna, a mi libre albedrío, desde una postura algo anárquica e incluso ácrata en la que la única actriz invitada soy yo misma.
No sé si algún día escribiré algo serio y si tras ese gran paso conseguiré que alguien me lo edite o lo que se haga por aquel entonces, que el mundo avanza que es una barbaridad, parafraseando a Don Hilarión, pero lo cierto y verdad es que mientras tanto, y a mi ritmo, estas gotas de Nervocalm me ayudan a quitarme el gusanillo de lo que siempre estuvo en mi vida, escribir para contar historias ... o mi historia

miércoles, 29 de agosto de 2012

TROLLEY

Pocas cosas le parecían más ilusionante que una maleta. Las maletas en si eran ilusionantes, implicaban una historia que contar, un futuro por conocer. 
En su dormitorio estaba su maleta, la veía ahí, apoyada levemente en la pared, cerrada y silenciosa, un rayo de sol iluminaba parte de ella y el metal de la cremallera de cierre hacía una extraña figura de luz en el techo de la habitación.
Se recordaba a sí misma de más pequeña, haciendo una extensa lista por días y por horas de cada cosa que necesitaría, más los por si acaso, los cosméticos y maquillajes, "afeites" que se decía antes incluso para las señoras.
Ahora era un poco menos precavida, más mayor y sus dolores de cabeza estaban en sincronizar modelos y zapatos para intentar cargar con el mínimo de peso posible. Y es que ¡cómo han cambiado los tiempos!, nos hemos empeñado en reducir nuestra vida a un trolley de cabina para volar más barato, para salir más rápido, para caminar más cómodos...cuánto han cambiado las cosas desde que las cocteleras ferroviarias trasladaban en viajes eternos, de bocadillo en estraza, desvencijadas maletas de cartón con una cuerda, una soga, anudándolas, no es un mito no, sucedía, y allí generalmente si que iba una vida, pero de verdad, un viaje sin retorno o parte de un pueblo para llevar a quien tuvo que emigrar.
Presuntamente hemos ganado con esta vida actual, pensaba, seguramente los adelantos médicos, tecnológicos, sociales, han mejorado, pero hemos dejado mucho en el camino, quizás nos falta humanidad, calidez, cercanía, hemos dejado de ser personas.
Ser persona era ser vecina, hija, madre, hermana y sobrina, ser parte de una comunidad pero no para perseguir un fin concreto, no como un grupo de las nuevas plataformas que pululan ahora, sino porque se establecía la unión, el hoy por ti mañana por mi, la generosidad, el apoyo real ante una dificultad o una alegría y ella ahora no sabía ni quien eran sus vecinos. Y la familia es alguien que normalmente te oye al otro lado del teléfono o te ve por la web cam.
Suspiró, echó una ojeada a su armario abierto de par en par y se concentró en verse vestida en los distintos lugares a los que tenía que acudir, trabajo, claro, no es tan divertido como viajes de placer. Pero es lo que ahora le hacía viajar, ¿había antes viajes de trabajo para mujeres? Lo dudaba. La mujer y la vida actual, la mujer trabajadora y la conciliación familiar, eso si que le causaba pensamientos y sentimientos, demoledores normalmente, sacudió la cabeza para eliminar ese hilo de ideas, esa cascada negativa de su mente...
Abrió su maleta, se enfrentó al espejo que para una mujer es su armario y comenzó la rutina.




lunes, 27 de agosto de 2012

UNA DE MUSAS

Rondé durante estos días varias veces las teclas del ordenador, desahogué pesares y reflexiones en redes sociales, y hasta me encontré a mi misma hablando sola con la televisión.
Demasiados frentes abiertos, demasiadas cosas en las que pensar, la actualidad imponía actividad neuronal y de teclado. Pero me resistía.
Me resistía porque intentaba encontrar un hueco literario, o junta letras que es lo que yo hago, seguía deseando alguna historia triste o esperanzadora, pero en mi inspiración sólo encontraba temas de actualidad, de sangrante actualidad, de dolorosa actualidad, de indolente actualidad.
Mis musas tenían perfil de teletipo.
Esta mañana, a las siete y media de la mañana comencé a escribir una entrada para este blog, la titulé "Escribir con tripas" pues no me salía nada mas que bilis, indignación y desesperación.
Cuando mi despertador me sonó con los toques sonoros de las siete con las noticias en forma de entrada del presentador del programa de la radio, todo lo acumulado llegó a su tope, fue la gota que colmaba el vaso, el desbordamiento de malas noticias pudo conmigo misma.
Mientras escribía con el café caliente a un lado y la tostada al otro pensé en lo visceral que somos las personas, en especial yo, que me paso la vida entre instintos y prontos aunque la edad, que no perdona, provoca de vez en cuando una tímida serenidad.
Pensé en la consabida frase de "legislar en caliente" y decidí que a veces las decisiones hay que tomarlas. Unas veces porque acaban de suceder las cosas y otras porque "no toca" somos un país que ya se retrató con el "Vuelva usted mañana" de Larra. Las decisiones siempre se aplazan, las excusas siempre se añaden, y el pueblo ¿soberano? nota hervir la sangre con ciertas noticias y con otras mira con descrédito o aburrimiento el pasar de los días.
Así que finalmente borré todo lo escrito y dejé que la escalonada rutina de mi vida hiciera de mi una persona más aplacada, y ahora, cuando veo el atardecer por los ventanales de mi nueva casa, y los colores tiñen el cielo recortando la silueta de los olivos, mientras comienza el sonido de los grillos, ladran los perros al paso de otros perros que sus dueños sacan de paseo, y viceversa, con el calor ya disminuyendo, después de conseguir despegarme unos minutos de la información no puedo dejar de pensar de en una tira de Mafalda en la que Susanita, tras contemplar el horror de una guerra en un diario, suspira y comenta "Por suerte, el mundo queda tan lejos..." y ciertamente mi alrededor hace olvidar el dolor, pero no, el mundo está ahí esperando nuestras reacciones, avanzando por nuestras quejas o lamentos y esta noche, por encima de todas las demás noticias, una madre no arropará a sus dos niños. Y no puedo imaginar nada peor.

miércoles, 22 de agosto de 2012

CORAZONADA


A Elena le sonó el teléfono como si fuera una cadena de montaje de la siderurgía del siglo diecinueve en plena revolución industrial en el oido, puro ruido. A tientas levantó el auricular y oyó una agradable voz : "Señora Cifuentes, son las siete y media, le deseo un buen día" Agradeció de alguna manera el servicio prestado y abrió los ojos sabedora de que si los cerraba se quedaría de nuevo profundamente dormida.

Más despejada, consciente de la realidad que le rodeaba despertó todos sus sentidos y lo supo, lo sintió en el estómago encogido, en el corazón hecho un guiñapo, lo supo y lo apartó, dejó de lado ese sentimiento que le hacía enfrentarse al día de una manera gris y triste. Fuera el cielo era tan azul que sería injusto vivir en blanco y negro.

Se duchó y aprovechó el momento para frotar con fuerza sus piernas, sus brazos, su cuello...como si las penas y los malos presentimientos fueran cuestión de epidermis, y buscó el cobijo que la ducha de hidromasaje cromada le ofrecía, al pasar el agua por su rostro, podría camuflarse una posible lágrima, si la hubiese. La toalla, cálida, esponjosa, pesada y grande le dió un abrazo que le hizo estremecer.

Sabía que había acabado, no podía engañarse, se acababa un fin de semana de restaurantes increíbles donde el lujo no estaba en comidas manoseadas y pequeñas, sino en cubiertos de plata y platos de alimentos con sabor real, copas en locales elegantes y desayunos coloristas y divertidos.

Terminaban las miradas, las caricias, las risas, los besos y las horas y horas de conversación, hasta en estos momentos no podía dejar de sentir dentro de su corazón una mezcla de verdadera admiración, amor y nostalgia por quien durante tanto tiempo le hizo compañía, le hizo sentir.

Pero había más, Elena lo sabía, no sólo era el fin de un elegante y romántico fin de semana, había algo en el ambiente, en sus huesos y hasta en su manera de respirar.  Lo volvió a sentir cuando lo vió alejarse en dirección a su vida, aguantó más o menos en ese momento con una entereza fingida y apostada e incluso se permitió mantener la dureza de sentimientos cuando quedó sola y el espejo le devolvió el eco del alma.

Se despidió del encantador personal del hotel y esperó que le trajeran su coche, la famliaridad del lugar, su refugio, su intimidad, le hizo tambalear su firmeza pero el elegante portero del hotel le sonreía y le deseaba un buen viaje, asi que salió en dirección a la autopista con relativa facilidad y entereza.

En su mente se unían conversaciones con imagenes, sonidos, olores, y las lágrimas resbalaban hasta su barbilla, las gafas de sol la parapetaban conta el mundo, un mundo que ahora mismo sabía que ella existía, pero nadie le prestaba atención, estaba sola, más sola que nunca, se sentía desamparada y sonó una canción, ni siquiera era "la canción", esa que rápidamente la hacía vibrar, era una canción de tantas, pero tuvo que echar el coche al arcen a llorar cómodamente, convulsivamente.

Poco a poco volvió a tranquilizarse, asumiendo la realidad y miró al móvil que no iba a sonar, se tragó su dignidad y escribió un largo mensaje, ni siquiera sabría si lo leería pero esa botella lanzada al mar le daba consuelo, si lo pensaba fríamente no tenía más que un sentimiento de pérdida pero él no le había dicho nada, no habían roto la relación, pero entonces le sonó la conocida voz en su oido, las palabras que tanto le repitió: "Nena, el día que se acabe te darás cuenta porque me esfumaré, no me gustan las despedidas, odio el drama de las rupturas, me evaporaré" se escuchó a sí misma suplicante "No me hagas eso, sabes que soy torpe, dímelo, déjamelo por escrito, pero no me hagas adivinar" ...y su sonrisa.."No Elena, no lo haré, podría prometertelo, jurartelo ahora mismo con la mano en el corazón, avalarlo con mi amor, pero el día que suceda, si sucede, sé que no lo haré"

La canción hacía tiempo que terminó, la carretera le esperaba, el horizonte estaba ahí, siempre estaba, volvió a ponerse las gafas, encendió el contacto del coche y continuó su ruta, su camino, el que estaba trazado, el que le era familiar y seguro, lo que sucediera a partir de ahora puede que fuera nuevo, puede que no, pero ella ya no era la misma, algo había cambiado, lo sabía, igual que lo supo al despertar.

(Sin más, ni menos, motivo que la gratitud por leerme, le dedico este pequeño relato a Mari Carmen)



(

miércoles, 18 de julio de 2012

UNA DE RECORTES

He intentado no manchar el blog de pesimismo, de actualidad, de dolor y estrecheces pero me temo que ya no tengo más remedio.
Las redes sociales son un clamor y la calle se torna violenta sin sentido, ¿acabaremos siendo Grecia? Después de que llevemos tres años diciendo que eso no será así, ni es, parece que nos helenizamos y de la peor manera posible, pues no aprendemos de los errores ajenos, a ellos no le sirvió más que para que los partidos nazis hicieran su entrada en el gobierno, se atacara a los inmigrantes, y hubiera menos recursos para arreglar lo que antes estaba bien.
¿Podemos permitirnos otras elecciones? ¿Hay soluciones?
Estoy convencida de que el margen es pequeño pero hay resquicio, hay posibilidades y no entiendo porque no se están tomando esas decisiones que clamamos entre todos, una y otra vez repetimos en todos los foros que: hay que acabar con sueldos vitalicios de ministros, que el Senado tiene que reformarse y que la casta política tiene que bajarse los sueldos, que tienen que acabar las subvenciones a partidos políticos, organizaciones empresariales, y sindicatos (algunos anda ahora como pollo sin cabeza, queriendo aparentar que sirven, que son la voz del pueblo, cuando han sido durante años mudos y sordos), que no es normal que aún no se hayan disuelto las 600 empresas públicas coladero de dinero y atrincheramiento de amiguismos, que las autonomías entendidas como hasta ahora no pueden ser, que las televisiones y radios públicas autonómicas son una locura, que gastos de representación, dietas, coches oficiales, moviles, visas y demás gastos de la administración pública tienen que recortarse al máximo o desaparecer, que si suben los tipos impositivos no pueden también recortarse los sueldos...
Está todo trillado, lo hemos dicho todos en barras de bares, con teclados de pc, con móviles en busca de Wi-fi gratuito, en cartas abiertas, en pancarta...se que hay soluciones que tocarían la Constitución y serían de difícil implantación pero...¿Es necesario que la bolsa de pobreza de España siga creciendo?

domingo, 8 de julio de 2012

DESPERTAR EN SECANO

Ya no sabía cuántas veces había rodado por la cama buscando un hueco que no estuviera ardiendo, incluso mojado, tenía la absoluta sensación de que estaba durmiendo en una pala de pizzero, esas gigantes palas de madera que manejan con destreza mientras abren un horno plano y gigante, una boca que se abre. Así estaba ella sólo que en vez de abrirse la puerta del horno, empezaba a entrar el fuego por su ventana.
Pasadas las horas del amanecer cuando refrescaba levemente y podía dormir por fin, a penas un par de horas pues empezaba a aparecer el sol por el horizonte y aunque las persianas estaban cerradas como si fueran un ataúd el calor comenzaba a reverberar y aunque lo último que deseaba era levantarse estaba claro que dando vueltas solo podría ponerse aún más nerviosa.
El café se volvía un suplicio necesario que despertaba, despejaba y hacía sudar como si lo estuviera tomando sentada dentro de una chimenea a pleno fuego en el mes de enero en Reykjavik, a partir de ese momento sólo un horizonte, la ducha.
Agua casi fría y el mismo pensamiento estúpido de todas las mañanas, si pudiera retener este momento, esta sensación de frescor, si esto durara todo el día. Casi sin secarse para engañarse a si misma, para que quede mojada la ropa, no hay nada más doloroso que saber que hay que enfrentarse a la calle, ya no era temprano, seguramente ardería el pavimiento, y vería en el horizonte esa deformación que las personas piensan que solo se ven en el desierto de Arizona, en las carreteras de Las Vegas.
No hay más remedio se dice, cierra la puerta de la casa, abre la puerta del portal y la primera oleada ...
¿Porqué costaba tanto andar por la ciudad con este calor?

miércoles, 4 de julio de 2012

OREJA DEL MUNDO vs CERVEZA

Desde que era muy joven, desde que iba en el autobús urbano hasta la playa, yo debía tener unos catorce años como mucho, de las primeras veces que iba sola a algún sitio, a mi me han contado cosas.
A veces las confidencias eran operaciones, ya que el autobús incluía un agradable recorrido en el que había una parada en el hospital, de hecho creo que tengo la posibilidad de operar "demenisco" y de "visícula" sin haber pasado por facultad alguna y muchísimo menos por el Mir, y acierto a diagnosticar con los ojos cerrados la hiperglucemia, la hipertensión y el tratamiento a seguir.
En otras ocasiones la conversación la dirigían a las críticas de familiares, quisiera yo conversar o no con la criticona. Si algunas nueras o suegras supieran lo que se puede llegar a decir en diez minutos...yo creo que se quedarían perplejas o puede que no se quedaran tan impresionadas como yo porque también son capaces de hacerlo...En realidad para ellas es como repetir un guión, como si en sus cabezas lo hubieran dicho tantas veces que a la hora de verbalizarlo sale  a tropel, como si abrieran unas compuertas. La cantidad de barbaridades al minuto no era nada desdeñable y porque ya me las sabía, pero era el mejor aprendizaje de insultos y palabrotas que he oido en mi vida, en el más castizo de los andalucismos.
También oía muchas penas de amores, las que menos porque ahí les costaba un poquito más, pero si el viaje se alargaba...caía, seguro, pero más de una, de dos y de treinta si que he oido.
Esto no cambió cuando dejé de coger el bus urbano, me siguió sucediendo en consultas de médicos (un gran foco), en la peluquería, en la cola del banco, en los centros de la administración pública, en los comercios, en los trenes, y hasta en los aeropuertos...donde todo el mundo parece tan impersonal y poco dialogante.
De ahí que pasara a autodefinirme como "oreja del mundo". Soy una persona que oye, que asiente, que sonrie y que a veces y a ciegas intenta decir una frase que reconforte a la persona que te cuenta algo que necesita soltar, que le angustia, le apena ¡y a veces hasta le alegra!, recuerdo una señora que la llamaron al móvil y a duras penas podía cogerlo, no veía "delcerca" y se lo descolgué yo...¡¡y su hija le decía que iba a ser abuela!! nos emocionamos muchísimo claro, ella por supuesto le contó que yo le había ayudado y que estaba esperando para ayudar a colgarlo. Y esperé, y colgué y supongo que será una abuela estupenda.
Otro día, y palabra que no miento, en El Corte Inglés, una señora me preguntó si me gustaba un vestido para su nieta, contesté que era muy mono, algo cortante, me la veía venir, me enseñó seis, opiné, busqué lo que quería....y luego me dijo, ¿me lo cobras?, su cara cuando le dije que no trabajaba allí era un poema, me reí mucho, pobrecita, ahí había estado yo escuchando la gran carrera "de maestra de niños mayores" que estaba estudiando su nieta, lo guapa, lo lista, lo trabajadora que era...He elegido pendientes para hijas, hasta me he probado una vez un vestido, ¿te importa muchacha, es que es más o menos como tú?
Mis amigas también me cuentan sus cosas, como es lógico, los hijos, los padres, los nietos, las enfermedades, las desilusiones, los fracasos, los problemas...y comprendo que tengo que estar, que es justo, y si se sienten levemente reconfortadas pues aún mejor y si puedo ayudar en lo que sea me siento más tranquila, sabiendo que apoyo a alguien en sus malos momentos. A veces son horas al teléfono, al ordenador o tardes de café y lágrimas, no me gusta ver a nadie triste, deprimido, sufriendo y sé por experiencia que una mano tendida ayuda más que un pie en la cabeza.
Muchas veces me pregunto a qué puede deberse, y mi madre siempre dice que la gente ya no va a hablar con los curas, y los psicólogos están muy caros, y el ser humano sigue siendo un ser social y las penas compartidas son menos penas, y al contarlas parece que pierden fuerza, como la coca cola.
De eso no me quejo, lo llevo como si fuera un superpoder, un don divino, de lo que me quejo y aprovecho, ya que estamos, es que cuando las cosas vienen bien dadas y lo que se cuentan son alegrías, a nadie se le ocurre decir..."Niña, que te invito a una cerveza"


(No os enfadéis, sabéis que sigo siendo "la oreja del mundo")

domingo, 1 de julio de 2012

VERANO

¡Qué fácil se me hace traer a mi recuerdo algún pasaje de mis infantiles veranos!
Veranos de libros, muchos libros, siempre los libros, al despertar, después de comer, jamás dormí la siesta...¡qué cosas!, durante la fresquita de la tarde esperando un anochecer, siempre como una tradición todos los Agatha Cristhie, las "pecaminosas" novelitas de Luisa María Linares, todos los Mafaldas, y los Astérix, y abriendo el verano... "El Camino" de Delibes.
Y durante algunas semanas, vacaciones estivales de viajes culturales, creo que no valoré en su justa medida el esfuerzo materno por enseñarme a aprender de piedras, caminos, museos, lugares de España y del extranjero. De hecho me recuerdo protestando por ir otra vez a Santiago de Compostela donde auguraba que el Santo me abrazaba a mi en vez de yo a él. Hoy veo como ella le enseña a mis hijas igual y me doy cuenta del privilegio que tuve y que gracias a Dios siguen teniendo ellas, solo que ahora yo les señalo la suerte que tienen, no quiero que no lo tengan en cuenta. No todos los niños pueden aprender tanto ni in situ.
También, evidentemente, eran veranos de playa, viviendo en una ciudad de costa formaba parte de la normalidad, todos los días a la playa, otro punto que no valorabamos en su justa medida, había gente cociéndose en según que sitio de nuestra geografía y sin embargo nuestra cotidianeidad nos hacía tomarlo como algo natural...todo el mundo, para nosotros, tenía derecho a la playa.
La playa...curiosamente la playa de mi infancia no fue la playa de mi adolescencia. Catorce o quince años y la playa con las amigas, las risas, muchísimas risas, el calor, jugar a ser grande sin perder la inocencia de la que acabé desprendiéndome a base de tropiezos, lo que algunos dirían experiencia...¡Cuántas veces echo de menos esa blancura de alma, esas risas, esa vida en la que la máxima complicación era saber a que hora quedábamos! Siento como si fuera ahora mismo el calor de piel tras la tarde en la playa, el sabor a salitre, el crujir de mi pelo, y las charlas sentadas en algún portal comiendo chuches o algún dulce....primeros corazones rotos.
Y ¿ahora? Ahora toca otra vida con otras vidas, otra etapa, otro mundo, otros recuerdos, distintos, nuevos, igual de intensos pero sin la inmaculada sensación de que los días sucedían por el calendario sin más temor que el quince de septiembre y la vuelta al colegio.
Feliz Verano.

jueves, 21 de junio de 2012

MONOTONÍA ( II )

Conforme iba andando por el pasillo iba viéndome reflejada en el espejo del baño con más claridad, su casa siempre era una casa de puertas y ventanas abiertas, en verano y en invierno, no podía soportar durante mucho tiempo sin renovar el aire, le entraba una claustrofobia que le hacía boquear como un pez fuera de un mar...o una carcelaria pecera.
Por un momento contemplé la idea de no encender el interruptor y dejar que la luz que entraba por la ventana esmerilada fuera la única que le acompañara al final del día.
¡Qué poco práctico es lo literario...! Encendí la luz y me miré en el espejo, cada vez se notaba antes el cansancio ... se estaba haciendo mayor. La cercanía de su cumpleaños no le hacía olvidar como el tiempo pasaba...nunca había sido una persona que le importara sumar velitas en la tarta pero no dejaba de preguntarse si su apariencia era de alguien más mayor de lo que decía su denei, con una foto digna de un cartel de los que empapelan las comisarías.
Maquinalmente cogí uno de los algodones desmaquilladores y comencé a distribuir un desmaquillante de ojos, el blanco de éste rápidamente pasó a teñirse de un azul pitufo nada real, y al pasarlo por sus ojos se convirtió en una mancha negra de un rimmel carísimo que me regalaron una vez, cuando se acabara tendría que volver a olvidarme de esa marca...ese elegante revestimiento plateado, destilaba glamour y clase...no volver a tenerlo no era traumático...pero siempre pensaba en ello, una mezcla emborronada de cariño hacia esa persona y de realidad a golpe de desmaquillante.
Bien...ahora una cinta en el pelo me devolvía la imagen de una mujer casi infantil como si volviera completamente despeinada después de un ajetreado día de colegio y amigas, y quitándome el anillo de plata comencé a enjabonar mi rostro, sin meter espuma en los ojos... los gestos eran completamente aprendidos, inconscientes, enjuagarse con agua fría en estos momentos, era un acto de valor y coquetería...pero la costumbre pudo más. A veces se planteaba si realmente era presumida o era una persona que repetía una y otra vez las tareas diarias. Una cadena de desmontaje de una toilette doméstica.
Ciertamente era este un momento en el que al no preocuparse de lo que hacía podía dejar que su mente fuera a otro lugar...y no precisamente a ir de shopping a New York City, sino a plantearse que haría mañana de comer, si habría suficiente ropa para poner a carga plena una lavadora de blanca o si las niñas tenían las camisas de los uniformes listos en los cajones...la cabeza nunca paraba...
Una mirada al móvil....¿es tan temprano? ¿cómo puede ser que esté tan cansada? ¿qué voy a dejar para la vejez..?
Y con el rostro sin más verdad que la realidad, con un pijama calentito y gigante....sólo quedaba soñar con un rato de sofá donde por un momento pudiera sentir que por fin...era ella el centro de su vida...aunque solo fueran unos instantes, entre el duermevela, el ronroneo de la televisión y el calor de una manta.
Hasta mañana....

domingo, 17 de junio de 2012

GRACIAS

No corren buenos tiempos y ya no es algo que nos cuentan en los informativos, en los periódicos, en los noticiarios, ahora lo sentimos en carne propia, en mayor o menor medida todos nos vamos dando cuenta de que el mundo está cambiando, las mentalidades tienen que evolucionar y seguramente la vida ya no será la que conocíamos.
Es algo socialmente aceptado y no sé si psicológicamente cierto, que ante las adversidades sale nuestro verdadero ser. Algo parecido a ese dicho popular que afirma que los niños y los borrachos son los que dicen la verdad.
Aparecen en nuestra sociedad los mayores, algunos recuperados de los asilos o residencias de ancianos, esos sacrificados pensionistas que saben hacer filigranas con sus pensiones, en ocasiones vergonzosamente mínimas, que acaban dando de comer no sólo a sus hijos sino a la familia de éstos, entregando sin problemas los ahorros de toda una vida, sacando esa casta que hizo que esta nación sea ahora al menos más de lo que fue.
También vemos el poder de la Iglesia, que está mal vista en según que círculos, pero a la que se recurre para que a algunos se les llene el carro de la compra con alimentos básicos que les hacen llevadero el trance de sentarse alrededor de la mesa.
Está también, por desgracia, quien se sienta a esperar a que le solucionen otros la vida, porque si culpa tienen los de arriba, casi todas, también hay que reconocer que ha habido en este país mucha insensatez individual puede que movida por una corriente de desenfreno consumista general...pero de los que muchos tienen que aceptar su parte de responsabilidad.
Pero sobretodo, más que nada, me gusta esa gran cantidad de gente que no hace aspavientos, que no se les oye armar ruido con protestas estériles o pataleos quizás comprensibles pero inútles, sino que luchan aprentado los dientes y salen hacia delante sin quejas y además mientras tanto ...te regala una sonrisa.
Desde aqui, con toda la humildad que me da este soporte, ¡muchas gracias!

sábado, 16 de junio de 2012

DESTELLOS

Sé que es difícil de creer pero soy una persona de memoria tenue, por una enfermedad inexistente diagnosticada a base de desaciertos acabé medicándome con unas pastillas que me lo hicieron pasar difícil con sus efectos secundarios y a la vez borraron muchos de mis recuerdos.
No es una pérdida total de la memoria, ni sólo he perdido una época, ni siquiera tiene una lógica si es que puede haber lógica en que a los treinta y pocos te hayan borrado en ocasiones, difuminado en otras, todo tu ayer.
En algunos momentos, cuando hablo con amigas de la niñez o con familiares, me comentan anécdotas y veo en su cara la incredulidad ante la falta de asentimiento o participación en la conversación. Hechos que fueron llamativos, divertidos, ampliamente recordados a lo largo de nuestros encuentros y que de repente me dejan fuera de juego como si yo no los hubiera vivido. Y no sé disimular, se me nota perfectamente en la cara, supongo que no sólo deben de leer en mi rostro el despiste absoluto, sino también el esfuerzo por recordar. Sé que no es fácil crerme, lo se, porque otras cosas las recuerdo claramente. A veces, ante la insistencia, y el cúmulo de detalles con el que me intentan ayudar me aparece como una sombra de mi pasado y en ocasiones puedo atrapar el momento y afianzarlo nuevamente en mi historia. Tampoco es garantía de que siga recordándolo.
Doy gracias a haber sido una tenaz "reportera" con la cámara de fotos, las instantáneas ayudan también, pero antes de la era digital no era tan fácil tener tantas imágenes seguidas como para ayudar a repetir la película de mi vida.
Soy una mujer que a veces tiene recuerdos inventados porque a fin de cuentas soy un ser parcial que de su pasado solo tiene lagunas y destellos, eso si, sin pasado puedes reinventarte.

jueves, 7 de junio de 2012

LOS OJOS DE UNA MUJER

Los ojos de una mujer no pueden estar vacíos, tienen que sentir, tienen que transmitir.
Los ojos de una mujer tienen que hablar sin necesidad de mover los labios, tienen que hacer morir a un hombre.
Mis ojos...
Mis ojos te miran a ti, te miran profundos y siento que mi mirada no es indiferente, no es lejana ni ausente,
mis ojos te están mirando y en ese mirar va mi alma.
En mi pupila puedes leer sin problema mi corazón,
leer tan claro como las primeras palabras que silabea un niño, comprender en unos minutos mi ayer, mi mañana, mi hoy.
¿Y que ves? quizás no sepas entender mis ojos, a lo mejor no comprendes que te hablo sin palabras...pero si...seguro que sabes,
me he vuelto transparente a tus ojos.
Tus ojos...
Tus ojos me taladran el alma, me miran profundos, austeros...
Los siento clavados en mí, leyéndome,
sabiendo en cada momento lo que quiero decirte, lo que siento.
Tus ojos son sabios y de mí beben mi alma.
Pero yo sé leer también tu mirada y leo miedo, temor, desconcierto a lo inesperado y en momentos angustia.
Podemos pasar tanto tiempo mirándonos...sin necesidad de ver,
porque el mirar se convierte en sentir,
porque el sentir se convierte en amar
y el amar...el amar a ratos en padecer,
a siglos en disfrutar.
Te miro sin verte, te veo sin mirarte.
Podría dibujarte, por dentro, pintar tu corazón, colorear tu alma
sin temor a equivocarme, sería una obra certera, realista, sería lo
que ven mis ojos, a través de los tuyos.
Yo sé acariciar tu mirada sin mover mis manos,
sé besar tus párpados sin mover mis labios
y sin embargo siento en mis dedos el calor de tu mirada,
y en mis labios la suavidad de tus ojos,
el cosquilleo de tus pestañas...
el ardor de un beso.
Y ahora te miro...y te veo...
y soy mujer...y mis ojos…mis ojos
hablan y buscan hacerte sentir un hombre.



miércoles, 6 de junio de 2012

AMIGA

Y aunque piensas que te estás volviendo loca...porque vives en una montaña rusa emocional a la que no estas acostumbrada y no puedas ni comer, ni dormir, ni dejas de llorar, y lo mismo sientes un calor inmenso que te arde en la piel que notas que el frío nace de dentro de ti y te llena de estremecimientos que te convulsionan el alma. Aunque te entran ganas de vomitar, te mareas y te duele físicamente el corazón...pese a que notas los latidos acompasados y rápidos en la sien ... así no puedes seguir.

Necesitas serenarte, aceptar lo que hay, que es nada...perdóname amiga, pero no hay nada ya, y necesitas plantarte delante del mundo tal y como eres normalmente, como has hecho siempre, desde la altura de tus tacones, y la humildad de tu sonrisa y no hecha un manojo de nervios completamente irracional.

Cuídate, te necesitamos, y aunque pienses que no se sale del pozo, que no tienes fuerza, que no lo vas a conseguir, que no merece la pena ...lo harás porque nadie...nadie...muere de amor.



miércoles, 30 de mayo de 2012

IGLESIAS

"Cuando el demonio no tiene nada que hacer...mata moscas con el rabo", dice el refrán español y demuestra la característica más relevante del adn hispánico, si es que de verdad existe.
Conforme en España suceden catástrofes de tipo económico, de valores, de moral, de respeto al prójimo, de falta de trabajo, de esfuerzos inválidos para salir adelante, el españolito común ... la paga con la Iglesia.
Muchas veces ese que critica a la Iglesia se amontona en la cola de comedores sociales de los conventos o parroquias y de Cáritas, de apellido diocesana, que visto que el laicismo ha provocado incultura en según que términos, quiere decir de la diócesis que vienen a ser las regiones en las que se divide la España eclesiástica, ¡vaya otra palabra!, de la Iglesia española, quería decir.
Así que por un lado, tenemos que muchos de los que comen e incluso pagan sus facturas de servicios básicos critican a una Iglesia que sin más financiación que la que otros quieren otorgarle en sus declaraciones de Hacienda, hace encaje de bolillos para llegar a todos, porque la UE y Cruz Roja ha dejado reducida a la cuarta parte sus aportaciones de comida para repartir. Ni que decir de según que gobiernos regionales que siguen subvencionando a organismos inútiles de allegados pero reduciendo la aportación a la caridad.
Luego está quien la paga con los obispos, los cardenales y por supuesto con el Papa.  Es cierto que el Vaticano y muchas catedrales e iglesias tienen tesoros culturales, bien, la mayoría de esos tesoros no hubieran llegado a nuestros días, pues bien es cierto que cuando la Iglesia ha tenido que abandonar alguna capilla o iglesia, las piedras han servido para amontonarse en jardines, sea la capilla románica o no.
Por otra parte con el dinero que se cobra, otro drama, se cobra para ver según que cosas, se mantiene el patrimonio, no es fácil mantener los frescos de Goya en la Catedral de Zaragoza, por ejemplo, y para aportar ingresos a esos que hacen cola para comer, para el pago de sus recibos y para que le cuiden a sus hijos, a sus mayores o a sus enfermos, entre otras cosas.
¿Qué sería del Camino de Santiago y el dinero que reporta sin la Iglesia, el Santo y su Catedral? ¿Qué sería de muchos restaurantes y hoteles de ciudades donde su Semana Santa, pagada por sus cofrades, es relevante? ¿Qué sería de muchas romerias, por toda España, sin la procesión o la ermita a la que visitar?
Luego viene la aportación que se pide por una boda, por un bautizo, que es un servicio gratuito, pero hay que pagar la luz, el aire acondicionado, las personas que limpian...que las facturas se tienen que pagar y la gente, aunque sea religiosa, también come, porque lo que de verdad por lo visto fastidia es los cincuenta o cien euros que se pagan ahí, en el lugar donde se  imparte el sacramento (aclaro, el sitio donde se casan, se bautiza,se reparte la primera comunión) no los miles de euros en el convite y demás perifollos que por lo visto es lo importante para según quien.
Y el remate, la Iglesia corrupta, pues si, también hay personas que no cumplen con sus obligaciones, con quien representan, con lo que son. ¿Por qué? Porque son humanos, pero debe ser que no hay policías corruptos, profesores pederastas ni jueces parciales. Y no estoy disculpando a ninguno de los que sean culpables, lleven hábito o sotana, exijo como cualquiera que les caiga encima el peso de la ley pero no se puede generalizar por unos pocos.
Ahora es el IBI y mañana será otra cosa, pero aunque no se quiera admitir, y pese a los errores que se hayan cometido, en España, en los territorios en conflicto, en el mundo... la Iglesia ha dado y dá mucho más de lo que recibe.
Y esta es mi humilde opinión.

jueves, 3 de mayo de 2012

EL HOMBRE DE MARRÓN

Está conmigo desde que me casé, un día lo ví a mi lado en mi casa, nuestra casa, de Ceuta, en treinta y ocho metros cuadrados si hay alguien más, aunque sea sobrenatural, te das cuenta.
Lo notaba a mi lado cuando estaba en la cocina sobre todo, quizás era cuando yo estaba más concentrada o más relajada, dependiendo del día.
Viví con él mi embarazo, y recuerdo haberle preguntado más de una vez que qué quería.
Es un hombre mayor, de pelo cano, algo largo pese a que el tipo de corte de pelo debería de ser corto en su origen. Lleva un traje de chaqueta marrón, de tela un poco basta y arrugada, su camisa es de un marrón claro, casi de color indefinido, con corbata marrón y encima un jersey, también marrón. La sensación que me dá es la de hombre de pueblo, dicho con todo el respeto y el cariño.
No me dice nada, sonríe a veces.
Acabo de darme cuenta que no me he fijado en sus zapatos....si lleva.
Cuando nos mudamos a Algeciras vino conmigo, primero los pocos meses que estuve en casa de mi madre, y luego a nuestra casa, recuerdo coger patatas y encontrarmelo de pie a mi lado, al lado del verdulero, sacar las cosas de la lavadora e irme a tender la ropa con él.
Cuando nos fuimos a Granada pensé que ya no vendría, era mucha distancia, otra vida, era muy diferente, quizás sólo estaba por la zona, pero no, estaba también conmigo, tanto que si estaba mucho tiempo sin aparecer me preguntaba donde estaría, si sería verdad esto que dicen que se quedan porque tienen algo que terminar, y si lo habría terminado, si eso tendría que ver conmigo, con algo que debía hacer...
Pero apareció, esta vez yo estaba barriendo la terraza y al entrar lo vi, al principio pensé que era el cambio de luz, luz de Granada...inigualable, pero luego lo vi sentado, apoyado más bien, en la mesa del comedor.
Seguimos compartiendo casa.
Cuando mi madre se vino con nosotros, esos duros meses de pelea y esperanza, se fue, ya no estaba, al principio evidentemente no caí, no estaba yo para eso, pero un día al coger un jersey marrón me dí cuenta. ¿Se había perdido?
Pero no, volvió, y lo ví por última vez mientras recogía la casa y metía nuestros tesoros otra vez en cajas y por un momento estuve a punto de decirle que nos ibamos, que aún no sabía a que parte de Sevilla, pero me sentí ridícula, además él siempre me encuentra.
Hace ocho meses que estamos aqui, no ha venido, y vuelven a surgirme las dudas de si es que ya ha terminado su recorrido, si nos hemos perdido, o si aparecerá nuevamente.
Él es un hombre de marrón, desconocido y sin embargo con el que tanto he compartido.


(Marzo 2010)